Solidaridad en tiempos de huracán

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Solidaridad en tiempos de huracán
Fecha de publicación: 
3 Octubre 2022
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Imagen principal: 

Foto: tomada de facebook

Lo que en otras latitudes es otoño -y de este lado resulta una ambigüedad algo húmeda-, pocas hojas encontrará aquí para llevarse este año.

El huracán Ian arrasó con el arbolado. Desde árboles enormes y bien añejos, hasta arbustos juveniles y florecidos, todo lo arrancó de cuajo.

Y junto con lo verde que arrancó también dejó al desnudo más de una conducta reprochable, que más se hacía notar por el contraste con tanto humanismo desbordado.

Mientras hubo particulares que ofrecieron posibilidades para cargar celulares y lámparas conectándolos a plantas, hasta a baterías de bicicletas, y lo anunciaban con carteles, en las redes sociales; hubo otros que, aprovechando la penuria, cobraron hasta doscientos pesos por esa posibilidad.

Incluso cierto hotel en el municipio Plaza de la Revolución, disponiendo de electricidad por contar con planta, obligó a los vecinos a consumir algo para poder acceder a los tomacorrientes.

En una charcutería privada, una bandeja repleta de filetes de claria corría el riesgo de echarse a perder sobre el mostrador, y , al preguntarle a la dependienta qué iban a hacer con eso, contestó escueta y apenada: “botarlo cuando se eche a perder, yo no soy la dueña”.

A la par, en otro punto del barrio, una lugareña repartía gratuitamente raciones de pollo cocinado entre los vecinos, “porque los paquetes ya no aguantaban más, todo estaba descongelado”.

Como el agua faltó por no haber electricidad, un par de jóvenes cobraba 40 pesos por subir cada cubo a los pisos altos de su edificio, y, mientras ellos subían de dos en dos los peldaños de la escalera, un anciano ascendía trabajoso con su cubito por no tener los 40 pesos para pagar.

Así ocurría, a la par que en otra edificación, un señor se hacía cargo voluntariamente de ocho ancianos solos que vivían repartidos en distintos apartamentos y pisos.

Este brevísimo mosaico, construido a partir de lo recogido en redes sociales y también por vivencias propias, es solo un flashazo a las tantas experiencias e historias de estos días aciagos, y son solo hormigas junto al tamaño de elefante que llevan la tragedia y las ayudas en Pinar del Río.

Y lo mismo los breves desmanes que los inmensos, igual las gigantescas ayudas que solo una mano ayudando a bajar la escalera, se olvidarán cuando ya no quede hoja de árbol por recoger y el huracán Ian sea, muy a la larga,  solo un mal recuerdo.

Pero sirven para constatar que, si bien todos somos diferentes y así actuamos ante una crisis, el ‘sálvase quien pueda’, sacado a flote por los instintos más primarios de supervivencia y, sobre todo, por egoísmos e insensibilidades deleznables, siempre tendrá el contraste con otras actitudes que navegan del lado mejor de lo humano, en esta Isla “¡A la orilla del golfo donde todos los años hacen su misterioso nido los ciclones!” , como recordaba Dulce María Loynaz, poetiza de siempre.

Comentarios

si que bien pero lo que la imagen demuestra que todos en cuba no pueden tener una planta electrica porque los salarios en este pais no da para nada ademas el peso cubano no sirve para nada.

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