El Cementerio de Espada, primero en América Latina

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El Cementerio de Espada, primero en América Latina
Fecha de publicación: 
2 Febrero 2025
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Foto tomada de internet

El Cementerio de Espada, fundado el 2 de febrero de 1806, pasó a la historia como el primer cementerio público de toda América Latina. Su emplazamiento está estrechamente vinculado a las ideas de la ilustración en Cuba y a personalidades relevantes de la época, como el Obispo Espada y el médico Tomás Romay.

Antes de su creación, los difuntos se enterraban en los predios de las iglesias, conventos y capillas; es decir, dentro del espacio citadino. Sin embargo, Tomás Romay y Chacón, impulsor de proyectos modernizadores de la práctica médica de finales del siglo XVIII y principios del XIX, batalló por cambiar esa controvertida costumbre. Para el introductor de la vacuna contra la viruela en la Isla, llevar los enterramientos a terrenos extramuros se justificaba en criterios higiénico-sanitarios.

Cambiar una tradición de siglos no iba a ser sencillo. Además, la idea de crear un cementerio en La Habana extramuros chocaba contra los intereses de parte del clero, que se beneficiaba económicamente de los servicios mortuorios realizados en sus inmuebles. Pero Romay no estaría solo en sus empeños; el obispo de San Cristóbal de La Habana, Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, fue otro importante exponente de la necesidad de depositar los cadáveres fuera de la villa.

El obispo Espada y el médico Romay pertenecían a lo que puede identificarse como un movimiento modernista, propulsor de reformas en la sociedad criolla que, desde la racionalidad y el pensamiento ilustrado, se oponían a las concepciones medievales y escolásticas. Como escribieron los historiadores Eduardo Torres–Cueva y Oscar Loyola Vega: 

“Hacia 1802, comienza a observarse otra corriente en la Ilustración Reformista Cubana. El movimiento se aglutina alrededor del obispo de La Habana (…). Desde el punto de vista social atacan todas las viejas instituciones medievales; las remodelan o crean otras nuevas. Éste es el caso de los entierros en las iglesias y la creación de cementerios”. 

La Real Sociedad Económica de Amigos del País sirvió de plataforma para el proyecto de construir un cementerio. De acuerdo con una investigación asociada a la Universidad de Salamanca, el 13 de enero de 1803, el sacerdote Espada, ante esa organización, “presentó su plan para eliminar la costumbre de inhumar en las iglesias, reafirmando esta postura el 27 del mismo mes, cuando asumió, al ser designado por unanimidad, la dirección de la institución. A partir de este momento se centró en la afanosa labor de la búsqueda de apoyo y comprensión a sus planteamientos (…)”. 

Los planos del enclave sacramental, la portada principal, la capilla, los edificios de servicio anexos y la forma de ejecución fueron propuestos por el francés Étienne-Sulpice Hallet. De este arquitecto con inclinación neoclásica se dice que también presentó un proyecto para el Capitolio de Washington, aunque no fue seleccionado. 

Una vez aprobada la propuesta para el emplazamiento de la necrópolis en las afueras de La Habana, su ejecución no estuvo exenta de dificultades. Según la citada investigación, “la construcción del cementerio implicaba grandes cambios y obras, pues era necesario desviar las aguas del manantial que brotaba en la proximidades y desaguaba en la caleta de Juan Guillén, más tarde conocida como de San Lázaro, había que levantar un puente, crear un desagüe subterráneo para las aguas que derramaba la fuente de la Casa de Beneficencia, expropiar casas y otras posesiones particulares, remover grandes cantidades de tierra para allanar el camino (…)”. 

No obstante, el obispo Espada y quienes apoyaban la iniciativa solucionaron los inconvenientes. El camposanto fue construido en el perímetro conformado por las calles Aramburu, San Francisco, San Lázaro y Vapor, del actual municipio Centro Habana. Al momento de su inauguración, recibió el nombre de Cementerio General de La Habana. Posteriormente sería rebautizado como Cementerio de Espada, en honor a quien fuera uno de sus promotores. 

La historia recoge que el camposanto hizo merecer al gobernador de la Mayor de las Antillas y al obispo de La Habana un mensaje de felicitación del rey de España. Reconocimientos reales aparte, el Cementerio de Espada fue un avance en las ideas de salubridad pública en Cuba y una evidencia de la evolución del pensamiento criollo, capaz ya de proponer alternativas a las anacrónicas concepciones coloniales. 

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