Cinco segundos
especiales
Prácticamente ocho años antes su brazo, menos cansado, enfrentaba al mismo rival en el I Clásico Mundial de Béisbol. Puerto Rico y Cuba, de un pájaro las dos alas. Sin embargo, el pájaro deberá volar con una sola de ellas. Quizás por pura casualidad también se trataba de un desafío cerrado: una sola anotación de ventaja.
Allí Odelín inmortalizó su imagen de pitcher-karateca tras el out final que rubricó el pase cubano a las semifinales del supremo evento. También allí Carlos Tabares, Yulieski Gourriel y Ariel Pestano quedaron en los recuerdos de los aficionados como la combinación salvadora, tras el out en home que evitó la paridad del choque. Cuba soñaba.
Ocho lustros más tarde Odelín observa correr a Yordanis Linares. Lo invade una mezcla de euforia, júbilo y duda. Tanto tiempo sin pisar suelo internacional y en su regreso, al parecer, nada ha cambiado para él. Es cierto que Cuba ya no domina los eventos foráneos, llueven las derrotas y las decepciones. Pero el camagüeyano ni siquiera lo piensa: observa el desplazamiento de Yordanis y cuenta los segundos. Sabe que en un out podría viajar el pase a semifinales otra vez. Yo continúo escéptico.
Un joven detiene su marcha ante un televisor ubicado en una cafetería habanera. Solo un segundo lo ha obligado a suspender su caminata. Ahora divisa la línea y a Linares. Un segundo más tarde, a más de cien kilómetros, otro hombre entra corriendo a su casa con un sombrero en la cabeza. También contempla a Yordanis tras la pelota. La mujer cargada de mandados escucha el radio que sus vecinos amplifican. La abuela aguza su oído porque a su edad la vista le falla.
El eufórico Odelín no logra divisar a ninguna de esas cinco personas desde la lomita del estadio Nueva Esparta. En cambio, ellas sí miran al agramontino. Cinco segundos demoró la bola en llegar al guante de Linares. Odelín lo sabe con precisión de cronómetro viviente. Cinco segundos bastaron para que cinco personas –mejor decir once millones– volvieran a sonreírle a Odelín, y a soñar también como ocho años atrás.
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Ismael Gonzalez
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