Sordolimpiadas son más que deportes y atletas

Aunque es claro que ser el mejor es el fin de cada deportistas, aquí en la XXIV Sordolimpiada ese concepto toma otra dimensión… y no es que no sea importante ganar, es que otros detalles se engrandecen.

Son las mismas canchas de juego, la pista de atletismo es igual y los tatamis de judo tampoco tienen diferencias, pero es otra la sensación. Todo se vive con una intensidad más empeñada en compartir el momento y saberse parte de estos juegos es ya el sueño cumplido.

Las áreas comunes son el centro de la cita. Oyentes y sordos se unen en animados grupos y los ves compartiendo selfies o atentos a las muchas opciones culturales que aquí se ofrecen a diario.

Las tecnologías se han convertido en aliadas indispensables y como la mayoría de los jóvenes del mundo viven “pegados” a sus móviles. Conversan con sus manos, el bullicio de otras citas deportivas es diferente… aunque la alegría tras un resultado es la misma.

Participantes de 78 países se han reunido en esta ciudad del sur de Brasil, donde la gente se empeña en que todos disfruten su fiesta.

En la Plaza Deaflympics se ofrece una mezcla de deporte y cultura impresionante. Con una inmensa pantalla situada en la sala más espaciosa del lugar se pueden seguir las trasmisiones de las competencias, mientras a pocos metros se exponen manualidades de artesanos locales o artistas circenses enseñan el rudimento de los malabares más sencillos.

Un equipo de la cruz roja convocó a aprender cómo ofrecer primeros auxilios y en otro de los espacios se muestran diferentes tipos de vinos que son el orgullo de los pobladores, como ejemplo de la herencia italiana que pregonan.

No falta, por supuesto, la mascota Nino… un coatí de cola rayada que te encuentras en grandes carteles, en puntos de venta y hasta paseando entre los competidores.

A la Sordolimpiada de Caxias do Sul le quedan pocos días, ya se activó la cuenta de regreso a casa y sus participantes lo saben. Unos regresan con medallas, la mayoría con nuevos amigos, y todos con la satisfacción de saberse parte de un mundo que traspasa el silencio para demostrar que nada es imposible.