EN GALERÍAS: Expo sin concepto

Uno lee la especia de declaración de principios que encabeza esta exposición (¡Atención! Esta exposición no tiene concepto y está mal curada. El artista y la galería no se responsabilizan con las consecuencias que esto pueda traer para su estabilidad mental.) y sabe que todo esto es un gran juego. Un juego muy serio, que conste; porque esta Expo sin concepto es rabiosamente conceptual, todas las piezas proponen un mensaje que a veces es diafanamente explícito (agresivamente explícito, sardónicamente explícito) y otras veces serpentea entre diversas y hasta contrapuestas lecturas. Lázaro Saavedra hace un retrato intencionado y perfectamente reconocible de su contexto social, que obviamente es el nuestro, ampliando el habitual espectro temático. Aquí se da el tan cubano "chucho", hay burla socarrona e irreverente, hay ciertas provocaciones, por haber, hay hasta pedradas... Y también es posible encontrar lirismo, metáforas delicadas, crónica sentimental.

Decía que el espectro temático es amplio porque en esta exposición se habla de política, de sociedad, de ámbitos mucho más íntimos, de cultura desde la cultura, de economía, de análisis del discurso, de entretenimiento y otras cosas muchas más. Pero no hay una sola obra "inocente": todas toman partido, incluso las más nobles. El rompecabezas que plantea el trabajo curatorial se constituye en propuesta estética: este laberinto es el de nuestro día a día, que uno asume con disímiles niveles de implicación. Habrá quién se lo tome muy a la ligera, pero puede que alguien llegue a abrumarse. El artista y la galería se lavan las manos. ¿Se las lavan?