El Chávez nuestro

La última semana ha sido triste. La muerte del presidente Hugo Chávez vistió de luto no solo los corazones del pueblo venezolano, sino también de todos aquellos que respetamos y amamos al mandatario venezolano. Durante los últimos 14 años nos acostumbramos a tenerlo cerca y confiamos en que un mundo mejor para Latinoamérica había comenzado a construirse con él.

Durante esta semana de dolor, hemos visto el amor que supo despertar en su pueblo, y en todos aquellos que veían en él a la figura de Simón Bolívar reencarnado. No niego que me hubiera gustado mucho estar allí, junto al pueblo venezolano para despedir a Chávez.  

En el transcurso de estos días ha sido emocionante ver la fila interminable de personas que lo acompañan en su recorrido final hacia su morada al lado del Cristo al que tanto se aferró en vida o las muestras de respeto por parte de las más de 50 delegaciones que estuvieron presentes en la ceremonia oficial de despedida. Algo que ni sus más grandes opositores han podido pasar por alto. Ahora Chávez es más fuerte porque se multiplicó en millones.

Impactante ha sido además comprobar la fortaleza de Doña Elena, una madre llena de dolor que se aferraba al féretro de su hijo cuando lo llevaban a la Academia militar, y que a pesar del cansancio de los días continúa a su lado. El amor y la unidad de la familia Chávez lo hace más terrenal, sencillo, nuestro, común, un hombre de pueblo.

Estos días han sido útiles para releer, escuchar, recordar anécdotas, discursos, las intervenciones de Chávez en su programa Aló Presidente, los miles de encuentros con nuestro Comandante, su apoyo incondicional al pueblo cubano, su respeto por nuestros líderes históricos.

A mi mente viene entonces la primera vez que conocí a Chávez en el año 1999 durante su visita a la Universidad de la Habana para impartir una conferencia en el aula magna. En ese momento era apenas una estudiante de periodismo y recuerdo que al escucharlo pensé que América Latina estaba pariendo otro Fidel Castro. Luego, y por esas coincidencias de la vida, compartí con él unos breves minutos durante una visita que hizo a Doha, Catar, a finales del 2009. Diez años después ya era un líder consolidado y su palabra era escuchada con atención. En esa ocasión pude comprobar que Chávez no era solo latinoamericano sino también universal. Miles de árabes lo tomaban de bandera por su posición incondicional al lado del pueblo palestino y en contra del genocidio de Israel.
 
A pesar del poco tiempo en que estuvo en la presidencia de Venezuela, logró avanzar en muchos frentes y dio un vuelco de página a la consolidación e integración de América Latina y el Caribe. Él como nadie reinterpretó la historia y la llevó al presente. Nos dejó la sensación de que podemos lograr la unidad en medio de la diversidad. La creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños(CELAC) es un ejemplo. Un mecanismo de concertación política que unió a todos los latinoamericanos y que honró a Cuba, al reconocerle su papel en la historia del último medio siglo.

Sobre su vasta obra se encargarán los historiadores y pensadores políticos de profundizar y traducir al futuro. Mientras, en cada corazón noble de esta tierra Chávez vivirá para siempre.