Además del jefe de la misión estadounidense, Christopher Stevens, otros tres diplomáticos de esa legación, que no han sido identificados, perecieron cuando manifestantes enardecidos por la difusión de un filme que consideran insultante para el profeta Mahoma, atacaron con granadas autopropulsadas el consulado en Bengasi, penetraron en la sede y la incendiaron, acorde con testimonios.

Hasta hoy por la mañana, las versiones oficiales tanto de Estados Unidos, como del país anfitrión, aludían a un muerto, cuya identidad no se reveló, y algunos heridos por el ataque a la sede diplomática.

La acción fue casi paralela a una protesta por la misma razón convocada por miembros de la secta islámica salafista en el vecino Egipto, cuyos resultados fueron menos dramáticos.

Los manifestantes egipcios, que arrollaron un cordón policial, se limitaron a arriar la bandera estadounidense e izar un pendón que con letras blancas sobre fondo negro expresa la chajada (profesión de fe islámica): «No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta».

La protesta en Bengasi se salió de cauce cuando la policía disparó al aire para dispersar a los manifestantes, que se creyeron atacados y respondieron al fuego con disparos de granadas autopropulsadas, según informantes.

En las primeras horas de hoy, las actuales autoridades libias aseguraron haber restablecido la calma en el área, pero el crispamiento es tangible y se suma al clima de inseguridad prevaleciente en Bengasi, donde se han registrado varios atentados dinamiteros.

El detonante de la violencia es el filme Mohammeds Trial (La prueba de Mahoma, inglés), producido y dirigido por cristianos coptos estadounidenses, cuyo argumento es considerado insultante, además de que la religión islámica prohíbe la representación y adoración de imágenes por considerarlas idolátricas.

El Islam, junto al cristianismo y el judaísmo, es una de las principales confesiones monoteístas.