¡Uf, qué calor!

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¡Uf, qué calor!
Fecha de publicación: 
8 Julio 2025
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Imagen tomada de https://quepasamedia.com/

En el hemisferio norte estamos en Verano, la estación más caliente y difícil de soportar para algunas regiones, como en Cuba, donde la humedad relativa es tan alta que nos hace sudar a mares aunque estemos en la sombra porque incrementa la sensación térmica. 

La maldita circunstancia del mar por todas partes —escribió Lezama en otro contexto, pero bien aplica. Y no sé si decir "gracias a", pero sí como consecuencia de nuestra posición geográfica y ese carácter insular, tropical y caribeño que nos define, casi todo el año tenemos un clima estival. 

Por fortuna nuestros inviernos son llevaderos, no necesitamos pieles ni muchos tejidos para aguantarlo, pero, en cambio, el resto de los meses vivimos "un eterno verano" y nos tiene pidiendo a gritos que acabe la temporada para refrescar unos grados. Es uno de los costos de estar rodeados de mar.

Mientras el sol nos "achicharra", los sofocos no nos dejan dormir y andamos de mal humor porque ni estando desnudos encontramos alivio y no sabemos qué cocinar porque cualquier comida es un fogón encendido en el estómago, nos llegan noticias de las olas de calor en otras latitudes, de muertos y heridos por esa causa, de récords de temperatura, de análisis de tal castigo por el incremento del calentamiento global, el cambio climático y el fin del mundo.

El calor del verano es un asunto serio. Los reportes indican que las altas temperaturas pueden descompensar el organismo de personas sensibles, de niños, viejitos, trabajadores al aire libre u otros con enfermedades complejas. Deshidratación, insolación, agotamiento, calambres musculares, quemaduras, estrés, son solo algunos de los signos que provoca.

Por eso la recomendación es a evitar la exposición directa al sol, sobre todo en horario pico. No obstante, no es del todo posible esconderse y, además, ni debajo de un techo es seguro sentirse mejor. En este texto queremos dejar algunas recomendaciones porque sabemos que vivir en un país tropical es un desafío tremendo porque si los termómetros marcan 33 grados Celsius, nuestras pieles dicen que son 40. 

Claro, no son medidas mágicas y dependerá del contexto. En primer lugar, es preciso la hidratación constante. Esto ya sé que ni falta hace decirlo porque el propio cuerpo lo pide y es lo que proporciona alivio temporal. Pero a veces estamos tan concentrados en algún asunto que no interpretamos las señales e ignoramos la sed que es el termostato interior que nos ayuda a regular temperatura. 

En verano debemos tener el hábito de tomar agua natural, que es lo más a mano, pero si pudiéramos encontrar de coco o preparar alguna bebida rica en electrolitos —presente en frutas, vegetales y otros alimentos— estaríamos reponiendo minerales perdidos a través del sudor.

Otra sugerencia básica que marca la diferencia es elegir atuendo. Conviene usar sombrero, gafas de sol, sombrilla y ropa ligera que sea de una tela que permita la transpiración como algodón, lino u otros tejidos; de color claro y holgada. Contrario a lo que se cree, menos ropa no alivia. Pensemos por un momento en cómo los árabes de esas imágenes tradicionales que tenemos en mente resistían las altas temperaturas de desiertos si andaban envueltos casi completamente.

El asunto es que cubrir la piel aísla de los rayos del sol, y este es el primer paso para no sentirnos castigados.

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Imagen tomada de Internet

Es importante refrescar el cuerpo periódicamente con baños de agua al tiempo, o tibia, cuando más. Si no podemos, ayudará mojar la zona del cuello, rostro, manos y muñecas. Podemos usar toallas húmedas si andamos en la calle. Para aliviar la sensación de sudor es bueno aplicar talco en zonas clave como axilas, ingles y pies.

Para refrescar la casa o el sitio donde estemos es bueno no dejar que entre el sol por puertas y ventanas. Será mejor cerrar todo de manera estratégica o correr las cortinas que nunca deberán ser oscuras. Ya cuando baje el sol se podrá abrir para ventilar, hasta el amanecer y permitir que el viento corra.

Un problema serio es el momento de irse a la cama. Si no hay aire acondicionado sentimos que es imposible porque el colchón se siente como una hoguera y el ventilador solo nos da aire caliente. Por eso una solución temporal puede ser usar sábanas de algodón, nunca de poliéster y vestir pijama ligero. Asimismo, recomiendan poner una bolsa o recipiente con hielo al lado para enfriar el ambiente de donde el ventilador impulsa. 

Algunos toman una iniciativa drástica y nada amigable con el medioambiente porque consiste en enfriar con agua paredes y techo soleados, pero eso supone un gasto tremendo de un recurso vital y escaso. En su lugar conviene aumentar la humedad del cuarto con un spray con agua fría.

Otras opciones son sustituir bombillos incandescentes por LED; elaborar comidas simples que por un lado no lleven mucha cocción para que de las hornillas no emanen demasiado calor y porque ingerir platos muy cargados hará la digestión más pesada o incrementará la temperatura si se usan muchos condimentos como el picante.

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