Leinier Domínguez: humildad, gloria, trebejos… ¡top-ten!

Leinier Domínguez: humildad, gloria, trebejos… ¡top-ten!
Fecha de publicación: 
2 Mayo 2014
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Cuando niño siempre soñé con ser un gran deportista, como no hacerlo si era incombustible y mi primer contacto serio con la alta competición lo tuve en los Panamericanos de La Habana 1991, entonces yo contaba diez años y Leinier Domínguez (23 de septiembre de 1983)… casi ocho.

Quiso el destino que al menos pudiera aferrarme al acto de escribir para preservar mi romance con el mundo del músculo, y que Leinier, quien con cuatro abriles “gateó” por primera vez entre trebejos guiado por su padre, hiciera historia.

Sí, una historia que comenzó a tejer entonces con una primera puntada contando 15, justo el momento en que se apoderó de la primera norma de GM, otra milimétrica en el Abierto de Linares del 2001, cuando conquistó la norma definitiva de GM, una de precisión extrema en julio del 2008, tras patentar su inscripción en el club de los 2 700, y la de definitiva magnificencia hoy al situarse como décimo del mundo con Elo récord de 2 768, al amparo de Caissa, y en calidad de digno seguidor de la estela dejada por el mítico José Raúl Capablanca.

Hemos hablado en varias ocasiones, sorprende su diafanidad, humildad, pese a saberse instalado en la “gloria”, y lo realmente impresionante es que como muy pocos otros del excelso top-ten intenta llevar una vida normal, una combinación de torres damas, alfiles caballos y peones, con familia y pareja.

Aunque de seguro en lo adelante aumentará sus horas dedicadas a los análisis de variantes, para enriquecer el peón rey (con blancas), y las defensas Siciliana y Grünfeld (en poder de figuras oscuras), sistemas a los que recurre con mayor frecuencia cuando se mide a otros portentos del juego ciencia.

Lo cierto es que tuvieron que transcurrir 70 meses para que el Ídolo de Güines materializara una quimera que, si bien no se le antojaba como obsesiva en aquel 2008 que le abrió los brazos como huésped de los 2 700 para nunca más verlo marcharse, comenzó a pesar en tras coronarse en mayo del 2013 en la fase del Grand Prix de Salónica.

Recuerdo que allí, con blancas, derrotó en la última ronda al búlgaro Veselin Topalov (actualmente octavo-2 772) luego de 71 movimientos de una defensa Siciliana, variante Paulsen, y ganó el evento con 8 puntos de 11 posibles amparado en seis sonrisas, cuatro tablas y un único desliz en el estreno ante el estadounidense Gata Kamsky (34-2 713). Entonces sumó astronómicas 30 unidades a su coeficiente. Entonces confesó:

“Me sentía bien preparado, aunque también había trabajado duro para los anteriores torneos pese a que de alguna manera las cosas entonces no me salieron bien. Creo que ahora llegué con mayor experiencia, y en un momento sicológicamente mejor, y todo se unió para este resultado magnífico, que a decir verdad no esperaba de esta manera.”

Su andar entonces continuó certero, con pasos firmes y sólidas demostraciones en el Tata Steel (culminó quinto entre 12 trebejistas con seis unidades de 11 posibles y adición de tres rayas a su índice); y luego, al término de la Liga Rusa por Equipos, finalizó invicto en seis salidas con cinco puntos, sumatoria de 11.3 en su Elo, estableciéndose en abril como el segundo de mayor rendimiento individual, únicamente superado por el ruso Alexander Grischuk (15.1).

Entonces regresó a casa, se sentó a esperar, bueno, yo diría que lo intentó, porque como nunca antes de seguro estuvo pendiente a cada lance, cada estratagema, cada ronda del Memorial Vugar Gashimov de ajedrez, un pulso de categoría XXII e índice promedio de 2 780 unidades, un pulso en el cuál estaban involucrados seis de los mejores trebejistas del mundo, incluido el as del orbe Magnus Carlsen (puntero del escalafón 2 880), un pulso que por esos caprichos de Caissa dejaba caer su telón el mismísimo día 30 y del que por ende, dependía su posible entrada a la decena de vanguardia suprema en el juego ciencia.

Pero los dioses del intelecto y la herencia de Capablanca empujaron lo suficiente y Leinier repitió una hazaña que desde 1978, cuando el brasileño Henrique Mecking osciló en ubicaciones del tres al seis, los amantes del juego ciencia en Latinoamérica no habíamos vuelto a vitorear.

En ese sentido, distancia por medio, escoltan a Leinier en la región su compatriota Lázaro Bruzón (2 682), quien aparece en la casilla 63, y el peruano Julio Granda (2 675), bajó del 61 al 67.

A la cabeza de la clasificación se mantiene el Mozart del ajedrez, quien adicionó un punto al derrotar in extremis al mando de piezas blancas y tras 49 lances de una defensa India de Rey, al italiano Fabiano Caruana, como parte de la definición del mencionado Memorial  Gashimov.

Completan el top-ten el armenio Levon Aronian (2 815), el ruso Alexander Grischuk (2 792), el indio Viswanathan Anand (2 785), Caruana (2 783), el también representante de Rusia Vladimir Kramnik (2 783), el estadounidense Hikaru Nakamura (2 772), el búlgaro Veselin Topalov (2 772) y el también ruso Sergei Karjakin (2 770).

Acá en casa, con mucha más calma que tempestad el escalafón doméstico además de Leinier y Bruzón exhibe a Yuniesky Quesada (2 642), Isam Ortiz (2 588), Yuri González (2 561), Carlos Hevia (2 530), Jose Angel Guerra (2 523), Yusnel Bacallao (2 522), Juan Carlos Obregón (2 509) y Walter Arencibia (2 501) como los diez punteros.

Puede que junio, en dependencia de lo que suceda en el grupo Elite del Capablanca in Memoriam, el más fuerte de la historia con categoría XIX y Elo medio de 2 721 Leinier preserve su areté actual. Para ello necesitaría coronarse por cuarta ocasión en la lid y desbancar entre otros escollos al ucraniano y máximo ganador del certamen con seis cetros, Vassily Ivanchuk (2 753).

Pase lo que pase, por ahora y hasta dentro de 31 días lloverán las felicidades, esencialmente por esa amalgama admirable de humildad, gloria y trebejos.

Comentarios

Esto esta bien, esto esta bueno y ahora como se mantiene, con que.....
Entonces, entonces...me gusta el tema del artículo, pero el título me pareció fatal, además, tantos "entonces" empobrecen mucho el texto

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