Medicinas que no curan
especiales
Es un tema tan amplio y de tantas aristas que se pudiese hacer varios tomos al respecto, porque hay mucho engaño y lucro que se enquistan en el lógico afán humano de prolongar la existencia, y, si es posible, al menor costo, como resultaba con aquellos laboratorios “chiveros” de antes y principios de la Revolución Cubana, que fabricaban ilegalmente medicinas que no curaban, pero sin graves efectos posteriores, por lo general.
Pero estas de ahora son otra cosa, porque unas sirven para evitar que se elaboren y se distribuyan otras que sí pudieran curar, porque no son rentables.
No es misterio alguno decir que esto es típico de los países capitalistas industrializados, donde las farmacéuticas están ávidas de ganancias y no dejan espacio para medicinas que puedan ser tan efectivas que acorten el tiempo de curación.
El Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts, de Estados Unidos (nada menos que de Medicina), no aparece en los noticiarios, ni cadenas de radio y televisión, desde que denunció la forma en la que operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema capitalista, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades, porque, subrayamos, no es tan rentable como su cronicidad.
Si en los pequeños poblados cubanos se pagaban hace más de 50 años sumas irrisorias, para que los médicos promovieran medicamentos de los ya mencionados laboratorios “chiveros”, hace cinco meses se revelaron nuevos datos que muestran en este contexto que las grandes compañías farmacéuticas en Estados Unidos gastan cientos de millones de dólares al año en el pago a doctores.
Esto también hace que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfermedad no sean investigados, lo cual muestra la falta de ética que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, y la acerca a los cánones de la mafia.
Roberts, quien recibió el Premio Nobel junto con Phillip Allen Sharp por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes), que sirve para entender como funciona este ADN y tiene una relación indirecta con el cáncer, dijo al periódico español La Vanguardia que admite que el capital privado estadounidense es muy eficiente, como lo demuestra el espectacular avance de la industria informática, donde financia la investigación básica y aplicada, pero respecto la salud humana tiene reservas, porque no puede depender tan solo de su rentabilidad económica.
“Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas. Estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
“He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad.
La cuestión es solo hay interés en sacar dinero, por lo que la investigación es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que hacen crónica la enfermedad y llevan a una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
Cierto, es una grave acusación que está respaldada por el cada vez más alto índice de las ganancias de la industria farmacológica.
O sea, es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino solo para convertir en crónicas dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica.
Al respecto, el propio Roberts especifica que se han dejado de investigar antibióticos, porque son demasiado efectivos, y como no se han desarrollado otros los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes.
Cierto, porque hoy la tuberculosis, que había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado en el 2012 a un millón de personas en el llamado Primer Mundo, mientras que en el Tercer Mundo apenas se investigan las enfermedades que lo afectan, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables.
En la entrevista publicada originalmente por el diario español La Vanguardia, el Premio Nobel de Medicina destaca que los políticos al servicio de los grandes capitales no intervienen, porque son sus empleados, y gracias a ellos son elegidos. Y recalca:
“Al capital solo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos –y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas”.
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