Clásico Mundial de Béisbol: Buena impresión de Cuba, pero...
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Muy buena impresión causó la selección de Cuba en la ciudad japonesa de Fukuoka, sede del grupo A del III Clásico Mundial de Béisbol, al avanzar a la siguiente fase de manera convincente.
En la ciudad nipona los cubanos cerraron con tres victorias sin fracasos, esta última conseguida ante la escuadra de Japón (6-3), la que ostentaba marca de 3-0 sobre los caribeños en este tipo de certámenes.
Las palmas para el mentor Víctor Mesa y el colectivo técnico de entrenadores quienes impregnaron deseos de jugar y ansias de triunfo a sus jugadores, los cuales desde hace algunos años se mostraban lejos de sus posibilidades reales en el terreno de pelota en competiciones internacionales, sin ganar el bueno en el momento preciso.
Igualmente los halagos por la valentía que se tuvo a la hora de confeccionar este equipo el cual combina hombres establecidos con talentosos jóvenes deseosos de plasmar sus nombres en los archivos estadísticos del más importante torneo beisbolero de la actualidad, a pesar de los criterios de los más avezados y empíricos especialistas del país.
Pero la afición cubana es demasiado exigente si de béisbol se trata, más aún si se ve representada en la magna cita de la disciplina; por eso ronda en las calles cierta mezcla de escepticismo con optimismo acerca de las posibilidades reales del conjunto para avanzar a las semifinales de San Francisco (Estados Unidos), debido a las fisuras mostradas en algunos órdenes del juego.
Y es que a pesar de que la producción ofensiva ha campeado por su respeto contra el pitcheo rival, encabezando algunos apartados por sobre las otras siete escuadras participantes de los segmentos A y B, se notan en ocasiones ansiedad y dificultades a la hora de seleccionar los lanzamientos adecuados para conectar.
En cuanto a bateo Cuba domina el average (320), extrabases (11), hits (33) y carreras impulsadas y anotadas (23).
Sin dejarnos obnubilar por las victorias y sin demeritar la actuación de los cubanos, lo cierto es que el pitcheo contrario tampoco se mostró a la altura de lo esperado, sobre todo en el grupo de Cuba, en el cual además de los locales estuvieron Brasil y China.
Fuera de la excelente labor de los lanzadores caribeños, quienes promediaron para 1,08 carreras limpias, los japoneses no presentaron las credenciales que le precedían dada la calidad de su pitcheo y culminaron con 3,46; los brasileños (5,19) y los del Gigante Asiático (7,04). Todos estuvieron muy por encima de lo permisible.
A esto súmese que la ofensiva rival tampoco tuvo un trabajo meritorio: los anfitriones solo promediaron para 217 de average, mientras que la nación sudamericana y la china lo hicieron para 212 y 146, respectivamente.
Por todo esto no deben lanzarse campanas al vuelo hasta que no se midan con la escuadra de Holanda (2,08/216), verdugo dos veces del conjunto cubano en el Campeonato Mundial de Panamá 2011, incluido el desafío por la presea de oro.
A las semifinales también avanzó, por el segmento B, el equipo de Taipei de China (2,42/274), el cual ha causado muy grata sensación por su sistema de juego y la forma física de sus jugadores. Asiáticos y holandeses dejaron fuera a Corea del Sur (2,08/237), echando por tierra los pronósticos precompetencia que la daban como segura favorita para avanzar.
Para aspirar a reeditar la final de 2006, cuando se logró la plata ante Japón, habrá que dominar casi a la perfección todos los órdenes del juego: pitcheo, defensa y ofensiva.
Elementos importantes también serán la disciplina técnico-táctica en el terreno, la coherente selección de estrategias y valiente decisión a la hora de darle juego a quien realmente rinda, según ha expresado el propio mentor en reiteradas ocasiones.
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