La modificación del sistema competitivo en el extinto campeonato nacional, y el regreso a la Serie del Caribe luego de medio siglo de distanciamiento, constituyen pasos importantes dados por el béisbol cubano hacia un mayor desarrollo.

El nacimiento de la nueva estructura del clásico beisbolero doméstico en la Isla Caribeña estuvo marcada por infinidad de críticas de especialistas y aficionados, pero a la larga la idea de insertar una segunda ronda con ocho equipos reforzados, probó su validez en pos de aumentar la calidad de la justa.

Luego de una primera etapa cargada de emociones en la lucha por la clasificación, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Matanzas, Industriales, Villa Clara, Ciego de Ávila, Isla de la Juventud y Pinar del Río incursionaron en una lid élite que–lejos de ser perfecta-, renovó el interés por el pasatiempo nacional.

A pesar de sufrir la ausencia de elencos tradicionales como la escuadra industrialista o Santiago de Cuba, por solo citar dos ejemplos, también la postemporada reservó pasajes memorables que quedarán grabados en la memoria de la afición por muchos años.

Los duelos de los lanzadores Freddy Asiel Álvarez y Noelvis Entenza en la semifinal Villa Clara-Cienfuegos, o el dramático jonrón de Ariel Pestano que devolvió la gloria a los Naranjas con 18 años de espera, entre otros sucesos dignos de mención, dejaron profunda huella en los amantes del béisbol en Cuba.

Sin dudas, la pasión por el deporte nacional late fuerte en el corazón de los cubanos, pero algunas “arritmias” detectadas durante la temporada obligan a dirigir el foco de atención los problemas existentes antes que se salgan de control, en pos de garantizar un espectáculo de excelencia.

La disciplina en los terrenos y el trabajo arbitral sacaron las notas más bajas en la última campaña beisbolera, sobre todo en los “play off”, con más de un partido empañado por conatos de violencia protagonizados por entrenadores y atletas, así como también por el negativo ejercicio de los imparciales.

Otro asunto a tener en cuenta de cara a las venideras ediciones de la Serie Nacional guarda relación con la necesidad de adelantar la fecha del comienzo del certamen, para evitar que las lluvias primaverales se conviertan en protagonistas del espectáculo.

El decepcionante desempeño del equipo Cuba en el III Clásico Mundial, en el cual cayó por el pase a las semifinales ante el seleccionado de Holanda, demuestra que el béisbol en la Isla Caribeña precisa de un revulsivo para abandonar el estado de estancamiento en el que se encuentra.

Se avecina una intensa temporada internacional, con presencia cubana en el tradicional torneo de Rótterdam, en Holanda; la segunda edición del tope amistoso con Estados Unidos luego de su reactivación el pasado año, y otro campeonato en tierras canadienses.

Esas justas podrían resultar de utilidad para probar nuevos talentos y limar asperezas técnico-tácticas en un contexto beisbolero distinto al existente en la Serie Nacional, con el objetivo de preparar el relevo y trazar desde ahora la estrategia de cara al Clásico Mundial de 2017.

Por otra parte, la participación del campeón nacional Villa Clara en la Serie del Caribe de 2014, en Venezuela, marcará el retorno de Cuba a esas lides, en otro paso por acceder a un marco competitivo más exigente, además de brindar el necesario incentivo a los monarcas del certamen doméstico.