ENTREVISTA: Lisandra Guerra, “me falta la medalla olímpica”
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La ciclista matancera Lisandra Guerra tiene ahora 25 años y acumula ya títulos y medallas a nivel centroamericano, panamericano y mundial. Como si todo lo anterior fuera poco, terminó sexta en la prueba de velocidad de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. A solo días de partir para la segunda Copa del Mundo de esta temporada, accedió a conversar sin bajarse de su bicicleta.
Todos recordamos tu última actuación en la capital británica, donde estuviste a un heat de pasar a semifinales. ¿Qué te faltó?
La rival que me tocó tiene un altísimo nivel y faltó un poquito de pensamiento técnico-táctico. Lo reconozco. Debí percatarme que ese día no estaba corriendo bien cuando me tocaba delante. No obstante, fue una experiencia única haberle podido ganar un heat y rozar las medallas.
¿Qué aspiraciones tienes para este ciclo 2013-2016?
Lo más inmediato es participar en Aguascaliente, México, en la segunda Copa del Mundo, clasificatoria para el campeonato mundial. Y el objetivo sigue siendo el mismo: ser medallista en todos los certámenes y luchar siempre por el oro. Quizás en este ciclo compita más en la velocidad olímpica (pareja con Laura Arias), aunque me concentraré en la velocidad individual y el keirin.
¿No has pensado ser madre todavía?
Si hubiera subido al podio en Londres, me hubiera tomado un descanso para ser madre, pero sigo en la bicicleta porque me falta la medalla olímpica que aspiro a obtener en Río de Janeiro 2016.
¿Alguna vez has tenido ganas de dejar el ciclismo?
Sí, claro. Eso nos pasa a todos en un momento. En lo personal, experimenté desmotivación y deseos de dejarlo todo después de los Juegos Panamericanos del 2007 cuando no obtuve el resultado que quería. Dejé de entrenar tres meses, pero al regresar dije: voy a estar aquí hasta que tenga fuerzas y ganas. Y ninguna de las dos cosas faltan ahora. Imagínate que el fin de año fui a Santiago de Cuba y llevé la bicicleta porque no puedo dejar de entrenar.
¿El cambio de entrenador puede influir en algo?
No. Es cierto que entrené mucho tiempo con Héctor Ruiz, nombrado recientemente comisionado, pero mi actual entrenador, Florencio Pérez, fue el primero que tuve cuando llegué a este velódromo y conoce mis características personales. De lo que se trata es de mantener lo alcanzado y para eso, además del entrenamiento en Cuba, quizás deba regresar a la beca del Centro Mundial de Ciclismo, en Suiza, a finales de este año.
¿Cómo valoras el nivel actual de este deporte en el mundo y el fantasma del dopaje que lo rodea siempre?
Es innegable que hay un nivel más alto hoy al de hace cinco años, porque han mejorado los sistemas de entrenamiento y además hay más interés de algunas federaciones nacionales, a partir de que han puesto más dinero. Sin embargo, para países como nosotros, la realidad es que el ciclismo se ha vuelto más caro (una bicicleta puede valer hoy entre 7000 y 9000 dólares) y más tramposo. Contra eso solo nos queda entrenar y demostrar el verdadero talento que tenemos.
¿Entonces, tendremos Lisandra para ratos?
Por supuesto, y haciendo honor a mi apellido, dando mucha guerra.
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