Guardias y niños: víctimas de las balas en Estados Unidos
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Un hombre no identificado, con uniforme militar, es trasladado a una ambulancia el 26 de noviembre de 2025 en el centro de Washington. - Créditos: SEBASTIAN SMITH
Hasta octubre de 2025, según reportan varios medios locales de Estados Unidos, en ese país se han registrado al menos 374 tiroteos masivos, con un saldo de 366 personas fallecidas y 1,667 heridas en lo que va de año. No en balde algunos califican estos sucesos como una epidemia, pues ocurren a lo largo y ancho de la nación, tanto en supermercados como en centros escolares.
El más reciente se produjo a pocos metros de la Casa Blanca, el pasado 26 de noviembre de 2025, donde resultaron gravemente heridos dos miembros de la Guardia Nacional, desplegada por el presidente Donald Trump en lo que especialistas consideran un acto para medir fuerzas del actual mandatario.
Lo más alarmante de este lamentable suceso fue la reacción presidencial: desde su residencia en Florida, Trump catalogó el hecho como un acto de terror. El ataque fue perpetrado por un joven afgano que llegó a Estados Unidos en 2021 en el marco de la Operación Bienvenidos Aliados, un programa impulsado por el presidente Joe Biden y que ha estado en el centro de las críticas de Trump.
En un país donde algunos califican estos sucesos como una epidemia, la acusación de terrorismo se basa, hasta el momento, únicamente en que el atacante —a quien Trump llamó “animal”— es inmigrante y, según informó la CIA, había sido colaborador de esa agencia en Afganistán.
“Tras la desastrosa retirada de Biden de Afganistán, la administración justificó el traslado del presunto atacante a Estados Unidos en septiembre de 2021 debido a su trabajo previo con el Gobierno estadounidense, incluida la CIA, como miembro de una fuerza asociada en Kandahar, que finalizó poco después de la caótica evacuación”, aseguró el director de la agencia.
Este no es un caso aislado ni atípico. En promedio, quienes perpetran tiroteos masivos en Estados Unidos son hombres de 34,4 años de edad, según un informe del Rockefeller Institute of Government, que además señala que los autores son racial y étnicamente diversos, aunque la mayoría son blancos.
La misma investigación concluye que el arma más utilizada es la pistola (73%), seguida del rifle (33%) y la escopeta (15%).
Washington está sumida en el terror, según reflejan medios estadounidenses, que también informan sobre la decisión del presidente de enviar otros 500 miembros de la Guardia Nacional para reforzar a los ya apostados en el distrito desde agosto último.
Este pronunciamiento fue hecho desde Florida, donde el actual secretario de Estado se forjó como político gracias al apoyo de la Asociación Nacional del Rifle (ANR). En 2018, mientras era senador por ese estado, un informe reveló que Marco Rubio recibió 3,303,355 dólares de la ANR, lo que explica su férrea postura en contra de cualquier iniciativa legal que buscara reducir o controlar la portación de armas.
El negocio de las armas sostiene a las élites empresariales y políticas de Estados Unidos, con nefastas consecuencias no solo para africanos, latinoamericanos, europeos o asiáticos, sino también para los propios estadounidenses, víctimas en su propia tierra de una industria que necesita muertes para ser rentable y que es amparada por políticos que publican en redes sociales mensajes de paz y clemencia si el perpetrador es un blanco nativo, o exigen todo el peso de la ley para “el animal que disparó” si es inmigrante. En este caso, rompiendo la tendencia, el atacante no fue abatido por los agentes que buscaban neutralizarlo.












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