"Perdí toda esperanza", dijo el afgano Obaidula, uno de los detenidos en la cárcel de Guantánamo que desde el 6 de febrero se encuentra en huelga de hambre, y prometió que, a pesar de las dificultades, los presos "continuarán con su ayuno hasta que sean tratados con dignidad".

"Once años de mi vida me han sido secuestrados y ahora, con sus últimas acciones, las autoridades también han tomado mi dignidad y han faltado el respeto a mi religión", escribió el detenido, según un testimonio de cuatro páginas publicado este jueves por el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

En su declaración, Obaidula, que cuestionó la legalidad de su detención ante la Corte Suprema de Estados Unidos, relató la brutalidad de un allanamiento "inesperado, repentino e irrespetuoso" que tuvo lugar el 6 de febrero en el Campo 6 de la prisión de la base militar estadounidense ubicada en la bahía cubana de Guantánamo, conocido por albergar a unos 130 detenidos sin problemas de disciplina.

Obaidula, de 32 o 33 años, contó que "los soldados confiscaron pertenencias personales de los detenidos" y que el hecho fue "particularmente traumático" para él, porque no había hecho nada "para provocar a las autoridades".

"Más preocupante aún (fue) la forma en que los soldados faltaron el respeto a nuestros ejemplares del Corán", escribió. "Los militares estadounidenses maltrataron las páginas de varios ejemplares del Corán y los manipularon brutalmente. Eso constituye un sacrilegio", explicó.

A partir de ese día, "los guardias comenzaron a ser muy irrespetuosos durante nuestros tiempos de oración, llamando a la puerta, riendo y hablando en voz alta, abriendo y cerrando las puertas cuando oramos", dijo el preso.

"Perdí toda esperanza, porque estoy preso en Guantánamo desde hace casi 11 años y todavía no sé cual será mi destino", añadió.