Telmary: música libre, poesía a diario (+ FOTOS)
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Las nominaciones al Cubadisco 2014- ganó en la categoría de Hip Hop- por su álbum “Libre” (Bis Music) fueron el pretexto para aproximarnos a ella. En realidad yo, como muchos jóvenes cubanos amantes de la buena música, nos hemos sentido cerca de Telmary Díaz y sus colegas William Vivanco, Yusa, Francis y tantos otros músicos que han pasado por el grupo Interactivo dejando el más auténtico sentimiento de los artistas cubanos a finales de los años 90 e inicios del tercer milenio.
Muchos de los temas de estos trovadores, raperos, timberos, jazzistas, en fin, apasionados del rock & roll todos, conformaron la banda sonora de una generación de estudiantes universitarios, en la que me incluyo, que perseguía sus conciertos y descargas.
La entrevista con Telmary comenzó un día y concluyó una semana después, entre las rutinas productivas, los deberes de ella como madre y la incontenible necesidad de hablar y hablar, como si nos conociéramos de siempre, sobre algunas pasiones que compartimos como el periodismo y el chocolate.
Aquellos versos de “a diario, los revolucionarios” o “qué equivocao tú estás de la vida, mi amor, qué equivocao” nos dejaban ver, desde el lenguaje más coloquial, fuertes dosis de poesía y realismo.
Eres una reconocida rapera en Cuba, un género que tiene mucho del lenguaje de la calle y al mismo tiempo te declaras fanática de la poesía y la literatura. ¿Cómo se combina lo más sublime con lo corriente u ordinario?
Creo que es porque he estudiado y no he dejado de ser una cubana de a pie, viviendo al diario. Yo soy una esponja, no puedo evitar escuchar un dicharacho en un almendrón y ponerlo en un tema, trasmito mis ideas y las que escucho de los demás. Eso es nato en mí. Yo en la Lenin era un bicho raro, era la encargada de actividades de diversión, de la tabla de aerobios... (Risas).
En mí hay choque de vocaciones, estudiaba ciencias pero igual me encantaba la literatura, la trova, no me perdía nunca una descarga.
Me independicé a temprana edad. Era una niña del Vedado, pero estuve becada 6 años y esa es la escuela de la vida, aprendes hasta lo que no tienes que aprender. A mí me enseñó a ser desinhibida.
Yo tenía inquietudes musicales que mi familia no compartía, de hecho nunca fueron a un concierto mío hasta que Interactivo ganó el Gran Premio en un Cubadisco y dieron un concierto en el Karl Marx. A partir de ahí sí me apoyaron y desde entonces son mis fanáticos. Pero trabajo me costó llegar ahí. Lo que yo sabía era que lo que hiciera tenía que ser bueno.
Entonces, tu carrera es una reafirmación de lo que eres como persona…
Siempre. No hago nada de lo que tenga que arrepentirme luego. Soy sincera conmigo misma. En determinados momentos me han llegado temas que musicalmente no son lo que prefiero, pero son una buena oportunidad desde el plano monetario y lo he aceptado.
En esos casos he cambiado lo que la canción demande, la reestructuro, la mejoro. Y hasta que no me siento cómoda y me arreglo con el músico no paro. Soy consecuente conmigo misma.
Lo único que me pesa es que yo hago muchas colaboraciones que quedan sueltas, no se registran en un álbum y me gustaría reunirlas para que la gente vea mi trabajo sin que tengan que buscar el disco de fulano o mengano.
Hay gente que piensa que llevo años sin hacer nada y es que en todo este tiempo que viví en Canadá he estado envuelta en varios proyectos con otro músicos.
Soy sincera, tenía que venir a Cuba y hacer un disco con la energía de aquí, nutrirme porque no quería dejar plasmada la nostalgia que tenía allá; más bien tenía la musa apagada.
Tú has cantado con músicos de disímiles géneros y estilos, rap, salsa, fusión, timba… ¿cuál es tu estrategia, te acercas al trabajo de ellos o sucede al revés?
Depende. Si yo invito, el músico se acerca a la base musical mía o al tema. Por ejemplo, en este último disco “Libre”, compartí el tema “Music is my weapon” con Aldo (integrante de Los Aldeanos), que es un rapero contestatario, con carga política. Pero el tema habla de la música como arma y forma de expresión y yo lo escogí a él por sus valores artísticos y no por la posición política.
Si me invitan a un featuring yo tengo que transportarme al estilo de quien me llama, acercarme a ellos. A veces se trata de temas en otros idiomas y lo que hago es buscar en la idea central de la canción o en el título (pues a veces son instrumentales) la esencia de lo que pretende el músico y, en Español, escribo algo que tenga que ver con eso y rapeo; pero tiene que haber química.
Cuando hago un featuring no es para darme puntos o buscar público ni resultados comerciales, sino porque hay sintonía entre los dos.
A veces tengo que enfrentarme a temas que me desaniman, que no son lo que espero, pero ahí también hay un reto y lo importante es saber acomodar eso a lo que queremos.
¿Siempre pensaste en el hip hop cuando escogiste la música como camino?
Yo me siento deudora del movimiento de hip hop, pero no es eso lo que me enmarca. Llegué a él por la necesidad de encontrar una vía de comunicación. Hip hop y Rap no son lo mismo. El hip hop es una cultura que involucra al rapero o MC (Maestro de Ceremonia, como algunos lo llaman); al DJ que pone la base musical; al bboying, que es el bailador y al grafitero.
Me inicié en este mundo con la música electrónica y mis versos eran una especie de periodismo o crónica cotidiana en un momento difícil en Cuba. Me gustaba informar sobre lo que sucedía sobre temas culturales en La Habana, por ejemplo. El micrófono es un arma, no pude ser periodista, pero podía expresarme así.
Tuve la suerte de trabajar con buenos músicos que me ayudaron a evolucionar y podía improvisar sobre un bolero, un ca cha cha, en fin…
Yo no estudié música, pero lo que hago lo siento con fuerza, con energía, entonces sé que voy por el camino correcto.
Yo escribo sobre todo, no solo sobre mí, sino historias que me rodean; no quiero caer en el discurso clásico de hip hop de “yo, yo, yo”. Hay que dar un mensaje más universal. No adorno la vida, pero intento que mi mensaje sea positivo. El movimiento de hip hop no me reconoce como parte de ellos pues mi música no es precisamente contestataria.
Con Interactivo cantabas mucho “A diario”, que hablaba de los revolucionarios. ¿Te consideras una revolucionaria?
Esa canción es sobre la gente que está siempre cambiando, que no se queda en un mismo lugar y que tiene. Yo no le temo al cambio, si me llaman a un bolero, lo hago; si hay que cantar timba con Interactivo, lo hago; si me dicen de un pilón, lo hago… Eso es una manera de revolucionar. Cambiar las cosas y poner empeño en ello es el verdadero sentido de revolución.
Siempre he querido vivir en Cuba, pero también necesitaba un tiempo fuera para aprender y ver lo que pasaba en el mundo. Quería traer esa energía aquí y llevar la nuestra para allá. Tenía que valorar la importancia que se le da aquí al músico, al arte. En el extranjero, cuando uno dice “soy músico”, la gente te pregunta “¿and what else you do?”, porque para ellos la música es un part time, un hobby. En Cuba es una profesión. Por eso regresé, porque necesitaba nutrirme para hacer un disco en vez de reflejar cosas que viví allá, pero que quedaban en lo anecdótico.
El hip hop muchas veces se queda en lo cotidiano y luego no trasciende en el tiempo. De hecho creo que para hacer un hip hop cubano debemos nutrirnos más de nuestra herencia nacional, de las formas de improvisar que vienen del repentismo y las moyubbas afrocubanas.
Estas últimas me han demostrado que sí puede haber un hip hop auténticamente cubano. No tenemos que hacer lo mismo que el hip hop norteamericano pues somos personas con culturas e historias diferentes. No hay por qué mantener la misma imagen de cadenas y el súper carro cuando aquí todo el mundo anda en el mismo almendrón. Luego el discurso de estos raperos no es consecuente con lo que proyectan.
Tener esta actitud desde mis inicios en el movimiento de hip hop cubano, en los años 97- 99, hizo que yo no fuera aceptada del todo y ese recibimiento no caluroso me llevó a darme cuenta de que yo estaba en otra cuerda musical, que no me interesaba quedarme en el background ni comportarme como los varones.
Actualmente muchos raperos han buscado músicos para compartir el trabajo y así enriquecen la obra, ya que no es solo la letra lo más importante.
El rapero como tal se preocupa por su discurso. Yo creo que yo he ido un poco más allá y a pesar de que no estudié música me intereso mucho por ella, y no solo en lo que yo digo en una canción.
El rap depende mucho de la improvisación, pero ¿cómo es la preparación de un rapero antes de subir al escenario? ¿Cuánto valen las composiciones en un género de tanta espontaneidad?
Un rapero tiene que tener claro que la pluma es su instrumento. Un rapero no es un intérprete que canta lo que componen otros sino que él debe llevar a escena lo que él escribió, lo que siente.
El rapero debe ser un autor, un cronista, ya lo haya escrito antes o lo improvise al momento. Una de mis condiciones es que nunca rapeo nada que yo no haya escrito.
Además de esta declaración de principios, ¿qué necesita un rapero para ser bueno?
Hay que tener vivencias, cosas que decir. Hay quienes tienen la habilidad de rapear, de hablar rápido, pero no tienen historias que contar. Para rapear hay que tener un motivo.
¿Y qué te inspira a ti?
Todo, especialmente lo que he vivido. Tener quizás una historia diferente.
Independizarme desde joven, ser responsable de la renta. Mi mamá murió cuando yo era niña y mi padre no me apoyó musicalmente en mis inicios. La aprobación de la familia es siempre importante, aun cuando uno sea la oveja negra de la prole. Todo eso me inspiraba a trasmitir, a comunicarme con la gente. Si no hay vivencias, la canción se convierte en una rima de cuatro por cuatro que, tal vez llega al público, pero no trasciende.
El hip hop está en crisis actualmente. En un momento muchos músicos querían invitar raperos a sus producciones, era un desafío. Pero apareció el reguetón... Casi todos los raperos se han pasado a este bando en los últimos años. Y esto no es una tendencia cubana sino mundial, a no ser por raperos muy bien establecidos que se quedaron en lo suyo.
Algunos me han dicho que, con mi facilidad de palabra, podría ser una reguetonera con éxito que diga cosas inteligentes, pero yo me he mantenido en mi posición defendiendo mis principios, que no son los del hip hop sino los de la música en general y no me he permitido hacer una obra facilista.
Quizás por eso todavía hay interés en, después de 7 años, escuchar un disco de Telmary, porque lo que hago viene del corazón. Lo más importante es lo que uno es capaz de comunicar por sí mismo.
Tu disco se llama “Libre”. ¿Qué es para ti la libertad?
Para mí, como músico y cubana, es la posibilidad de no depender de una institución para hacer mi música y promocionarla.
El disco se llama así porque tuve libertades para hacerlo. El mensaje es universal, concebí el disco con la energía y el aprendizaje de vivir en el extranjero, creo que me liberé de tabúes como la diferencia entre lo comercial y lo underground. Tuve la libertad de pararme en un escenario y que la gente se identificara con el lenguaje corporal porque no entendían el Español.
Al mismo tiempo crear una familia, aunque no lo parezca, es liberar una parte de ti a otro ser y, si bien se crea una dependencia, también está la libertad de involucrar a alguien más en tu vida, ser responsable de alguien más.
¿Cómo te lleva la vida de mamá?
Es súper difícil porque ya no se trata más de ti misma, hay alguien más y la preocupación sobre ese ser es mayor que cualquier otra cosa que pase. Amar es eso, es cuidar de una persona. Este es un amor eterno, es un vínculo desde que está en la panza y para siempre, pase lo que pase. Ser mamá es una forma elevada del amor. Y cuando uno es madre es cuando realmente entendemos a las madres y en ese momento ya el camino está tan lejos que no puedes enmendarlo con tus padres, pero simplemente no quieres que a ti te pase lo mismo y haces todo para que las cosas salgan bien.
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jorge
Yami
liud
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