Cubanos: Gordos, pero contentos
especiales
Fotos: Armando Santana
Un sondeo hecho esta mañana al azar entre cubanos que se encaminaban a sus trabajos y otras ocupaciones, parece evidenciar que los habitantes de esta Isla, como tendencia, se encuentran satisfechos con su imagen corporal y el exhibir algunas libras de más no les provoca demasiadas angustias.
Es probable que la alta autoestima que acompaña a los cubanos, así como otras preocupaciones referidas a la subsistencia, les hagan relegar a planos secundarios el asunto de su peso corporal, aun tratándose de un asunto también asociado a la salud.
Tanto es así, que el doctor Luis Estruch, vicetitular de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, refirió que el 75 por ciento de las muertes en Cuba son debidas a enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, cáncer, diabetes, tabaquismo, alcoholismo y a la obesidad.
No obstante, Nereyda G., exhibiendo con desenfado las libras que se le escabullen de su pantalón a la cadera, declara a este sitio digital que «yo no me preocupo por eso; hay asuntos más importantes en que tengo que poner mi mente. Además, al cubano le gusta la mujer envueltica en carne. La flaquencia esa, déjasela a las modelos».
Quizás los razonamientos de esta capitalina de 32 años figuren entre los que condicionan que el número de habitantes con sobrepeso en la Isla se haya incrementado en un 20 por ciento durante las últimas dos décadas. Así lo dio a conocer en abril último el doctor Raúl Pérez, director del Instituto Nacional de Nutrición e Higiene de los Alimentos de Cuba, durante el IV Congreso Internacional de Salud y Calidad de Vida, realizado en Holguín.
La anterior estadística se complementa con la ofrecida por el doctor Jorge Pablo Alfonso Guerra, presidente de la Sociedad Cubana de Nefrología, quien asegura que el 43% de la población del país está aquejada de obesidad, padecimiento que cataloga como «epidemia del siglo XXI».
Las cubanas parecen «sufrirla» en algunos casos con mayor insatisfacción que los hombres, guiadas por determinados patrones estéticos, exigencias de la moda y también por enfoques de género y prejuicios. Esteban F., plomero por cuenta propia, fue sorprendido por Cubasí mientras engullía goloso una pizza familiar, y, sin ningún complejo de culpa, limpiándose el puré de tomate que le teñía la comisura de los labios, comentó risueño: «hay que disfrutar, que la vida es corta y complicá».
Con independencia de la situación económica que marca al país y, por tanto, también las arcas de las familias, el tema de una nutrición saludable parece estar demandando de una mayor educación y acciones preventivas. Porque con lo que a Esteban le costó la pizza, 25 pesos, podía haber adquirido guayabas, frutabomba y habichuelas, por ejemplo, más saludables y nutritivas. Pero en tales conductas influyen desde patrones culturales, hábitos y prejuicios, hasta las facilidades y opciones para lograr una comida rápida.
El propio director del Instituto Nacional de Nutrición e Higiene de los Alimentos, doctor Raúl Pérez, ha señalado que «es importante la aplicación de políticas sanitarias y educacionales, que permiten socializar la necesidad de consumir alimentos que mantengan el equilibrio del organismo y eviten el exceso de grasa»; recomienda una «dieta baja en grasas y carbohidratos y rica en hortalizas y frutas, además de realizar ejercicios físicos sistemáticos, como caminar 30 minutos diariamente de forma continua y progresiva».
Como sin duda la obesidad resulta una epidemia mundial, Cuba no se libra de ella, aun cuando, navegando en la Red de redes, puedan encontrarse interrogantes tan absurdas como «¿Y en Cuba existen gordos, a pesar de que existe una cartilla para ir a las tiendas donde les dan todo racionado?»
Paradójicamente, en naciones del llamado primer mundo, la desnutrición igual tiene cabida, y, junto a esta, a la vez se vuelven alarmantes los problemas de salud ocasionados por ingerir la conocida comida chatarra. Una internauta lo define de manera ejemplar apelando solo a su experiencia de vida: «Los
estadounidenses y europeos no estamos gordos por comer mejor, estamos enfermizamente gordos por comer siempre comidas envasadas llenas de grasas saturadas y otros añadidos poco saludables que supuestamente hacen la comida más sabrosa. Hasta que se coge sobrepeso (40% de la población), hipertensión (50%), diabetes (20%)…»
La obesidad, entendida como el incremento excesivo de la grasa corporal, constituye al decir de los entendidos, el problema nutricional de mayor prevalencia en el mundo desarrollado, y afecta en algunos países entre el 25 y 45 por ciento de la población adulta. Se asocia a enfermedades del corazón, la diabetes mellitus, padecimientos cerebro vasculares y trastornos lipídicos, que se encuentran con frecuencia asociados con la obesidad. Su origen es multifactorial, desde condicionantes genéticas hasta hábitos y factores socioculturales, entre los que se inscriben la calidad de la nutrición, el sedentarismo y las alteraciones psicológicas.
La otra cara de esa moneda es la anorexia, y, felizmente, en Cuba no se han dado casos como el del adolescente colombiano Daniel Monsalve Marín, de 14 años, cuyo caso conmocionó a muchos este septiembre. Luego de que el médico le diera solo 20 días de vida al muchacho, quien se negara a comer por ser objeto de burlas de sus compañeros de clase, su madre acusó a la máxima autoridad del centro: «Señora rectora, me mataron a Daniel en el colegio».
Felizmente, Daniel pudo ser rescatado de su crisis que le llevó en los peores momentos a declarar: «Yo no quiero vivir, yo me quiero matar, todo el mundo me odia, yo soy muy gordo». Sin embargo, el obituario de personas jóvenes que han perdido la vida atrapadas en crisis de anorexia-bulimia es escandaloso y crece por día en el orbe.
Estudios internacionales realizados entre 2006 y 2010 revelan que en ese lapso, de entre 17 mil 272 pacientes valorados, sumaron cerca de 755 los fallecidos a causa de trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia.
En esta mayor de las Antillas, no obstante las carencias objetivas, cada vez se va abriendo paso una mayor cultura a propósito del binomio alimentación-calidad de vida, y desde hace años, es usual tropezarse con ciudadanos de muy distintas edades, practicando ejercicios al aire libre o corriendo en espacios abiertos, incluido el conocido Malecón habanero.
Aunque cubanas y cubanos no «cogen demasiada lucha» con sus libras de más, sin alcanzar conductas lamentables como la arriba descrita, la obesidad y la necesidad de una nutrición sana es también una preocupación que se traduce en acciones a nivel de gobierno, como ha subrayado el doctor Orlando Landrove, jefe del programa nacional de las enfermedades no transmisibles, quien insiste en el fortalecimiento de acciones de promoción y prevención,
encaminadas a evitar la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles y sus secuelas, estimulando hábitos saludables de vida.
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