Un diálogo sobre un teatro de La Luna
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Desde 1997 Teatro de la Luna ha emprendido un largo camino por la indagación, la búsqueda y el reencuentro con las esencias mismas del teatro. A veintitrés años de la fundación del colectivo liderado por el actor, diseñador y coreógrafo Raúl Martín, Teatro de la Luna se consolida como una agrupación líder del movimiento escénico de la Isla.
Para Raúl Martín, quienes forman parte de ese colectivo y quienes han formado parte de él, son una gran familia, una hermandad que el teatro mismo unió.
“Un 14 de julio hice la primera función del grupo y desde entonces yo he sentido que ha sido una gran familia que cambia, que muta, que se enriquece, en la que algunos se van y otros entran, pero es el centro de mi vida. Crear Teatro de la Luna y dirigirlo durante 23 años ha sido crear una familia, y aunque parezca una frase dicha, así lo es. Yo establezco con mi equipo de trabajo, con los actores, los diseñadores, asesores, productos, en general, con todos, una relación muy familiar, es que no se trabajar de otra manera. Y de verdad todos los que ya no están porque no se encuentran en Cuba o escogieron otros caminos, mantengo teniendo una hermandad muy hermosa”.
Desde su fundación, la agrupación priorizó la dramaturgia nacional y la obra del gran dramaturgo Virgilio Piñera, pero luego abrió sus horizontes a otros exponentes de la dramaturgia contemporánea internacional. Quienes han pasado por las filas del colectivo han prestigiado con sus magistrales interpretaciones las propuestas del colectivo.
“Nosotros empezamos con la idea de hacer teatro cubano, de montar obras de autores cubanos, e hicimos todas aquellas obras de Virgilio. Fuimos el grupo que más montó sus obras. En muchas ocasiones monté sus poemas en danza, y yo estaba defendiendo la idea de hacer un teatro con autores cubanos. Después en ocasión de la Semana de la Cultura polaca, italiana y de otras naciones europeas, fuimos creando nexos y montando obras de dramaturgos de esas naciones y así conocí a autores como Ibsen y se fueron abriendo los horizontes y nos dimos cuenta que estábamos haciendo teatro cubano porque estaba hecho por cubanos y estábamos llevándolo a nuestras vivencias”.
Explorando el camino de lo musical, lo coreográfico, el canto y la connotación psicológica de la indumentaria teatral a través del color y su factura, Teatro de la Luna hace evidente hincapié en el trabajo actoral como centro de su discurso escénico.
“La música en vivo es un sueño desde que yo fundé el grupo. Yo me formé con Roberto Blanco, ese gran director que utilizaba con frecuencia la música en vivo en los espectáculos. Él creía en el teatro total, en el que yo lucho también por él y la integración de todas las artes en una función de teatro. Para mí es difícil ya concebir un espectáculo sin la música en vivo, ya que eso apoya grandemente la puesta en escena”
A veintitrés años de Teatro de la Luna, el colectivo sigue replanteándose nuevas metas y seduciendo públicos con una estática que los distingue y hace únicos.
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