Complot en Venezuela: Desde Miami
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Este lunes, el ministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, habló en rueda de prensa difundida por Venezolana de Televisión sobre la captura de otros dos mercenarios colombianos.
Los detenidos son Victor Johan Gueche Mosquera, de 22 años y Erik Leonardo Huerta Ríos, de 18, quienes llegaron el 13 de agosto al territorio venezolano de Valencia, rumbo a la capital del estado de Carabobo.
Cuarenta y ocho horas más tarde fueron capturados en el hotel Guaracarumbo, situado en la carretera Panamericana.
De acuerdo a la información del ministro Torres, los detenidos eran guiados por Alejandro Caicedo Alfonso, el cual impartía instrucciones desde un teléfono móvil en Bogotá.
A los mercenarios les incautaron dos fúsiles con miras láser y fotos de Maduro y Cabello, junto a uniformes del ejército venezolano, todo a la vista de empleados del hotel antes citado y en el que les entregaron las armas.
El ministro además puntualizó: “el cerebro de toda esta operación es Luis Posada Carriles”, “yo vengo denunciado que esta conspiración se viene urdiendo desde Miami y por gente en Bogotá”, así como que Alvaro Uribe Velez, sin duda, “tiene conocimiento de todas estas cosas que están ocurriendo aquí”.
A pesar de los sombríos antecedentes y de las más recientes pruebas, este martes la televisora CNN y El Nuevo Herald se atrevieron a poner en duda el valor de lo revelado.
Sin embargo, no resaltan o minimizan un significativo detalle, mencionado en su rueda de prensa por el ministro venezolano del Interior, Miguel Rodríguez Torres.
Fue cuando dijo que el Servicio de Inteligencia de Colombia prestó colaboración a Venezuela “para identificar a los individuos anteriormente mencionados, quienes formaban parte de un grupo delictivo”.
No obstante, al narrar lo sucedido El Nuevo Herald desplegó en su edición de este martes un titular que reza: “Poco creíble el complot contra Maduro”.
La CNN, para no ser menos, indicó que el ministro Rodríguez Torres anunció la detención de dos colombianos “presuntamente” activos en una banda de sicarios.
Después, y muy a pesar suyo, la CNN expuso que tras el anuncio “la Dirección de Inteligencia de Colombia fue quien le proporcionó la identidad de los “supuestos” sicarios.
Haciendo aún más contradictorias sus venenosas sutilezas, la televisora finalizó planteando que, tras el anuncio de lo sucedido, “Maduro agradeció la cooperación de Colombia”.
Hubo algo curioso. El Nuevo Herald, en su afán por restar credibilidad a la versión de Caracas sobre lo acontecido, echó mano, incluso, a un cadáver político insepulto.
Se trata del titulado secretario general del Partido Acción Democrática, Henry Ramos Allup, una entelequia a la que no toma en serio ni la derecha venezolana, el cual, como era de esperar, cuestionó la versión oficial.
Todo lo dicho pone aún más en claro la sistemática, agresiva y provocadora defensa del Herald y la CNN a los promotores de la violencia en Venezuela, un síntoma no precisamente de victoria, sino de frustración.
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