Distancias conectadas desde el arte
especiales
“Esto ha sido una locura”, son las primeras palabras de Sándor González cuando comienza a responder mis preguntas sobre la muestra colectiva que abrirá sus enormes puertas virtuales el próximo 27 de junio.
“Es algo que yo organicé con algunos de los amigos con los que más he mantenido el vínculo durante esta cuarentena. Al momento, todos, por supuesto, que respondieron, y en la medida que se fueron enterando las instituciones, la cosa se me ha ido un poco de las manos”, continúa contándome el artífice de Distancias conectadas.
Mientras escucho las notas de voz en WhatsApp, puedo imaginarme la “locura” de la que habla Sándor, la conozco, y algunos nombres en la relación de artistas me confirman lo que ya sospechaba: el hilo conductor de esta muestra no es otro que una vieja cofradía de afectos y valores:
“Sencillamente, es una manera de mantenernos unidos y de mostrar lo que cada cual está haciendo. No todas las obras son inéditas, algunas son simplemente piezas que los artistas escogieron, porque no puse nada como pie forzado, fue solamente un motivo para unirnos y estar juntos dentro de la distancia, por eso se llama Distancias conectadas”.
Alexis Leyva Machado (Kcho), Andy Rivero, Eduardo Abela Torrás, Eduardo Roca (Choco), Enrique Wong Díaz, Ernesto Mateo Rancaño, Juan Carlos Pérez Balseiro, Jorge César Sáenz Gómez, Luis E. Camejo y el propio Sandor González Vilar (Sil) aportaron cinco piezas bidimensionales cada uno, que serán exhibidas en las páginas de Galería Transeúntes en Facebook e Instagram.
“Serán fotos de las piezas, por supuesto, con los datos de cada obra, y también van a ir acompañadas de cápsulas, que ya comenzaron a subirse a las redes, donde los artistas hablan un poco del uso de las redes sociales en estos tiempos de cuarentena, y algunos también anuncian la exposición. Yo pienso hacer también algún video de las obras de cada artista donde haya cierto recorrido visual”.
Me cuenta Sándor que, aunque no era un requisito, algunas de las piezas sí fueron creadas durante estos días de aislamiento por la COVID-19:
“En mi caso, sí voy a publicar algunas obras que son hechas durante la cuarentena, pero no todas, ni todos los artistas me han dado obras realizadas durante la cuarentena. Di libertad en esto, primero porque, además de ser grandes amigos, son grandes artistas, y tampoco los quería hacer sentir presionados: el mismo Choco, está en la casa, me remitió a su página web para que escogiera las imágenes…”
Hay locuras…
Las cantó Silvio Rodríguez casi todas y esta, de la que se ha hecho totalmente responsable Sándor González, tiene riesgos y muchas luces, como aquellas que no vale la pena curar:
“Internet llegó hace poco a Cuba y llegó hace poco a nosotros y a los artistas, entonces, realmente no tenemos ni una experiencia ni una infraestructura creada para lograr, vamos a decir, una utilización óptima de este recurso, pero el cubano siempre ha trabajado con lo que tiene y siempre ha echado para adelante con lo que tiene, y los artistas cubanos lo hemos demostrado durante la historia; entonces, vamos a ver realmente cómo queda todo”.
A la “locura” de experimentar en el espacio virtual, se suma la de hacerlo en medio de circunstancias que limitan el movimiento y la interacción, así que le ha tocado a Sándor un trabajo de hormiguita:
“No he querido tampoco dilatar la exposición, quería hacerla ya y se va a hacer ya. Estoy editando yo mismo, no soy editor, pero bueno, he tenido que aprender. Después del documental Yoruba soy, donde absolutamente todo lo hice yo, aprendí un poquito; no sé utilizar los programas profesionales para editar, edito con el Nero, que es un programa para quemar discos, pero me da una imagen con calidad de 4K y estoy trabajando para ver cómo sale.
“Todo esto lo estoy haciendo yo solo, con ayuda de mi novia, Yari Delgado, que desde hace unos años ya es parte también de Transeúntes. O sea, Transeúntes lo fundé yo desde hace 20 años. Nunca tuve lugar físico hasta que nos embasamos en Casa Vieja, que es donde actualmente está la galería física y, bueno, ya hace cinco años en Punta Perdiz, en la Ciénaga de Zapata, donde tenemos también la galería submarina. Hemos apoyado a muchos artistas jóvenes, autodidactas, en estos años”.
Hay locuras para la esperanza
Y en esas se han especializado Sándor y sus amigos. Soy testigo de que Distancias conectadas no es la primera y me da gusto saber que no será la última:
“Creo que va a ser algo muy bonito, pero creo que lo más bonito, lo mejor que puede tener esta exposición, que, por supuesto, va a estar llena de defectos por la inexperiencia que tenemos en organizar este tipo de eventos virtuales y, además, la falta de recursos, pero lo más bonito es que da pie a que otras galerías cubanas y otros artistas se motiven a hacer lo mismo. Ya yo tengo galerías cubanas importantes, galerías de Génesis, que están pendientes a todo lo que estoy haciendo, para ellos después llevarlo a cabo. Me he vuelto el pionero de este tipo de actividades en las redes y, como pionero al fin, el que va a coger el palazo soy yo con los errores más que el éxito con los elogios, pero bueno, eso no me preocupa. Lo que sí me preocupa es tratar de que todo salga lo mejor posible, con mis recursos, que son limitados, más en estos tiempos, pero hay muy buena disposición, y —tú me conoces— yo voy para adelante a lo que toque”.
Varias instituciones y organizaciones de la cultura han apoyado esta iniciativa que de locura, en realidad, tiene mucho menos que de voluntad y talento. Sándor “no tenía noción de que iba a coger esta envergadura, televisión, radio, entrevistas”, y eso —confiesa— lo tiene un poco nervioso, “no por mí, sino porque todo quede bien, es mucha responsabilidad”.
Y es que sí, la locura creció como crece el pan bien amasado. Asistirán miles a esta muestra pensada “desde el arte, pero no solo para el arte”, tal y como escribió la curadora Claudia González “para todos los que se interesan en la cultura cubana, la que, incluso en tiempos de pandemia, se reinventa, motiva y conecta hasta las distancias más remotas”.
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Marilia Guimarães
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