Argentina en apuros: No sólo la maldita herencia con el FMI
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La nueva ministra de Economía, Silvina Batakis
Las propiedades y los alquileres se encarecieron. El poder adquisitivo se desplomó. La capacidad de ahorro, también. Los precios de los productos y servicios en todo tipo de negocios se están remarcando casi a diario. Los efectos de la pandemia del coronavirus persisten fuertemente, y ahora hay un agravamiento con el alza de los precios de los combustibles, producto de las sanciones de Estados Unidos contra el petróleo y el gas ruso, en represalia por la operación militar especial de Moscú en Ucrania.
Pero el mal que sufre Argentina, que ahora acaba de pedir la entrada al grupo BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), al mismo tiempo que Irán, sigue estando en la incertidumbre con el acuerdo firmado por el anterior régimen con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que despertó fuertes protestas populares -y aún prosiguen- y mantiene en tensiónal actual gobierno, peronista por barruntos de discordancia que han provocado la renuncia sin previo aviso del ministro de Economía, Martín Guzmán, un discípulo del Premio Nobel Joseph Stiglitz, émulo del neoliberalismo, quien lamentó la ida de su alumno.
Esta nación, que siempre ha tenido una gran producción de carne y otros diversos alimentos, tiene a la mitad de la población en la pobreza, agravado por un mal que no es de ahora, sino antes de que asumiera Alberto Fernández la presidencia de la nación, cuando Donald Trump decidió apostar 57 000 millones de dólares a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) a la reelección de Mauricio Macri. El crédito más grande de la historia del organismo fue pactado entre Estados Unidos y el gobierno de Cambiemos sin preguntar a los argentinos ni pasar por el Congreso.
Lo cierto es que la deuda que contrajo Macri fue irresponsable. Fueron más de 44 000 millones de dólares, y nueve millones de cada diez millones se utilizaron para financiar la fuga de capitales. Nada de ese dinero se usó para construir la infraestructura necesaria o fortalecer el sistema de salud o el científico. En Argentina, subrayo, se usó para fugar capitales. No hay un ladrillo, una computadora, un parque eólico nuevo.
La prensa de derecha celebró el acuerdo, calificándolo de favorable, pero nada más lejos de ello. Seamos claros: ningún acuerdo con el FMI fue ni será conveniente para los pueblos, y tampoco, por supuesto, al argentino. Así lo demuestra la evidencia empírica de los 21 programas anteriores. El Fondo no tiene como objetivo el crecimiento o desarrollo de la economía argentina, ni mucho menos la “redistribución de la riqueza”.
El alumno del Premio Nobel norteamericano, el renunciante Guzmán, influyó para que se mantuviera el acuerdo con el FMI, que lo ayudó a maquillarlo con algunos cambios que se dijo eran favorables, y con muchas reticencias fue aprobado por el Congreso, a pesar de que, en el propio Frente de Todos, de gobierno, el grupo kirchnerista se opuso. A la oposición de la vicepresidenta Cristina Fernández, se sumó su hijo, Máximo Kirchner, quien renunció a la presidencia de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados.
Lo cierto es que se mantiene el papel del FMI de “policía financiero internacional”, aunque tuvo que posponer para más adelante un pago dela deuda este año de 20 000 millones de dólares, que era imposible de efectuar, por lo cual ofreció condiciones más favorables, dejando lo peor para el próximo ejercicio presidencial.
CONSECUENCIAS Y PRONÓSTICO
Desde que asumió su mandato, el gobierno de Alberto Fernández, respaldado por su vicepresidenta, Cristina Fernández, apostó por el fortalecimiento de la región de América del Sur, e integrar a los países en una alianza que genere estabilidad política y económica con una moneda única y solidaridad en los momentos difíciles, con un nivel mucho menor de dependencia de las potencias que juegan en la región, y autonomía para poder resolver los problemas.
Sin embargo, el acuerdo con el FMI siempre es una camisa de fuerza, con amenaza de que, de no cumplirse, no habría financiación para los planes económicos oficiales, por lo cual hubo cambios en su estructura que el Fondo aceptó.
Impopular, el acuerdo fue defendido por uno de los ministros más progresista, el del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, quien apuntó que, en las actuales circunstancias,las consecuencias de no acordar con el FMI, sería un fuerte golpe para el gobierno y cerraría las puertas a las inversiones.
En una entrevista concedida al diario derechista español El País, “Wado” dijo que el acuerdo “modifica el firmado por Cambiemos en el 2018″, y apeló a la “responsabilidad de la oposición”. Y agregó:” Hoy los opositores argentinos son los mismos que gobernaron en la crisis del 2001 y se terminaron yendo. Esperamos que no sean otra vez los responsables de generar una crisis como en el 2001″.
Aseguró que “el gobierno tiene la voluntad de pagar. La pregunta es si el FMI tiene la voluntad de dejar que Argentina crezca para poder cumplir”, y pidió que tenga una actitud distinta a la que tuvo en el 2009 con Grecia y Portugal.
Pero con o sin maquillaje, el fondo de la crisis es el acuerdo con el FMI, el cual representa un compromiso de ajuste económico continuo sobre los trabajadores y el pueblo. Alza de precios, preocupación por el dólar y especulaciones sobre el futuro del gobierno: la sociedad resiente el impacto de la nueva crisis argentina.
Es una nueva crisis, una más de un país que arrastra traumas como las hiperinflaciones de 1989 y 1990, cuando los precios aumentaron más del 3 000%, o el decomiso de los ahorros que en el 2001 terminó con el Gobierno de Fernando de la Rúa y que profundizó el empobrecimiento que ya había comenzado durante la gestión de Carlos Menem, debido a la ficción de equiparar un peso a un dólar, la famosa "convertibilidad" que terminó en un desastre social.
Pero el Frente de Todos no planteó en el 2019 repudiar la deuda, sino que prometió denunciar internamente a los responsables, reestructurar los compromisos con los acreedores privados y refinanciar los pagos con el FMI. Aquella hoja de ruta de renegociación de la deuda como paso indispensable para normalizar la economía, se topó a solo tres meses de ponerse en marcha con la pandemia, que desencadenó una tragedia humanitaria y económica global, con recesiones históricas y niveles de inflación récord.
Pese a tanto viento en contra, y hay que reconocerlo, el gobierno se enfrentó a Blackrock, Templeton, Fidelity y demás fondos de inversión extranjeros, protagonistas de la fiesta de la deuda macrista, exponentes del establishment financiero internacional, y en agosto de 2020 logró un acuerdo de reestructuración con algunos que siempre se opusieron a cualquier convenio con el Fondo, por aquello de “no queda más remedio”.
LA NUEVA MINISTRA DE ECONOMÍA
Aunque enseguida llamó a la jerarquía del FMC para expresar que respetaba el acuerdo, la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis expuso que apelará a modificaciones.
Batakis, quien se dice es allegada a {a vicepresidenta, siempre se había opuesto a cualquier acuerdo con el FMI y elogiado el no pago a los fondos buitres que especulaban con la deuda argentina en el segundo mandato presidencial de Cristina Fernández, expresó que hará todo lo posible para que el pueblo sea lo menos afectado por el convenio con la leonina entidad internacional, controlada principalmente por Estados Unidos.
La nueva titular del Palacio de Hacienda Batakis, dio sus principales conceptos respecto al dólar, las reservas del Banco Central y la inflación -una de las principales preocupaciones de los argentinos-, también habló sobre el plan de segmentación de las tarifas de electricidad y gas –el cual seguirá adelante- y de su inclinación por el equilibrio fiscal.
Cabe recordar que luego de prestar juramento, Batakis dijo que su gestión tendrá tres ejes vinculados a: lograr “la solvencia del Estado argentino, la consolidación del programa económico del presidente y la liberación de las fuerzas productivas para lograr la creación de puestos de trabajo y el crecimiento de las exportaciones”.
Veamos su intención:
-Inflación: en relación al alza de precios, dijo que los programas como Precios Cuidados son importantes. “Es muy importante que las empresas puedan planificar su cadena productiva, cuál va a ser la oferta, cuál va a ser la demanda de dólares para importar o para enviar remesas, por eso el diálogo con ellos va a ser permanente”.
-Dólar: admitió que se siente “muy cómoda con el tipo de cambio oficial”, y definió al dólar blue como “un mercado marginal”, y afirmó que estará monitoreando lo que ocurre con los dólares. “El mercado no es una entelequia, son personas que opinan y especulan. En estos días iremos teniendo otras respuestas, apelo a que me conozcan un poco más. Cuando fui ministra en la provincia de Buenos Aires actué mucho con los mercados en las emisiones de deuda”, detalló.
Espera “planificar” con las empresas el acceso a los dólares para la importación. “Los dólares que tiene la Argentina tienen que estar a disposición del crecimiento, todo bien pensado, hay que ser eficientes. Sabemos que esta macroeconomía hace muy difícil la planificación, pero tenemos que planificar el uso de los dólares y de la reserva para todos los argentinos, no es solo una cuestión de mercado”, sostuvo.
-FMI: “Me comunicaré con los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI), para analizar la situación”, y la marcha del mercado. Asimismo, Batakis dijo que buscará “analizar la marcha del acuerdo” y ver cómo seguir trabajando con el organismo de crédito internacional.
-Energía: “La energía nos puede dar una oportunidad enorme como país, porque tenemos todas las condiciones climáticas para generar hidrógeno, tenemos la posibilidad de la minería con el litio, tenemos Vaca Muerta y el Gasoducto que también son grandes oportunidades”, señaló la ministra.
Sobre lineamientos energéticos, habló respecto al faltante de gasoil que desde hace varias semanas afecta a transportistas de toda Argentina. “Hoy tenemos un cuello de botella y sabemos que hay que resolverlo. Creemos que en un mes esto tiene que estar completamente resuelto”, afirmó.
-Déficit fiscal: la titular de la cartera de Economía reiteró que está a favor de lograr el equilibrio fiscal y dijo que su gestión estará enfocada en “avanzar en ese sentido”.
-Equipo de trabajo: con respecto al equipo que diseñará para la gestión, dijo que el Presidente le dio “total libertad de acción” para designar a sus funcionarios, y destacó que si bien “tiene el mayor respeto por la gente que actualmente trabaja en el ministerio, siempre es necesario trabajar con gente de confianza”.
POSICIÓN DE LA IZQUIERDA
La generalmente dispersa izquierda argentina si ha coincidido plenamente en el rechazo a cualquier acuerdo con el FMI, como también en su momento aplaudió a Cristina Fernandez cuando se negó a pagar más de 4 000 millones de dólares que los ya mencionados Fondos Buitres habían obtenido con manejos santificados por las leyes norteamericanas acerca de la compra y explotación de la deuda del país.
En esta ocasión, el grupo opositor de izquierda más relevante actualmente lo constituye el Nuevo MAS (Movimiento al Socialismo), que encabeza Manuela Castañeira, con numerosas y combativas marchas en demanda de la anulación del acuerdo con el FMI y otras medidas anticapitalistas para salir de la crisis:
Nacionalizar el comercio exterior para que ingresen divisas de inmediato al Banco Central de la República Argentina (BCRA), con el fin de evitar la devaluación; aumentar las retenciones a los grandes exportadores al 50%, estatizar los bancos que viven a costa del Estado argentino y aumentar el salario mínimo, así como poner en marcha un verdadero plan de obras públicas para crear empleo asalariado masivo.
Al referirse a la crisis, Castañeira afirmó que “el acuerdo con el Fondo está fracasando”. y agregó que los que defendían el acuerdo argumentaban que era para que “no haya una debacle económica, no haya default” y, finalmente, “estamos al borde de un default, de una debacle”.
Además, se refirió a las movilizaciones convocadas por la derecha y los sectores patronales del agro: “están pidiendo devaluación y el gobierno no está haciendo nada para frenar la corrida”. Para encarar la situación económica, opinó que “se tendrían que tomar medidas como insertar divisas en el BCRA, obligando al agro a liquidar las exportaciones. Deberían restablecer la obligatoriedad de liquidar divisas bajo apercibimiento penal”.
También se refirió a la situación de los trabajadores que sufren la devaluación por el deterioro de sus salarios:
“Hay dos argentinas, la que presiona la devaluación, porque vive de divisas, y la que vive del salario y ve como se deteriora su ingreso con la devaluación”.
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