A Idania el marido no le pega

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A Idania el marido no le pega
Fecha de publicación: 
5 Diciembre 2019
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Hasta el 10 de diciembre y desde el 25 de noviembre se despliega en Cuba la Jornada por la No Violencia contra las Mujeres.

Para nada es un tema que deba interesar particularmente a las mujeres: la sociedad toda padece de una u otra forma tan grave asunto, pero no todo el mundo tiene claro en qué consiste el fenómeno.

Lo asocian, mayoritariamente, con el maltrato físico, y basta que Él no le levante ni un dedo a Ella para que todos le saluden, le sonrían al pasar y comenten: «qué bien se llevan ellos, ¿verdad?», sin saber que puertas adentro del hogar la vida de la pareja es un infierno.

Una investigación dada a conocer este año por la Revista Cubana de Medicina General Integral evidencia situaciones como la arriba descrita.

El estudio «Caracterización de la violencia doméstica en parejas disfuncionales cubanas», llevado a cabo por Víctor T. Pérez, Tatiana de la Vega, Oscar A. Alfonso y Pablo A. Royano, de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, analizó a 30 parejas relacionadas con el capitalino policlínico «Ana Betancourt» y concluyó que en el 60% de esas parejas existía maltrato psicológico, siendo en todos los casos el hombre quien propinaba ese maltrato.

Idania G. —no quiere que se escriba su apellido— no tuvo nada que ver con esa indagación, pero esta enfermera de Santos Suárez, lamentablemente, también se apunta en la orilla de las maltratadas.

Eso sí, nunca ha llegado con una marca al hospital donde trabaja, ni siquiera un arañazo. Cuando más, se le descubren los ojos un poco hinchados de llorar, pero ella dice que tuvo pesadillas.

Sin embargo, Idania reveló a CubaSí que su esposo, trabajador de una entidad asociada con la metrología y el control de la calidad, en el mejor de los casos, la ignora, y en el peor, se burla de ella, y hasta le ha tirado a la basura los documentos de una maestría en preparación.

«El otro día, cuando llegó de la calle, quiso tomar café y no había, y me vio revisando unas anotaciones; se puso como un loco. Me dijo que yo me pasaba la vida perdiendo el tiempo en vez de hacer lo que me tocaba, que él nunca había tenido una mujer más basura que yo...»

Idania no puede continuar, las lágrimas la sofocan. En la grabación solo se escuchan sollozos que, por sí solos, continúan hablando de años de subestimación, de callado sufrimiento.

A pesar de tanto, la enfermera no se ha separado de su pareja maltratadora y cuando se le pregunta, solo encoge los hombros una y otra vez. Si tiene alguna razón de peso, no la explica.

Pero podría aventurarse que, simplemente, ella considera que sus motivos no son de peso. Tanto es así, que en otro momento del diálogo acota: «...pero él no es malo, chica. Que yo sepa, no anda con mujeres botando el dinero por ahí; se ocupa de la casa, de los hijos; es limpiecito... Hay amigas mías que están peor, te lo aseguro».

En los tantos a favor que le anotó al esposo, nunca dijo que la quería.

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¿Qué es el maltrato psicológico?

Es de los más difíciles de demostrar, pero quienes lo sufren confiesan que a veces es más doloroso que un empujón.

CubaSí, en reiteradas oportunidades, ha abordado el tema de la violencia contra la mujer, pero una vez más es necesario explicar en qué consiste ese maltrato psicológico, a veces tan sutil, que pasa inadvertido para casi todo el mundo. Sin embargo, sus huellas, aunque invisibles, no son menos perniciosas.

Según entendidos en el tema, el maltrato o violencia psicológica es aquella que apunta a la deshonra, descrédito, o al menosprecio de la dignidad y el valor de la persona. Se traduce en tratos humillantes, vejaminosos, y amenazas. El abanico de manifestaciones es amplio: gritos, insultos, gestos y miradas agresivas, intimidaciones y amenazas que suman, entre las primeras, la amenaza de abandono o ruptura de la relación.

A veces, la violencia psicológica entre cónyuges se muestra en la otra cara de la moneda, bajo el traje de la bondad y la protección, pero en el fondo lo que se propone es anular la autonomía personal, el poder de decisión y el autocontrol que ha de tener cada quien sobre su vida.

En consecuencia, desde el consejo supuestamente protector o desde el ruego aparentemente cariñoso, se prohíbe, limita y coarta el actuar de la pareja.

No son todas, pero hay bastante

La investigación citada al inicio de este texto permitió constatar que el 40% de las mujeres estudiadas era víctima de maltrato físico y psicológico a la vez, en tanto el 60% sufría solo psicológico.

No es un hecho aislado. Otra indagación mucho más amplia, la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género, a cargo del Centro de Estudios de la Mujer, de la FMC, y el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE), de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), abarcó un universo de 19 mil 189 personas entre los 15 y 74 años, y sus resultados coinciden con los arriba mencionados.

Las encuestas indicaron a la violencia psicológica como la más señalada, incluyendo en ella los silencios, el ignorarla o desconocerla, los gritos, el limitarle la relación con amistades y/o familiares, y también amenazas, incluso de muerte o suicidio, o ambas.

A nivel mundial, la historia se repite. Indagaciones de organismos internacionales indican que hasta el 70% de las mujeres son víctimas de violencia, lo mismo física que psicológica, durante sus vidas. En América Latina, en particular, cerca del 40% de Ellas ha sufrido violencia física y, en el caso de la psicológica, el 50% declara haber sido víctima de esta durante las relaciones íntimas.

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En días recientes, Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, declaró a CubaSí que «Estamos trabajando, de la mejor manera que podemos hacerlo, en los tiempos que corren, y las legislaciones vienen, eso está contemplado, porque está en la Constitución».

A propósito de la expansión de esa perniciosa violencia, la profesora Clotilde Proveyer, del Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana e investigadora en temas relacionados con la mujer, declaraba a Granma que el tópico «no es privativo de ningún país, de ninguna sociedad, porque tiene que ver justamente con el patriarcado como sistema de dominación. Y esa cultura patriarcal sirve de sostén a las relaciones de género, en las que la dominación masculina es la que impera.

«(...) El Estado revolucionario —agregó— no puede eliminar lo que la cultura patriarcal se ha encargado de construir a lo largo de milenios. La cultura se transforma mucho más lento que las leyes. Por ello, la asignatura pendiente que tenemos, además de crear mejores servicios de atención a las víctimas, es justamente lograr el cambio cultural: lo que está en la mentalidad de las personas».

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