Una bailarina llamada Aurora Bosch
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Aurora Bosch está de cumpleaños este 10 de diciembre. Ochenta años, en la más luminosa plenitud intelectual.
Ella sabe que todavía tiene mucho que aportar a un arte al que consagró por décadas su talento y su empeño. Y por eso no se ha quedado sentada en su cada, regodeándose en pasadas glorias.
Ella trabaja todos los días por la danza. Dictando conferencias, impartiendo clases, tomando ensayos. En el salón hace gala del mismo señorío que afianzó en escena.
Quien escriba la historia del ballet en Cuba, de la danza toda, no puede ignorar a esta bailarina extraordinaria, a esta maestra, formadora de varias promociones de artistas.
Formó parte de una generación grande de la danza cubana. Junto a Mirta Pla, Josefina Méndez y Loipa Araujo fue proclamada joya del ballet cubano.
Alumna aventajada de Alicia y Fernando Alonso, pronto demostró las credenciales de un estilo personalísimo. La suya era un técnica poderosa, que nunca estuvo desvinculada de la expresividad de un arte.
Brilló en grandes personajes del repertorio clásico, pero también asumió roles de decidida contemporaneidad.
Su público la ovacionó hasta el delirio. Todavía se recuerda el Cisne Negro que bailó en el aniversario 30 de su debut.
Pero entre todas sus interpretaciones quizás la más emblemática haya sido la de Mirtha, la Reina de las Willis en el ballet Giselle. París se rindió ante su majestad y su pleno dominio de un estilo.
Uno ve esas filmaciones y comprende la contundencia del referente. Aurora Bosch bailó y sentó cátedra.
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