La Columna Deportiva: La era de Miguel Tejada
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A Miguel Tejada muchos lo llaman, en República Dominicana, el “Pelotero de la Patria”. Para este jugador su país nunca parecía estar en segundo lugar, por eso al final de cada temporada de las Grandes Ligas intervenía en el torneo profesional dominicano y, además, participó en las tres ediciones del Clásico Mundial. Sus excelentes números ofensivos quizás en algún momento lo hubieran podido llevar al Salón de la Fama; pero, después de la sanción por dopaje impuesta por la MLB y las vinculaciones con el laboratorio Biogénesis, de seguro no habrá aplausos en la despedida del béisbol de Tejada.
Las dos décadas más recientes de la MLB pasarán a la historia como “la era de los esteroides”. En este período el béisbol “renació” y logró convertirse en un negocio que hoy mueve más de 8 mil millones de dólares anuales; sin embargo, ese “renacimiento” fue impulsado por algunos jugadores que utilizaron sustancias prohibidas para fortalecer sus cuerpos. La lista de tramposos incluye a figuras que tenían asegurado un puesto en Cooperstown, desde Barry Bonds hasta Roger Clemens y Alex Rodríguez.
Este período gris podría tener ahora una denominación alternativa: “la era de Miguel Tejada”, porque el dominicano aparece involucrado en no pocos escándalos que han golpeado la credibilidad del béisbol en el siglo XXI.
Tejada falsificó su año de nacimiento, para poder firmar con un equipo de las Mayores; además, su nombre está asociado al castigo de Rafael Palmeiro por doping; luego admitió la compra de hormonas de crecimiento humano, aunque las “desechó antes de consumirlas”; más tarde, mintió frente al Congreso de Estados Unidos sobre el uso de sustancias prohibidas en el béisbol. Después fue mencionado en el Informe Mitchell y, para completar el nada agradable recorrido, también sostuvo relaciones con el laboratorio Biogénesis.
Con todos estos antecedentes, realmente Tejada había tenido mucha suerte. Tras brillar en los Atléticos de Oakland y obtener el título de Jugador Más Valioso (MVP) de la Liga Americana, en 2002, el dominicano firmó un contrato de 72 millones de dólares con los Orioles de Baltimore. De ahí pasó a los Astros de Houston y, luego, transitó por otros cuatro equipos. Su buen desempeño con República Dominicana, en el III Clásico Mundial, convenció a los Reales de Kansas City que le ofrecieron un nuevo acuerdo económico.
Todo parecía marchar bien para el pelotero de 39 años; sin embargo, esta vez la sospecha se convirtió en realidad: la MLB anunció que Tejada había dado positivo en exámenes antidoping. En su organismo aparecieron anfetaminas y el jugador no tenía “licencia” para utilizarlas.
La política contra el dopaje en las Mayores es sui géneris. Por ejemplo, un jugador puede utilizar Adderall si recibe el permiso de la MLB, porque, supuestamente, esta anfetamina ayuda a combatir el “déficit de atención“. El permiso médico de Tejada expiró en abril de este año, por lo que cuando encontraron restos de la sustancia en dos pruebas, sonaron las alarmas.
El castigo de la MLB al jugador fue el tercero más elevado de todos los tiempos: 105 desafíos sin jugar ni cobrar, 25 por el primer examen y 80 por el segundo. Solo las sanciones por 211 juegos contra Alex Rodríguez y por 119 desafíos a Steve Howe superan la de Tejada.
No obstante, la situación pudo ser peor. Según ESPNdeportes.com, MLB tiene pruebas que sitúan a Tejada como cliente de la clínica Biogénesis, de Tony Bosh. En este escándalo cayeron A-Rod, Ryan Braun y otros 12 peloteros. Tejada tenía dos opciones: apelar la separación y arriesgarse a recibir una condena superior o aceptar los 105 partidos. No era difícil predecir cuál sería su respuesta.
“Admito que cometí un error, pero quiero que la gente entienda una cosa: no estaba consumiendo una droga para tener ventaja en el terreno de juego, ni ser más fuerte o pegar más cuadrangulares. Deseo pedir disculpas a mis compañeros de equipo, a la organización de los Reales y a los fanáticos de la ciudad de Kansas City”, dijo Tejada desde su hogar, en Florida.
La sanción sobre Tejada se extenderá hasta mediados de la siguiente temporada y, aunque el dominicano lo niegue, su retiro está cada vez más cerca. Lástima que el “cuento de hadas” que narra la historia de un niño pobre que vivía en el barrio de Los Barrancones, en Bani, que logró brillar en las Grandes Ligas, donde estuvo en seis Juegos de las Estrellas, ganó un título como MVP y conectó más de 300 jonrones, no tenga un final feliz.
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