El juicio a Trump y su peso en el contexto electoral

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El juicio a Trump y su peso en el contexto electoral
Fecha de publicación: 
7 Junio 2024
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Un juzgado de los Estados Unidos acaba de declarar a Trump como culpable de más de 30 cargos. De inmediato, el expresidente dice que la justa fue amañada y que apelará. Las leyes norteamericanas, no obstante, no inhabilitan a alguien, que sea declarado convicto, a presentarse a elecciones presidenciales, por lo cual el proceso continúa a pesar de todo el revuelo mediático. En realidad, de lo que se acusa a Trump es pequeño, si se tiene en cuenta el peso de lo que sucedió en el Congreso hace años atrás y que estuvo motivado por su negativa a reconocer la derrota y dejar el poder. La sentencia tiene, no obstante, una doble lectura. Por un lado, los demócratas no logran achicar la presencia en los medios y las redes de Trump, que en una semana ha recaudado millones de dólares. Por otro, los republicanos usarán el fallo de la corte para victimizar a su líder y hablar de una persecución política y de esa manera tildar de intolerante, totalitario y corrupto a su contrincante. En el debate está además el tema de la deuda pública, que conduce a los seguidores de ambas agrupaciones a dividirse. Dos proyectos de nación se enfrentan y se contraponen de forma radical, en medio de una crisis de liderazgo que marca a la clase política en su totalidad. 

Haciendo un análisis frío de las posibilidades ante las elecciones, las desventajas del Partido Demócrata podrían facilitar una captura del poder legislativo por los republicanos. El desgaste de las políticas fallidas en el orden interno y la no aprobación de una ley conjunta de emigración, el aumento de la inflación y de los precios de la vida, la ineficacia de los mecanismos de control de los fondos federales que están destinados a la asistencia social, la presencia militar decreciente en otras partes del mundo por la reducción de la influencia norteamericana y el apoyo a guerras que generan gastos y caída del prestigio; han hecho mella en el grupo demócrata que no tiene ahora mismo ni un líder ni una propuesta para sacar el país adelante. Mientras Trump con su acostumbrada retórica de las redes sociales se ha construido una imagen de mesías salvador, Biden no posee arraigo alguno y hasta la edad pareciera no acompañarlo en un enfrentamiento electoral. La apuesta por la fórmula de dicho líder, junto a Kamala Harris, pareciera ser una especie de estertor en el comportamiento de las matrices políticas del momento. Por ello, la implicación de Trump en casos de corrupción y su carácter convicto no harían mucha mella en un probable retorno de la agenda conservadora. 

Pero las elecciones, aunque están a la vuelta de la esquina no son el único escenario que está decidiendo. En realidad, el conflicto empantanado en Ucrania es en estos momentos lo que está moviendo a los actores dentro de la sociedad norteamericana. Sigue siendo polémico que se gasten millones en una opción militar que depende de derrotar al país con el ejército más poderoso y pertrechado del mundo, con muchas más ojivas nucleares que ninguna otra nación. Y eso en términos de política no es una postura realista por parte de Biden, quien ha tomado decisiones erráticas que cuestan caro. Los acuerdos de Minsk, a estas alturas, no van a volver a la vida, porque ya fueron pisoteados y resultan inoperantes, el orden internacional está roto y las instituciones que antes servían al menos como foro de debate ya padecen de altos niveles de politización y de toxicidad. Nada parece indicar que se pueda volver al estatus anterior a la llegada de Biden al poder, ya que dicho poder es mucho menor. 

Con la aprobación de más de lo mismo hacia Ucrania, no solo se bota el dinero y se contribuye a la inflación del dólar, sino que se sostiene a un sátrapa que ya no tiene esperanzas de ganar la guerra como lo es Zelensky. Las elecciones van a sancionar en el plano de la política doméstica todos esos errores que además quien coja el mando en la Casa Blanca no puede arreglar de plano. El temor por un proceder violento de parte de Trump lleva a una porción del electorado a no preferirlo, pero gran parte de los llamados MAGA (Make America Great Again) son personas de la clase trabajadora, que solo ven en el líder republicano a una especie de salvador de la crisis. Esa capitalización del descontento, de la falta de esperanzas, del caos, es muy útil en términos de popularidad. 

Pareciera que nada puede detener a los republicanos en esa carrera hacia el poder, que detentarán en un espacio que no se parece al anterior. Si bien Obama les resultada repulsivo a los conservadores, dejó un país más ordenado en lo interno y lo externo que Biden. La política internacional no estaba quebrada como ahora y el sistema de tratados de la Pax Americana seguía en pie. Solo que ahora todo ha cambiado, los Estados Unidos y el Occidente colectivo están enfrascados en una guerra que no pueden ganar sin escalarla hasta proporciones terribles. 

En el orden doméstico, la deuda es imparable y no se puede corregir sin que caiga todo el sistema económico. La bolsa se basa en el ascenso de los valores especulativos fundados en un valor sin credibilidad del dólar. Ello no quiere decir que esa moneda no posea poder, sino que está sobre un pacto frágil en el cual la Reserva Federal emite billetes y el mundo los compra, sin que medie un peso industrial significativo en la participación de los Estados Unidos en el comercio internacional. El ascenso de China no solo se está produciendo en este contexto, sino en el de otras potencias como la India que pueden situarse por encima de los norteamericanos en las próximas décadas por el volumen de producción y el uso de tecnologías superiores. 

Pero más que las cuestiones electorales, Estados Unidos atraviesa una crisis existencial en la cual le va su naturaleza como nación. Surgido para ser un imperio del comercio y del crecimiento económico, el contrato social se basaba en unas condiciones determinadas de mercado. Entonces, cuando ya eso no sea la ideología imperante porque el mundo se haya movido hacia otro punto, ¿qué será de la república de estados norteamericanos? El no ponerse de acuerdo para una ley fronteriza y haber enfrentamientos entre los gobernadores de los diferentes estados va indicando qué puede suceder en una hipotética crisis política que contraponga a los propios norteamericanos entre sí. La frontera no acepta la apertura total, pero los territorios más costeros y cosmopolitas no piensan en tal crisis y hacen presión para que se les dé otro tipo de trato a los emigrados. El multiculturalismo de los demócratas posee en esa base una de las entidades que refuerzan su postura electoral. 

Si sale electo Trump, habrá política de fronteras cerradas, aislacionismo, nacionalismo, conflicto con las minorías sociales, fundamentalismo de mercado y crisis institucional. Si gana Biden se va a ahondar el conflicto con la América anglosajona profunda, la de los campos, la de los estados industriales que han venido a menos, se imprimirá más billetes endeudados, subirá la inflación y se seguirá financiando la influencia exterior del imperio a través del sistema de alianzas y de las guerras como la de Ucrania. En ambos escenarios el modelo muestra su crisis, no se recupera de los elementos que lo posicionan en un estadio de enfermedad y no se coloca la piedra de toque en un cambio radical que barra con estructuras obsoletas. Las protestas en universidades recientemente demostraron el hastío de la juventud hacia una clase política y una partidocracia que actúan guiadas por el estado profundo y que no responden a la necesaria transformación de la sociedad norteamericana a partir de sus crisis y de los aspectos que ensombrecen la vida. La deuda pública y el peligro de que el dólar caiga como divisa mundial es una espada de Damocles sobre el nivel de vida de los norteamericanos que se sustenta de la venta de papel entintado sin respaldo industrial.
 
Pero mientras llegan las elecciones, el sistema político norteamericano tiene que resolver grandes cuestiones. ¿República o Globalismo? Si bien ambos aspectos parecieran estar ligados, ya poseen elementos en pugna que impiden la unidad de la clase política para gobernar. Las cuestiones ideológicas ponen en contra a los norteamericanos en función de la agenda que defiendan dentro de uno y otro proyecto de poder. Y es que ni la república está exenta de imperio, ni el imperio deja de ser en cierta medida una fallida república. Lo que sí se sabe es que el agotamiento del modelo pondrá como opciones únicas a dos figuras desgastadas que ya demostraron lo que dan y que no vienen a traer nada nuevo. Trump con el añadido de estar marcado por un proceso penal en el cual se le demostró lo que sucedió con una actriz porno. Biden con un estilo ralentizado de gobierno, plagado de acusaciones de corrupción familiar y de implicación en las ganancias derivadas de la guerra de Ucrania. Nada de lo que está en el horizonte apela ya a los viejos valores de la sociedad norteamericana, sino a la falta de una brújula política que encamine a los electores hacia otras maneras de repensar la realidad y de asumirla desde el cambio. 

Pero el año electoral es joven aún y muchas son las cosas que pueden pasar, sobre todo cuando está Trump en el ruedo político. Habrá que dar seguimiento y tener el análisis listo para cuando sea perentorio. 

 

Comentarios

En EEUU podrán pasar muchas cosas pero creo que lo más importante para nosotros es pronosticar lo que nos viene para prepararnos y cada ve reafirmar el criterio de consolidar lo que hemos logrado, seguir trabajando por un mayor ahorro y control de los recursos, por potenciar la producción de alimentos, el papel del municipio...en fin, no hay de otra, desarrollarnos con nuestros propios recursos y nuestras propias fuerzas y seguir denunciando la criminal política de bloqueo.
amievadalboys1959@gmail.com

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