La determinación del gobierno bolivariano venezolano —el primero chavista— de copar hasta el último rincón de la nación sudamericana para llevar la verdad, conocer de primera mano cada problema, enfrentar el burocratismo, la corrupción y la delincuencia, y lograr la eficiencia en todos los órdenes, coadyuvará a ganar la indispensable batalla ideológica para construir el socialismo.

No es una tarea fácil, porque se enfrenta a un enemigo vengativo y con un odio visceral a los revolucionarios, con un gran poder económico, dominio de la mayor parte de los medios de comunicación, y que no cesa en sus campañas para crear la inseguridad ciudadana.

Así, compró votos y conciencias de incluso falsos chavistas, insuficientes ante la transparencia de elecciones que dieron una ajustada, pero honesta victoria a la continuación del proceso iniciado por Hugo Chávez.

Respuesta firme y de paz halló la violencia convocada por el mafioso Henrique Capriles, que costó diez vidas, incluidos niños, centenares de heridos y daños a numerosos inmuebles, entre ellos centros asistenciales médicos.

Ello hace recordar las prácticas nazis de antes de la Segunda Guerra Mundial y, personalmente, las comparo con las utilizadas hace unas seis décadas por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos y entes similares europeos para subvertir el orden y derrocar a Mohamed Mossadegh, en castigo por la nacionalización del petróleo iraní.

Pero en Venezuela no pudo ser, y ahora el presidente Nicolás Maduro, con un amplio, renovado e inteligente gabinete, emprende la batalla decisiva hacia el socialismo, rechazando la injerencia de Estados Unidos y sus aliados europeos, en tanto subraya una política internacional solidaria e integracionista.

Tampoco contra Chávez

La tremenda campaña mediática, la inflación en la que han intervenido sectores poderosos y la violencia delincuencial contra sus seguidores, no lograron impedir los continuados triunfos del líder bolivariano Hugo Chávez.

Cambios políticos y sociales explican gran parte de su éxito, pero aún subsisten retos, principalmente en lo económico, que el actual mandatario, legítimamente elegido, ya está enfrentando, mientras persiste en medidas para mantener y mejorar las conquistas.

En 1998, los ingresos multimillonarios provenientes del petróleo llegaban a unos pocos, mientras el 44% de la población vivía en la pobreza, y hoy ha bajado al 20,7%.

De 80%, la población con agua potable ya subió al 97%, con un alcantarillado que alcanza al 90% de los hogares.

Con la renta petrolera, el gobierno financió las distintas misiones bolivarianas, como Barrio Adentro (salud), Mercal (protección alimenticia), Robinson y Rivas (educación), Habitat (acceso a la tierra y reordenamiento urbano), Agrovenezuela, Vivienda, Saber y Trabajo (empleo), y muchas otras que han calado en los sectores populares.

Optimismo ante los desafíos

El gran desafío se encuentra en la diversificación de las exportaciones y sustituir gran parte de las importaciones para reducir el déficit fiscal.

El petróleo es responsable de más del 90% del flujo de las divisas extranjeras en el país, y cerca del 50% de los ingresos estatales provienen de la industria del petróleo, por lo que la diversificación y no dependencia de los precios del crudo fortalecerían los planes estatales.

Pero, honestamente, confío en que estos continuarán adelante y con buen ritmo, luego del triunfo de la Revolución Bolivariana en las recientes elecciones presidenciales, logrado con la ausencia del indiscutible guía Hugo Chávez y encarando desabastecimientos de alimentos, sabotajes eléctricos, insultos al Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia y las Fuerzas Armadas, promesas y discursos demagógicos.

Mucho hay más que decir, y se dirá, en la prosecución de las políticas revolucionarias que desenmascararán la esencia reaccionaria del grupo proimperialista que busca restaurar la dependencia de Venezuela al yugo extranjero.

Como expresó el colega y amigo Gustavo Robreño en el semanario mexicano POR ESTO!: «El triunfo de Nicolás Maduro se puede considerar una verdadera hazaña histórica. Una parte sustancial del pueblo venezolano resistió, enfrentó y finalmente emergió victoriosa frente a sus opresores y saqueadores de siempre, ganándose el derecho de seguir adelante».

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