American curios: Historia presente
especiales
Después de que manifestantes derribaron el viernes dos estatuas en el Viejo Capitolio en Raleigh, Carolina del Norte, el gobernador Roy Cooper ordenó ayer el retiro de otros monumentos a la Confederación, citando preocupaciones de seguridad pública. Foto Ap
Estatuas, retratos, bustos, monumentos y otros símbolos de figuras y políticas opresoras –esclavistas, imperialistas, conquistadores– caen por todo el país, muchas derribadas por manifestantes y activistas y otras retiradas por órdenes oficiales como intentos para "reconocer" las demandas del movimiento contra el racismo sistémico que estalló hace un mes.
Algunas de ellas habían decorado el escenario oficial de capitolios y otras sedes de gobierno, parques públicos, escuelas y universidades y hasta los encuentros deportivos. Durante años, activistas de vez en cuando denunciaban su presencia por no se lograba mucho. Pero de repente, una tras otra está cayendo por la fuerza o por temor a esa fuerza.
Es una magna lección de historia y/o un levantamiento contra la historia oficial, y/o una rebelión contra esa arma secreta de la cúpula en este país –la amnesia histórica, clave para imponer políticas contra mayorías, lanzar guerras y suprimir la memoria colectiva del pueblo.
Indígenas en alianza con Black Lives Matter tumbaron la estatua de Junípero Serra –el fraile español de las misiones católicas de California– en la Placita Olvera de Los Ángeles. En San Francisco cayó otra de Serra junto con una de Ulysses Grant –el general de las fuerzas de la Unión en la Guerra Civil y después presidente– y otra más de Francis Scott Key, autor del himno nacional de Estados Unidos. Ambos fueron dueños de esclavos.
Ni los padres fundadores se salvan: estatuas de George Washington y Thomas Jefferson, quienes eran dueños de esclavos, han sido tumbadas en varios lugares.
En Virginia, Carolina del Norte, Georgia y otros estados sureños se han derribado o los gobernantes se han visto obligados a retirar estatuas y otros monumentos a la Confederación –los estados sureños que defendieron la esclavitud entre otras cosas en la Guerra Civil. La bandera de la Confederación de repente está prohibida en algunos encuentros deportivos y en instituciones públicas.
En Washington, la presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi, ordenó remover del recinto los retratos de cuatro ex presidentes vinculados con el régimen de esclavitud en los estados sureños. "No hay lugar en los pasillos del Congreso o cualquier lugar de honor para distinguir a hombres que encaran la intolerancia violenta y el racismo grotesco de la Confederación", proclamó (aunque vale señalar que esos retratos han estado ahí durante décadas sin que molestaran a los políticos, incluyéndola a ella, hasta ahora). En Charleston, Carolina del Sur, las autoridades anunciaron que removerán la enorme estatua de 30 metros de altura de John Calhoun, ex vicepresidente y senador y uno de los defensores mas feroces de la esclavitud en el siglo XVIII.
Estatuas de Cristóbal Colón han sido derribadas y/o dañadas; también, las de otros conquistadores, como Juan de Oñate en el suroeste del país.
Estos actos contra símbolos son parte del rescate de la historia de este pueblo, algo que suele brotar con toda rebelión popular. En las calles los manifestantes rescatan viejas canciones: Which side are you on, We shall overcome, y otras letras de lucha, junto con las de tiempos recientes, rescatando estrofa por estrofa la memoria. Algunas pancartas sencillamente dicen "1619" –el año en que llegaron a estas costas los primeros esclavos africanos. Otras ofrecen versos del gran poeta Langston Hughes, algunas más de Martin Luther King, como las escritas sobre el triplay colocado frente de vitrinas de tiendas de lujo en Nueva York, entre ellas: "La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar al odio, sólo el amor puede hacer eso". Pasa una bicicleta en una marcha con un anuncio pegado: "Esta máquina mata fascistas", la misma frase que estaba sobre la guitarra de Woody Guthrie, quien cantaba sobre las luchas de trabajadores e inmigrantes al acompañarlos por las calles y los campos de este país en los años 30 y 40.
De repente, en este levantamiento, se lee, se conversa, se rescata la historia. De repente, la historia esta presente, un requisito para crear otro futuro.
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