Súbita despedida de Omar

La noticia de la muerte de Omar García Lazo en un accidente automovilístico este 3 de julio ha dejado a muchos una amarga sensación de vacío.

Tuve oportunidad de compartir espacios con él tras su regreso, en 2021, de la misión diplomática en Colombia. La última charla informal en la que coincidimos fue una mañana de los primeros días de junio. Omarito, como muchos le llamaban, argumentaba acerca de la necesidad de no descuidar la preparación ideológica de las nuevas generaciones. Pude ver la importancia que le confería a la formación patriótica desde edades tempranas; consideraba que en ello la escuela debía desempeñar una influencia significativa.

También problematizó frecuentemente sobre la comunicación y las redes sociales digitales. Le resultaba un área afín, pues se licenció en Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en el 2005.

En las últimas horas, la dirección del Partido Comunista de Cuba ha expresado sus condolencias por la muerte de Omar. Así mismo han hecho decenas de sus amigos y compañeros, a título personal y en representación de las instituciones y organizaciones de las que formó parte o con las que estableció vínculos. La Facultad de Comunicación le hizo honor en un post en Facebook. Y el colectivo de CubaSí, plataforma que ha compartido varios de sus textos, también lamenta la tragedia.

En momentos como este, de idas sin retornos, uno recuerda que la muerte es real y que está ahí, acechando.  

La consternación ha secuestrado a muchos. 

Omar murió cumpliendo tareas. Murió trabajando. Murió con el pie en el estribo. Su entrega a las responsabilidades que asumió es digna de admirar.

Súbita despedida
La tierra llora conmigo
tu súbita despedida...
¿¡Cómo celebrar la vida
cuando se pierde a un amigo!?

No tengo canto ni abrigo,
ni cómplice ni maestro.
Mi amigo, que ha sido diestro
en el arte de entregarse,
ha tenido que marcharse.
¡¿Vida...por qué te haces esto?!

Tú Valentía y la mía
ya no cambiarán el mundo.
¡Coño! A ese pozo profundo
al que fue tu alma encendida
¡debía ir una partida

de lastres en tu lugar!
¿Cómo te me fuiste, Omar?
Ahora... ¿cómo me enrumbo?

Versos del joven diplomático cubano José Manuel Labrada