Las Memorias de Daniel (V): Hombres de la CIA en Cuba: El Feo
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El feo era uno de esos tipos de apariencia insignificante. Cuando le conocí tuve la impresión de que se trataba de un hombre tímido, pensé, a este seguro le quitaban la merienda en el receso sus condiscípulos.
En realidad, ese hombre muy delgado y de rostro nada agraciado, era el Jefe de la Oficina de Asuntos Políticos y Económicos de la SINA. Reía poco y le gustaba ejercer su poder, sobre todo con los mercenarios cubanos que revoloteaban constantemente a su alrededor. Se jactaba de ser un hombre de derecha y conservador. Solía decir que no estaba afiliado a ningún partido, ni al Demócrata, ni al Republicano, que su militancia era estadounidense.
Llegó una mañana sin avisar, vestía una camisa azul, pantalón negro, zapatos clásicos, llevaba puesta una corbata roja y un sello con la bandera norteamericana en el cuello de la camisa. Le hice pasar, se sentó en una de las butacas de la sala y se presentó, Robert Blau, nuestros amigos recomendaron que le visitara, mi intención es establecer contacto para que nos diga cuales son las necesidades que tiene, no para el trabajo, sino personales, si necesita que unos buenos amigos que le aprecian mucho le ayuden, es a través de mí que puede lograrlo.
Mi esposa le sirvió una taza de té, el hombre la probó contuvo una mueca y depositó con cuidado la taza sobre la mesita, supe después al degustar el té el porqué de la mueca, mi esposa, mujer de campo poco ducha en la elaboración de esa infusión, había sobrecargado de tal forma el brebaje que aquello era intomable. Bob no volvió a tocar la taza.
Se acomodó en la butaca, cruzó las piernas con aire de suficiencia y comenzó a hablar con cierto tono doctoral. Los Estados Unidos tienen una misión y hoy que no quedan claras las fronteras, se hace más importante aún.
Bob Blau resultó ser un gran conversador, narró con lujo de detalles su visita a Fort Leavenworth, uno de sus sitios predilectos, al visitar el lugar frente al Misuri en el estado de Kansas siento una gran exaltación espiritual, dijo, en ese lugar hay colocadas placas en memoria de los soldados estadounidenses que cayeron en Little Big Horn, donde el famoso Séptimo de Caballería de George Armstrong Custer fue exterminado por los indios y en recordación de otras batallas que tuvieron lugar en las fronteras de los territorios colonizados. Esa fue un día la frontera del Imperio, aseguró sin sonrojo.
Allí vivieron hombres meridianos en la historia americana: George A Custer, Douglas MacArthur y Dwight D Eisenhower. El rostro le resplandecía de orgullo al mencionarlos. Leavenworht fue el lugar del que salió el primer grupo de hombres blancos a colonizar el territorio indio, fue el punto de partida del Destino Manifiesto, en este sitio se comenzó a preparar a los oficiales, en una escuela fundada por Sherman, para luchar en el nuevo campo de operaciones que era el extranjero, cosa que hicieron en1898 cuando libertaron a Cuba de España. De allí partieron las tropas que invadieron a México.
Leavenworth es la nueva frontera mundial, ahora que la tecnología ha borrado las distancias, desde allí se brinda información a nuestros militares en cualquier lugar del mundo, de allí salen oficiales todos los días a puntos conflictivos en el mundo entero, hoy sabemos más de Honduras, Nicaragua, Mozambique o Paquistán que sobre Kansas en la época de la colonización, el Tercer Mundo se ha convertido en algo así como el Lejano Oeste. Pensé que bromeaba pero nada de eso, hablaba con la fuerza de la convicción. Mantenía una postura algo forzada en la butaca, tratando de aparentar marcialidad.
Así estuvo por espacio de 10 minutos más enumerando los peligros que para la democracia significaban gobiernos totalitarios como los de Chávez y los Castros, confesó no ser muy partidario de la lucha pacífica. Costaba trabajo situar en un escenario de violencia a ese hombrecito con facha de niño abusado.
Defendió con vigor la política exterior del Presidente George W Bush, dijo ser un hombre convencido del papel destinado a los EEUU en el mundo de hoy como garante de la libertad.
Sacó papel y lápiz y a rajatabla dijo, ¿Cuánto necesitas le solicite a los amigos?, frotó el dedo índice con el pulgar. Puesto de pie le dije bien molesto ¿Por qué me ofendes? Asombrado, tartamudeante trató de explicarse, no le dejé hablar, usted me ha faltado el respeto, yo no acepto dinero que no sea fruto del trabajo, ni regalías, ni ayudas. Se puso en pie, el rostro encendido. No te ofendas, amigo, no pretendí molestarte, por favor, no hubo mala intención, disculpa, parecía que el hombrecillo se iba a desaparecer entre las losas del suelo. No acepto dinero regalado, insistí, mira, tengo principios rígidos en cuanto a eso, dinero sólo por trabajo realizado, como no soy comunista no hago trabajo voluntario, pero cobro por lo que hago.
Bob se deshizo en disculpas, luego agregó, buscaremos la forma de ayudarte. Dame trabajo, le expresé, y verás, te cobraré lo justo, esa es una norma que no se puede obviar cuando tratas con cubanos, hizo un gesto de incredulidad, ya sé lo que vas a decir, atajé, pero recuerda siempre que hay cubanos y cubanos.
Personalmente no volví a conversar con Bob, coincidimos en una reunión con escritores, pero apenas nos saludamos. Mientras estuvo en Cuba mantuvo una actitud militante en contra de la Revolución, involucrándose personalmente en la ayuda a los mercenarios, a pesar de sentir un rechazo físico, que apenas lograba disimular, a todo el que no fuera “blanco” anglosajón. Blau fue sorprendido, junto con el jefe de misión Michael Parmly, haciendo entregas de dinero proveniente de Miami a mercenarios en Cuba lo que fue oportunamente denunciado por la TV cubana. Terminada su misión en La Habana regresó a Washington para trabajar como subdirector de asuntos cubanos en la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, dirigido por Otto Reich.
En el 2008 Washington nombró a Bob Blau en San Salvador como parte de un grupo de embajadores enviados a Centroamérica en el verano de 2008, todos expertos en los operativos secretos del dominio.
Blau era el jefe de la embajada en El Salvador durante las elecciones presidenciales y el delicado cambio de gobierno en ese país. El equipo de Wikileaks ha revelado 1.900 cables secretos de la embajada de EEUU en San Salvador. Todos los cables tienen un solo autor, Robert Blau y por lo que se muestra en ellos “don” Robert Blau no sólo estaba recopilando información, sino dando orientaciones al gobierno, en un claro acto de injerencia en los asuntos internos de esa nación.
Raúl Antonio Capote, el agente Daniel, conversa con un grupo de estudiantes en un preuniversitario de la provincia Artemisa.
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