ZAPPING: El derecho de soñar... y agradecer
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Dedicarle una telenovela a la radio, y en buena medida a la radionovela, deviene acto de justicia, asumiendo todo lo que ese entramado gigantesco que es ahora el folletín televisivo le debe al dramatizado radial.
Ubicar en la trama a uno de los más grandes creadores de la radio nacional, el más emblemático de sus autores, Félix B. Caignet, es también gesto de gratitud. Caignet abrió en esta parte del mundo un camino que se ha consolidado como marca de identidad de una cultura, más allá de puntuales debates sobre las implicaciones artísticas y sociales del fenómeno.
Ya por eso, El derecho de soñar, la telenovela que concluye en Cubavisión, merece aplausos.
Nos parece que ha sido una propuesta con ciertos desniveles, particularmente en la concreción de varias de sus líneas argumentales.
Algunos de los móviles de personajes y situaciones resultaron forzados o rebuscados: la escritora que es incapaz de dictar los capítulos que ya no puede escribir; las peripecias del equipo que cubrió el gran incendio en una fábrica, una recreación obvia de la tragedia de Matanzas; la dilatada y remarcada trama de la supuesta culpabilidad en la muerte de la actriz María Valero, con las enfáticas y no del todo coherentes reacciones de algunos de los personajes...
Quizás se pulsó demasiado la cuerda dramática, en pos de un impacto que muchas veces terminó pareciendo efectismo.
Pero es plausible la apuesta decidida, sin complejos, por las fórmulas sempiternas de un género. Asumir diáfanamente el arsenal del melodrama, del folletín de toda la vida, actualizando de alguna manera sus códigos, ha sido en definitiva una virtud.
Y poner esos recursos en función de temas acuciantes, de singular calado, ha demostrado la vigencia de un formato, incluso cuando se hayan puesto en crisis ciertos presupuestos clásicos, como la empatía del personaje principal.
Ya lo habíamos anotado en un comentario anterior: la heroína de esta telenovela no fue la tradicional, monedita de oro que le cae bien a todo el mundo. Fue un personaje complejo, contradictorio, que pudo llegar a exasperar por sus acciones, muchas veces dominadas por la ira o incluso el prejuicio.
Desde la interpretación estuvo muy bien defendido, como la mayoría de los roles, especialmente la emotiva pareja de Pipo y Muñeca, aunque por momentos pareciera que se les otorgara en el esquema general más peso del que ameritarían por sus aportes a la evolución de la historia.
La puesta en pantalla pretendió trascender la mera funcionalidad, especialmente en la primera etapa, en la que fue evidente un cuidadoso trabajo de la dirección de arte. La época siempre plantea demandas que aquí hay que atender con más creatividad que recursos. De hecho, fue notable la diferencia, en cuanto a la búsqueda de la belleza, entre los dos tiempos.
Ha concluido El derecho de soñar, homenaje declarado a la mítica El derecho de nacer y a todos los que han hecho y hacen la radio en Cuba. Fue significativa y entrañable la presencia en varios capítulos de muchas figuras esenciales de ese arte en Cuba, en un pacto entre ficción y realidad generalmente bien resuelto.
La telenovela bordeó los peligros de la propaganda a la hora de honrar el legado inmenso de la radio, y consiguió que ese medio de comunicación fuera mucho más que escenario o contexto.
Aquí se respiró amor y compromiso, que implican necesariamente conflictos asociados al ejercicio profesional cotidiano y los vericuetos de las relaciones humanas.
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