El sexo en la tercera edad, ¿imposible?

El sexo en la tercera edad, ¿imposible?
Fecha de publicación: 
1 Octubre 2012
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Muchas personas, en su mayoría jóvenes, ven el sexo y la sexualidad en la tercera edad como algo absurdo. La imagen del abuelito y abuelita ocupándose de la compra del pan y otros roles menores en el hogar parece ajustarse a la idea que tienen acerca de la vejez: renunciar a continuar viviendo a plenitud.

 

A propósito de este tema, se originó recientemente un interesante debate en casa sobre la propuesta que hizo la novela brasileña, Passione, en el último capítulo. Me refiero al guiño de los realizadores con el personaje de Brígida, que decidió darle el divorcio a su esposo y en venganza se quedó con el chofer y el jardinero.  

 

¿Es posible que una señora tan mayor pueda con dos hombres? Eso es imposible, fue la respuesta absoluta de los presentes. Mientras, aceptaban gustosos la escena de Berilo con sus dos mujeres.

 

Me pregunto, ¿cómo es posible que aceptemos la situación del hombre joven con sus dos mujeres y en el caso de la anciana rechacemos la idea? ¿Significa entonces que llegar a la tercera edad es sinónimo de dejar de vivir?

 

Intrigada sobre lo que piensan las mujeres, pregunté a varias vecinas. Lo primero que noté fue que el sexo y la sexualidad es un tema tabú, del cual muy pocas quieren hablar, o al menos reconocer que pudieran practicarlo después de los 60.

 

Miriam, una señora que rebasa los 65 años, me aseguró que aunque ella confiesa no necesitar del sexo, sí cree que es muy placentero tener un compañero a tu lado. «No se trata solo de practicarlo, sino de tener a alguien con quien conversar temas afines, recibir un beso en la mañana, un abrazo cariñoso, sentir que eres importante para otro ser humano, en especial cuando los hijos se van de casa».

 

«No me imagino a mi abu casada de nuevo. La verdad es que esa idea es de loco», confesó Susana negando categóricamente con la cabeza.

 

«Creo que para una mujer que ha vivido a plenitud su vida sexual, llegar a la tercera edad con su compañero de toda la vida es algo hermoso. No sé si a los 60 tendré todavía sexo con mi esposo, pero estoy segura de que necesitaré de su abrazo, su mirada», aseguró por su parte Vivian.

 

Tanto jóvenes como adultas coincidieron en no tener mucha información sobre la sexualidad en la tercera edad, aunque sí estuvieron de acuerdo en que la compañía de un ser querido es importante para pasar juntos los retos que depara esta nueva etapa de la vida.

 

Las diferentes teorías sobre la sexualidad

 

Un informe de la Organización Mundial de la Salud asegura que actualmente hay alrededor de 600 millones de personas de 60 años y más. Esta cifra se duplicará hacia el año 2025 y llegará a casi dos mil millones hacia el año 2050, la mayoría en países en vías de desarrollo.

 

Cuba tiene más de dos millones de adultos mayores y se espera un incremento en el 2030 de cerca de tres millones y medio, por lo que el abordaje de la sexualidad en el adulto mayor va cobrando cada día más importancia en nuestra sociedad.

 

En ese sentido, la psicóloga Adela Herrera, de origen chileno, destaca en su trabajo La sexualidad en la tercera edad: ¿mito o realidad?, que en término de salud mental es urgente comprender con claridad los aspectos biológicos y conductuales de la sexualidad en cada etapa de la existencia humana.

 

Para la doctora, lo que sucede es que la mera existencia de manifestaciones sexuales de cualquier tipo en los ancianos es una y otra vez negada, rechazada por los más jóvenes.

 

«En una sociedad que está envejeciendo progresivamente, la sexualidad debería permanecer en una dimensión afectiva, sentimental y relacional durante todo el curso de la existencia, en el respeto del cuerpo y a los aspectos peculiares presentes en cada fase de la vida».

 

Herrera explica que esta es la etapa de las pérdidas y de los temores. Pérdidas de todo tipo y que tienen que ver con el papel productivo, de la capacidad laboral, posibilidad de perder la pareja, los amigos, los hijos, disminución de eficiencia física y de la independencia psicológica.

 

Los temores están vinculados a la soledad, el aislamiento, la incomprensión, la falta de recursos económicos, la discapacidad, la fragilidad y la dependencia.

 

A esto se suma —enfatiza la autora— que en esta etapa se experimentan sentimientos contradictorios frente a la sexualidad, y los temas relacionados con esta evocan actitudes y reacciones muy distintas. Todo lo anterior sitúa al anciano, como individuo y como colectivo, en una posición de evidente debilidad.   

 

La especialista explica que el comportamiento sexual en la vejez depende de varios factores, entre ellos biológicos, hormonales y sociales. En relación a los biológicos, aclara que en el caso de los hombres, la duración e intensidad de su ciclo sexual cambia incluso en ausencia de factores patológicos, mientras en las mujeres todas las fases del ciclo se mantienen, pero con una intensidad menor.

 

La experta agrega que en la mayoría de los estudios epidemiológicos se demuestra claramente que la frecuencia de las relaciones sexuales disminuye con la edad, y algunos autores encontraron que este declinar es mayor en las mujeres que en los hombres. Sin embargo, la mayoría de esas investigaciones valoran la sexualidad del anciano de una forma cuantitativa (frecuencia de las relaciones completas, número de orgasmos), sin considerar los aspectos cualitativos, que son los más sensibles.

 

La psicóloga y pedagoga Carmen Loreto Fernández señala, por su parte, que el declive de las relaciones sexuales de los varones se produce a partir de los 60 años, y la disminución de la actividad sexual aumenta según avanza la edad.

 

Aunque —puntualiza— algunos estudios enfatizan en que muchos adultos mayores se mantienen activos sexualmente y que la actividad sexual más frecuente son las caricias y tocamientos, seguidas por el coito.

 

Los investigadores observaron una mayor actividad sexual en las mujeres adultas que habían tenido un mayor nivel sexual en la juventud. Otros autores explican que con la edad no declina la satisfacción sexual, pero sí disminuyen el deseo y la actividad sexual.

 

Loreto precisa que una variable que influye de manera directa en la sexualidad del anciano es el estado de salud. Pero —agrega más adelante en su artículo— todos los trabajos publicados sobre el tema coinciden en que el sexo es beneficioso para la salud, y la mejora de la salud es fundamental para la práctica del sexo.

 

«Hay que destruir el mito de que los ancianos no tienen interés en el sexo y que, si lo tienen, son obscenos, como si no fuera acaso normal y correcto para todos tener relaciones íntimas hasta el final de la vida», aseguraba Robert N. Butler, quien fuera director del Instituto Nacional de Envejecimiento de Estados Unidos.

 

El también Premio Pulitzer en 1976, con un ensayo sobre la vejez, decía que la medicación, las enfermedades, los prejuicios sociales y la familia del anciano eran los problemas más graves con los que este topa a la hora de reivindicar su sexualidad.

 

Para el renombrado gerontólogo estadounidense, que falleció a los 83 años de edad en el 2010, a medida que uno envejece, adquiere el segundo lenguaje de la sexualidad, y el egoísmo juvenil se transforma a menudo en un mayor sentido lúdico, en más expresividad y amabilidad.
 

Comentarios

Pienso que todo está en dependencia de la autoestima y la personalidad del individuo. Hay personas que envejecen muy temprano por diversas razones. Las hay muy vitales, que necesitan el sexo. Y pienso que es necesario, evita el estrés continuado, permite mayor calidad de vida, la persona es más plena cuando lleva una vida sexual activa. Y, claro, cada edad tiene su manera de manifestarse sexualmente, pero en todas se disfruta. Pobres de quienes se olviden de ello.
El sexo a cualquier edad es bueno. Seas joven o vieja. Así que a practicarlo.
No hay que confundir sexualidad con sexo. La primera es con la que nacemos, la que expresamos día a día desde la cuna a la tumba,o sea, él es un hombre, ella es una mujer, él/ella es homo, bise y todo lo demás que ahora es moda. Pero sexo es práctica, y pocas personas de la tercera edad pueden practicarlo como Dios manda, al menos naturalmente, porque se pueden buscar alternativas para un anciano y ponerle la bombita o darle a tomar viagra y a la anciana introducirle estrógenos conjugados o vaselina en la vagina porque su biología y sus estrógenos ya no le permiten lubricar por sí misma, y eso le quita las ganas al más calientón. Sexo, sexualidad y compañía son conceptos diferentes. No es lo mismo tener sexo que sentirse acompañado. Por eso el sexo sigo pensando es cosa de jóvenes, la naturaleza es sabia.

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