Las “buenas intenciones” de Obama

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Las “buenas intenciones” de Obama
Fecha de publicación: 
20 Febrero 2013
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Corría el año 2008, un hombre aseguró que el cambio era posible y él la persona indicada para lograrlo. Afroamericanos, inmigrantes, mujeres, los estadounidenses creyeron en el Yes, we can. Llega el 2012: la supuesta transformación no es visible y el mismo hombre asegura que cuatro años era muy poco tiempo y que aun puede hacer mucho por el bien de la nación y su pueblo. Este le da, nuevamente, los votos de confianza necesarios.

 

Obama mantiene así su asiento en la Casa Blanca e inicia un nuevo periodo de mandato con una agenda ambiciosa. Crear empleos y mejorar los salarios; controlar la venta de armas; impulsar una reforma migratoria son los trabajos de Hércules que se plantea el presidente.

 

Más empleo y salario, pero ¿cómo?

 

Barack Obama enfatizó en la importancia de crear empleos como una clave para salir del estancamiento económico. También destacó la necesidad de subir el salario mínimo federal hasta los nueve dólares la hora:

 

"Este simple paso elevaría los ingresos de millones de familias trabajadoras (…) significaría clientes con más dinero en sus bolsillos", aseguró.

 

El ideal propuesto es una sociedad donde ningún trabajador a tiempo completo viva en la pobreza, con pequeños negocios florecientes y una clase media en continuo crecimiento.

 

Sin embargo no logró explicar cómo alcanzar esas metas. El camino para producir el gran cambio que desde 2008 promete Obama sigue aun a oscuras. Aunque tampoco hay mucho apuro, el tiempo propuesto para erradicar la pobreza es de dos décadas.

 

Como parte de su estrategia para reactivar el motor de la economía está destinar quince mil millones de dólares a programas de construcción. Propone grandes costos que elevarán el déficit presupuestario, cuando el Congreso ya se ha muestreado renuente a aumentar el gasto público.

 

“Envíenme un proyecto de ley de reforma migratoria”

 

Los once millones de indocumentados que actualmente viven en Estados Unidos siguieron con atención las palabras de Obama sobre la reforma migratoria, una de las principales promesas incumplidas por su administración.

 

El presidente exhortó al Congreso a enviarle en los próximos meses un proyecto de reforma, que brinde a los inmigrantes la opción de naturalizarse y reduzca el tiempo que actualmente tardan muchos trámites migratorios.

 

Muchos inmigrantes vieron en el Discurso una esperanza, otros lo encontraron vacío. No se puede olvidar que durante el primer mandato de Obama el número de deportados fue superior a los 400 mil, cifra sin antecedentes en la historia del país. Es difícil confiar en las propuestas del presidente estadounidense.

 

"Grupos bipartidistas en ambas cámaras están trabajando diligentemente para redactar un proyecto de ley. Celebro estas gestiones (…) Pues bien ¡acabémoslo de hacer! Envíenme un proyecto de ley de reforma migratoria integral en los próximos meses y lo voy a promulgar de inmediato", señaló Obama en su Discurso sobre el Estado de la Unión.

 

Más que “buenas intenciones” lo que se necesitan son propuestas creíbles y fuertes, que puedan salir triunfantes en un Congreso dividido en dos partidos antagónicos, dispuestos a rechazar cualquier opción proveniente del contrario, por muy buena que esta sea.

 

El destino de millones de indocumentados depende ahora de la capacidad de los representantes de ambos partidos de llegar a un acuerdo.

 

El dilema de nunca acabar

 

De por sí en su Discurso Obama no llamó sinceramente a una unión real de los esfuerzos de republicanos y demócratas. Más bien fue el inicio de la campaña para los comicios legislativos de 2014, cuando el presidente espera que su partido controle la Cámara de Representantes.

 

Solo cuando las dos piernas de Estados Unidos acuerden caminar juntas en la misma dirección, y no en opuestas, el reelecto mandatario vencerá alguno de los desafíos que se plantea. Pero por lo visto, esto no sucederá pronto.

 

En la voz del senador Marco Rubio, los republicanos respondieron al Discurso del demócrata, criticando sus propuestas a favor de otras completamente contrarias. Rubio rechazó la opción de subir los impuestos y defendió el derecho a portar armas, amparado en la Constitución.

 

De igual manera pidió una enmienda a la Carta Magna para que sea obligatorio tener un presupuesto equilibrado, lo que negaría de plano varias de las propuestas de Obama para el desarrollo económico.

 

Paz en Estados Unidos, guerra en el mundo

 

El momento en que Obama, aseguró que las víctimas de violencia de armas "merecen un voto" se convirtió al instante en el más aclamado de su Discurso. Acompañaban en la tribuna a la primera dama, Michelle Obama, familiares de víctimas de la violencia, incluida una profesora del Instituto de Newtown (Connecticut) en el que 28 personas murieron en un tiroteo en diciembre.

 

El llamado a aprobar leyes para controlar el acceso a las armas fue el mejor recibido por el pueblo estadounidense. Disminuir los índices de violencia en su país es esencial para el presidente en su segundo periodo de gobierno.

 

Pero Obama también desea la paz para el resto del mundo y el fin de terrorismo. En el Discurso del Estado de la Unión aseguró que la guerra en Afganistán culminará en 2014 y anunció el regreso a la patria de 34 mil uniformados.

 

"Podemos decir con confianza que Estados Unidos terminará su misión en Afganistán y lograremos nuestro objetivo de derrotar al núcleo de Al Qaeda (…) y formar un país unificado y soberano ", destacó.

 

Mientras Obama terminaba su discurso el gobernador de la provincia afgana de Kunar, Fazlullah Wahidi informaba que un ataque de la OTAN, liderada por Estados Unidos, había matado durante un ataque aéreo a diez civiles, de ellos cinco niños.

 

“Fuerzas extranjeras llevaron a cabo el ataque sin informarnos”, declaró el gobernador.

 

No es necesario añadir más.

 

La ausencia de América Latina

 

Tal parece que el continente latinoamericano desapareció del mapa, o al menos así lo consideró Obama. Desde la formación de Estados Unidos como país los discursos presidenciales han adornado sus intereses sobre las naciones del traspatio, pero esta vez nada se dijo al respecto.

 

El presidente solo se refirió a Latinoamérica para expresar su intención de completaruna zona de libre comercio con Asia y el Pacífico, incluyendo solamente a Chile, Perú y México. Este último, fue mencionado también por sus relaciones fronterizas.

 

De este silencio se desprenden dos cosas: Estados Unidos quizás comienza a entender que los pueblos latinoamericanos ya no toman sus palabras como órdenes pero, con seguridad, no está dispuesto a reconocer esta nueva independencia de América Latina.

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