El proyecto del ‘Twitter cubano', ZunZuneo, financiado por EEUU, estuvo condenado a fracasar desde un principio porque la oposición no cuenta con el apoyo popular en Cuba y la independencia para los cubanos no es negociable, declaró hoy a esta agencia el profesor y periodista francés Salim Lamrani, Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos por la Universidad París-Sorbona.

«No creo que ello pueda federar a los cubanos contra el Gobierno, no sólo porque ése dispone del apoyo mayoritario del pueblo, a pesar de sus errores y contradicciones, sino porque hasta los sectores más críticos e insatisfechos de la población cubana rechazan la política injerencista de EEUU pues para ellos la independencia de su país no es negociable», señaló Lamrani.

El experto duda de que el escándalo derive en la prohibición total de internet en Cuba.

«Al revés, se están venciendo los últimos obstáculos de orden técnico con el cable de fibra óptica que une Venezuela a Cuba y la conexión es mucho mejor que los años anteriores cuando la isla se conectaba por satélite», indicó.

Los servicios de inteligencia cubanos, en su opinión «tienen mucha experiencia y sabrán responder de modo técnico a la propaganda digital procedente del Gobierno de EEUU, como lo hacen para los programas radiales de Radio Martí que nadie escucha en Cuba».

El pasado jueves, la Administración de EEUU reconoció haber financiado la creación del ZunZuneo, aunque al mismo tiempo negó que el objetivo de esta red social fuera luchar contra el Gobierno de Cuba. La red estuvo activa dos años, hasta 2012, y contó con unos 40.000 usuarios.

«Esas acciones forman parte de una política global que se remonta a los años 1960 cuyo objetivo es derrocar al Gobierno cubano», opina Lamrani, un reputado especialista en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Recordó que «EEUU impone sanciones económicas severas desde 1960, ha organizado actos de terrorismo y de sabotaje contra la isla y financia actualmente a una oposición interna en Cuba para conseguir un cambio de régimen». «Es la política oficial de EEUU hacia Cuba», remarcó.