El bloqueo no es pretexto

El bloqueo no es pretexto
Fecha de publicación: 
24 Mayo 2014
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Entre sus agudas declaraciones se halló la de la inoperancia del bloqueo que se ejerce contra la Cuba revolucionaria desde 1962, oficializado como “embargo” bajo la presidencia de John F. Kennedy. Mujica basó su diplomático argumento en que, “en todo caso”, el bloqueo, así llamado por él mismo, “no resuelve la ecuación” por la que fuera impuesto. Con ese artilugio, el presidente uruguayo revelaba hasta qué punto este procedimiento de los Estados Unidos es una flagrante negación de los propios términos de consenso político internacional y, más allá, del sentido democrático que, desde su propia perspectiva política, se pretende imponer a todos y cada uno de los rincones del mundo.

Desde 1992, en su 47 Período de Sección, la Asamblea General de Naciones Unidas ha aprobado con persistente y abrumadora mayoría la Resolución «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba». Se trata de un título bastante explícito, por cierto. La mayor cantidad de votos en contra que ha obtenido en un año esta Resolución es de cuatro, y la menor suma a favor fue de 59, en ese mismo año en que, bajo agudas presiones y agresivos cabildeos, se presentó. Luego de ese primer triunfo, las abstenciones y ausencias en la votación disminuyeron progresiva y radicalmente: 71 abstenciones y 46 ausencias en 1992, hasta 4 abstenciones y 11 ausencias en 2004, y solo 3 abstenciones en 2013.

Si confrontamos los votos favorables a la Resolución cubana con el resto del total posible, es decir, en contra + abstenciones + ausencias, hallamos que solo en los dos primeros años estos últimos superan a los de las Naciones que votan en contra del Bloqueo económico, comercial y financiero. Además de Estados Unidos e Israel, cuyas votaciones aparecen en contra en todos los Periodos de Sección, se han sumado al voto contrario a la Resolución apenas seis Naciones: Albania y Paraguay (una vez cada una), Uzbekistán (tres veces), Islas Marshall (ocho veces) y Palau (siete veces).

Veamos cómo han evolucionado estos sufragios en la ONU:

Año

A favor

En contra

Abstenciones

Ausencias

% a favor

% absoluto a favor

1992

59

3

EE.UU, Israel, Rumanía

71

46

95,1

32,9

1993

88

4

EE.UU, Israel, Albania, Paraguay

57

35

95,6

47,7

1994

101

2

EE.UU, Israel

48

33

98

54,4

1995

117

3

EE.UU, Israel, Uzbekistán

38

27

97,5

63,2

1996

137

3

EE.UU, Israel, Uzbekistán

25

20

97,8

74

1997

143

3

EE.UU, Israel, Uzbekistán

17

22

97,9

76

1998

157

2

EE.UU, Israel

12

14

98,7

84,8

1999

155

2

EE.UU, Israel

8

23

98,7

82,4

2000

167

3

EE.UU, Israel, Islas Marshall

4

15

98,2

88,3

2001

167

3

EE.UU, Israel, Islas Marshall

3

16

98,2

88,3

2002

173

3

EE.UU, Israel, Islas Marshall

4

11

98,2

91,5

2003

179

3

EE.UU, Israel, Islas Marshall

2

7

98,3

93,7

2004

179

4

EE.UU, Israel, Islas Marshall, Palau

7

7

97,8

90,8

2005

182

4

EE.UU, Israel, Islas Marshall, Palau

1

4

97,8

92,3

2006

183

4

EE.UU, Israel, Islas Marshall, Palau

1

 

97,8

97,3

2007

184

4

EE.UU, Israel, Islas Marshall, Palau

1

 

97,8

97,3

2008

185

3

EE.UU, Israel, Palau

2

 

98,4

97,3

2009

187

3

EE.UU, Israel, Palau

2

 

98,4

97,3

2010

187

2

EE.UU, Israel,

3

 

98,9

97,3

2011

186

2

EE.UU, Israel

3

2

98,9

96,3

2012

188

3

EE.UU, Israel, Palau

2

 

98,4

97,4

2013

188

2

EE.UU, Israel

3

 

98,9

97,4

Como puede apreciarse, el porciento válido a favor de la Resolución cubana se ha mantenido siempre por encima de noventa y cinco, en tanto el porcentaje absoluto ha ido aumentando, hasta quedar prácticamente equilibrado. Es obvio, pues, que hay un consenso abrumador sobre el tema en la inmensa mayoría de los miembros de la ONU, incluso en aquellos que en nada comparten el sistema político cubano, y obvio, además, que estados Unidos se permite desoír los reclamos de la democracia que dice defender, solo para complacer ciertos lobbies de su política interna. Y no solo permanece sordo a este reclamo de Naciones Unidas, sino que intensifica las medidas de bloqueo mediante incautaciones de cuentas, multas a empresas que comercializan con Cuba y financiamiento millonario a proyectos subversivos. O sea, que desarrolla un activo hostigamiento sobre cualquier intento de desarrollo de Cuba y un laborioso estímulo a la subversión interna, lo que es también ilegal en el propio contexto de la ONU.

Son hechos, no invenciones. Y hay que pasar por sus causas, quiérase o no, para enjuiciar logros y fracasos del proceso revolucionario cubano.
 

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