Reconstruir el periodismo (I)

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Reconstruir el periodismo (I)
Fecha de publicación: 
13 Julio 2013
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La cifra de periódicos, emisoras de radio, canales de televisión y sitios en internet es extraordinaria. Sin embargo, ¿se corresponde directamente tal abundancia con la pluralidad de ideas? Integrados a la dinámica del mercado, los medios de comunicación se ven reducidos por el factor común del tutelaje de enormes corporaciones –contables con los dedos de las manos- como el Grupo Prisa, el Grupo Clarín (asociado con Goldman Sach) y News Corporation: el imperio de Rupert Murdoch.

 

Ya no solo cumplen con reproducir simbólicamente el sistema. Desde la óptica del negocio, generan considerables dividendos y por tanto, garantizan de manera directa la reproducción del capital.

 

A esta entropía, más bien, tiranía del mercado, se le llama libertad de prensa. La autonomía de los periodistas frente a lo que pueden publicar o no se ha visto reducida, como señalara Ignacio Ramonet hace algún tiempo en su artículo El periodismo del nuevo siglo “se preocupan por lo que se les va a pedir, y más si lo que se les pide entra en contradicción con lo que piensan.”

 

La noticia como bien de consumo tiene que realizarse socialmente. Tales concepciones hacen de lo noticiable lo más vendido, aun con una dosis de credibilidad mínima, y con el imperativo de la veracidad prácticamente fuera de circulación. La primicia y el morbo son esenciales en la trama.

 

El diario español El País –sucursal de Prisa- protagonizó uno de los ejemplos más recientes donde la “exclusiva” aplastó las normas elementales del periodismo, cuando el 23 de enero del 2013 publicó una foto falsa del ex presidente venezolano Hugo Chávez.

 

Pero el cuestionamiento de un modelo de prensa determinado, y de un sistema de comunicación, supone también abrir una puerta al debate sobre el sistema social mismo.

 

“En la comunicación social, la relación entre dos sistemas, o entre sus elementos, pueden ser sesgados por las acciones o influencias de otros sistemas o elementos. Es a esto lo que llamamos mediación”, tal lo explicó Julio García Luis en su investigación La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos.

 

Surge la necesidad de replantearse la manera de concebir el periodismo, en una sociedad en crisis que ha dejado de verse representada en sus medios de comunicación tradicionales. ¿De qué paradigmas asirse entonces?

 

La alternativa: ¿Existe un modelo de prensa socialista?

 

Al hablar de modelo de prensa socialista se alude a un proceso revolucionario no solo en el sistema de comunicación, sino también en el sistema social, debido precisamente, a su interdependencia.

 

Con la propiedad social sobre los medios de producción, ya la prensa no estaría a merced del mercado.

 

Las personas, la sociedad en general, se convertirían en el elemento regulador fundamental de la actividad periodística y de la comunicación masiva.

 

De esta manera, puede reivindicarse la esencia y función principal de los medios, que no es –como parecen asumir muchos últimamente- generar ganancia para unos pocos, sino que, como define el Código de Ética de la UNESCO (1983): “La tarea primordial del periodista es servir a la población en su derecho a la información veraz (…) La información se comprende como un bien social y no como un simple producto.”

 

Dada su esencia mercantil, el modelo liberal es incapaz de cumplir con estos preceptos al dirigir los contenidos no a personas, sino a consumidores.

El socialismo se construye sobre la base de la participación social, y la prensa resulta ser la vía idónea para visibilizar todas esas voces. Se empeña, sí, en generar ganancias, pero del tipo intelectual y educativo, como guía para la reproducción de valores inherentes a la sociedad nueva. Así, la agenda mediática iría por derroteros distintos a la corriente impuesta por la subasta inercial de contenidos.

 

Pero asumir el modelo de prensa socialista, asumir la construcción de una sociedad socialista, implica un cambio paulatino de ideología, entendida como la concepción del mundo presente en todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva, según el teórico marxista italiano Antonio Gramsci.

 

En el caso de Cuba, enfrascada en la construcción del socialismo y de un modelo de prensa acorde con tales concepciones, Julio García Luis, en su conferencia El discurso de los periodistas en Cuba hoy, advirtió que la prensa socialista “no puede sustentarse en el engaño, en la manipulación de símbolos, sino en la adecuada información, interpretación, persuasión y convencimiento de la mayoría protagónica.”

 

Se trata, en primera instancia, de adoptar una posición contracultural, es decir, contrahegemónica, toda vez que el sistema imperante es el modo de producción capitalista y su modelo de prensa liberal. Desterrar ese modelo de prensa hegemónico no es cuestión de años siquiera. No es medible en tiempo, sino en condiciones históricas.

 

No existe una teoría sólida de la prensa en el socialismo porque no existe una teoría sólida sobre socialismo. Las anotaciones de pensadores como Marx, Lenin, Gramsci, Luxemburgo, y otros de la misma línea, con respecto al tema de la comunicación masiva resultan, aunque útiles, insuficientes. No obstante, esto no implica que haya que renunciar a la creación de un modelo de prensa alternativo al liberal.

 

Hasta ahora, todo es búsqueda y adecuación, por eso, más que en modelos, el camino socialista radica en encontrar una guía, que debe responder a las propias condiciones de la sociedad que haya decidido emprender la construcción del socialismo, para la cual sería nefasta la copia mecánica de patrones; tal lo demuestra la historia.

 

¿Alternativa o necesidad?

 

Ante todo esto, la pregunta es si la construcción de modelos de prensa socialistas puede considerarse solo una alternativa y no una necesidad. ¿Hasta dónde tenemos la prerrogativa de escoger en las circunstancias actuales?

 

Se impone la renovación de un periodismo que rescate los paradigmas éticos que lo hacen el espacio por excelencia para construir la democracia y el consenso social.

 

Más que una alternativa, es una necesidad pues supone pensar el Periodismo, la Prensa –con mayúsculas-, y su esencia comprometida con el servicio público, con la gente común que espera verse representada.

 

Se trata, otra vez, de optar por la libertad o por la dependencia. Conservar la libertad de Cuba implica, en las circunstancias actuales asumir las claves para emprender el camino hacia la construcción del modelo de prensa socialista como garante de la independencia cultural y, por tanto, de la soberanía toda.

 

La dependencia no es más que el sometimiento a la tiranía mercantil, asumir obedientemente, en definitiva, los dictados de entes (corporaciones, organismos internacionales…) que reproducen los valores del sistema hegemónico, y anulan la autodeterminación. No se puede, bajo tales preceptos, construir un modelo de desarrollo propio. Sería negar la existencia de la nación.

 

Sencillamente, la clave está en construir el periodismo que necesita la sociedad, el periodismo democrático (con la gente y para la gente), y no sometido a la dictadura del mercado.

 

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