La fabulosa Shangai

La fabulosa Shangai
Fecha de publicación: 
10 Enero 2014
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Acabado de llegar de Jatibonico, recorro por centésima vez el barrio chino de La Habana, donde las tiendas se amontonan de rojo en las estrechas calles y, aunque pequeño, parece que estuviéramos en China. Lugares así hay en Beijing, la capital, y en esa fabulosa ciudad de Shangai, que, privilegiado por mi condición de periodista, he visitado dos veces.

Pudiéramos recordar que en el siglo XIX todas las potencias europeas, especialmente Inglaterra, y EE.UU., controlaban el comercio del opio hacia China desde Shangai y Hong Kong.

 
Más en esta época, en la ciudad tema del trabajo, fue creada la unitaria Organización de Cooperación de Shangai, que ha evaluado desde la Crisis del Golfo Pérsico hasta avances en materia de alianzas de carácter antihegemónico y progresista para la humanidad.

También pudiera deslumbrar el contemplar una ciudad enorme tanto en tamaño como población, que no tiene nada que envidiar a cualquier otra metrópoli del planeta.
                 

                                           
No obstante, admiro sentimentalmente detalles fundamentales como la cortesía, amabilidad y protección de sus habitantes, quienes no te permiten perderte en tan enorme urbe, tanto en las calles como en los ómnibus que, con pocos asientos y mucho espacio para permanecer de pie, son adecuados al lugar.

Pero sobre todo, hay que hacer hincapié en una nación donde se da importancia primordial a la educación, que en Shangai ostenta un lugar privilegiado, demostrando que sigue los pasos a la economía, y una buena valoración por encima del dinero.

Coincidentemente, las más recientes pruebas universales para educandos de 15 años tuvieron como resultado que los siete lugares más destacados pertenecen a Asia, y Shangai fue el primero (613 puntos), seguido por Singapur, Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur, Macao y Japón. Estados Unidos está en el lugar 35 y a 130 puntos de la ciudad china.

El periodista uruguayo Raúl Zibechi considera en El Mercurio Digital que «mientras las sociedades de Asia-Pacífico están ordenadas en torno al trabajo…, las occidentales son sociedades que viven para el ocio, con una vocación consumista cada vez más marcada».

Uno «de casa», el Diario del Pueblo, señala editorialmente que los éxitos de Shangai «fueron logrados al costo de 13,8 horas de promedio a la semana en tareas domiciliarias, el tiempo más extenso en el mundo», casi el doble de los países «ricos», agrupados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), que es de siete.

Si a las horas de trabajo domiciliario se le suman las 28,2 de clases en el aula –el noveno lugar en el mundo-, son unas 42 dedicadas al estudio, y aunque pudiera ser algo «cargante», no caben dudas de que el éxito reside en que alguien valora lo que hace, y el propio estudiante le da importancia.

Al preguntarse el porqué los estudiantes de Shangai son tan especiales, el londinense Daily Telegraph admite que la educación ocupa un lugar diferente al que tiene en las sociedades occidentales.

El profesor Kong Lingshuai, de la Universidad Normal de Shanghai, dice que «los padres chinos prestan gran atención a la educación de sus hijos», y les inculcan desde una edad muy temprana que el esfuerzo es fundamental.
                                                                                 

Otras fuentes señalan que los occidentales creen que el sistema educativo chino es como una olla de presión en cuanto a los exámenes, con énfasis en la memoria, pero obvian que los profesores asisten a las clases de sus colegas para compartir ideas, mientras en las escuelas dan más tiempo a los niños para jugar y buscan no quedarse en el sistema de memorización.

Así, sin abandonar la cultura del esfuerzo, se busca un desarrollo integral, por lo cual China avanza en materia educativa, con la fabulosa Shangai al frente.

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