Rey Pantoja presenta «Naturaleza» (+ VIDEOS)
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Naturaleza se grabó en 2019 en la Sala White, de Matanzas. Es un disco soñado y realizado con toda la verdad posible. Así nos lo cuenta el propio Rey Pantoja:
«Se grabó en unas horas, en la sala White, sin público. Queríamos captar el espíritu de la música en vivo. Los discos grabados por pistas se van enfriando, además, los ingenieros empiezan a revestir con plugins, con efectos… nosotros queríamos captar esa música que estábamos haciendo en los conciertos y poderla llevar a un disco tal cual».
En las redes, Rey nos ha ido ofreciendo guiños de este audiovisual de nueve canciones (los sencillos Renacimiento, Ojo de la noche y Para chelo solo), pero la situación epidemiológica retrasó hasta ahora la presentación en concierto, la cual sucederá, por fin, este 18 de febrero en el Teatro Sauto de la Atenas de Cuba.
¿Qué invitados te acompañan en este álbum?
«Tuve cuatro invitados: Pepe Gavilondo en el piano, Yasel Muñoz, el flautista jazzista, al poeta matancero Israel Domínguez, para hacer la introducción de una de las canciones en yoruba y Sandra Ivette Verrier, una joven compositora que ya tiene su disco como cantautora y como instrumentista.
«Con Pepe Gavilondo había estado trabajando esporádicamente para algunos conciertos en Fábrica de Arte, incluso aquí en Matanzas. Cuando empecé a soñar la sonoridad del disco, en esa abstracción que tenemos los músicos siempre, me sonaba el piano y entonces como Pepe es mi amigo, enseguida pensé en él para que viniera a grabar.
«Yasel Muñoz había hecho algunos conciertos conmigo y es una cosa muy peculiar, porque a mí no me gusta la flauta, pero sí me gusta cómo él la ejecuta y el sonido que tiene, es un sonido muy particular. Su visión de la música es muy original y desde que lo oí por primera vez supe que teníamos algo en común, una empatía muy fuerte. No me gusta mucho la flauta, pero hay dos sonidos que me enamoran de la flauta en Cuba: uno es Niurka González que es una de las mejores en Iberoamérica dentro de la música clásica, y en la música popular, Yasel Muñoz.
«El día que me tocaba grabar con ellos, llegaron de La Habana, cogieron la partitura, y aquello fue de arriba abajo. Solamente los grandes músicos hacen eso: leer, interpretar lo que tu les escribiste, y hacerlo de forma singular, propia.
«Sandra Ivettte Verrier es una cantautora cubana que estaba sobresaliendo en el momento en que se grabó el disco y que su timbre es bastante cálido, una voz contralto. Me la imaginaba haciéndome la segunda y así lo hicimos, en vivo, tal cual y todo fluyó.
«Participaron también los músicos de mi banda: Yoniel Rosquete en el bajo, Oslianis Rivero en la batería y yo como formato base».
¿Por qué escogiste el tema Naturaleza para nombrar el disco?
«Manejo ahí dos conceptos. La naturalidad con que uno se presenta en vivo, la sonoridad del disco es muy natural en el sentido de la espontaneidad, de la libertad que tuvimos a la hora de grabarlo, sin artificios, sin revestimientos. Por la parte más poética me gusta hacer una analogía de la naturaleza que nos rodea y la naturaleza del ser humano que es emerger, que es nacer y renacer, constantemente renovarse, crecer. Los primeros versos de la canción Naturaleza dicen: “Ave que no emprenda el vuelo, el monte la sepultará, como sepulta los huesos del ya vencido animal. No dejarse morir, no dejarse caer».
¿Cuál es el hilo conductor que conecta estas nueve canciones?
«Rimbaud decía que la naturaleza es un acto de bondad. Todos los días tenemos un espectáculo lindísimo, solo hay que detenerse cinco minutos a mirarlo. Siempre está ahí, maravillándonos y todos los días se renueva, todos los días se reinventa.
«Hay temas que tratan del amor y el desamor, porque nosotros nos reinventamos a través del amor, pero también nos reinventamos a través de nuestras aspiraciones profesionales o espirituales. Hay temas como Sin mirar, estamos en ciertos lugares, en ciertos paisajes y no nos detenemos a contemplarlos. A lo mejor cuando decidamos verlos ya han desaparecido. Por ahí va el concepto poético.
«Hay un tema que se llama Para chelo solo, dedicado a mi hija Luna, es una forma de decirle, en un momento álgido de mi vida, cuanto la amaba. A la hora de hablar con tu propio hijo también te estás reinventando, estás renaciendo. Es la única canción que aparece solo con guitarra y voz, como es un tema tan personal, tan íntimo».
Musicalmente ¿qué nos propone este fonograma?
«Yo hago los arreglos en el grupo y no me gusta hacer tan explícitos los géneros, me gusta desdibujarlos, desarmarlos para volverlos a crear a partir de mi visión. Hay elementos de funk. Lo mismo pasa con el son, hay una canción que se llama La culpa, que es un son pero yo trato de deconstruirlo, quitar esa historia de que tiene que estar la clave cubana presente, que tiene que aparecer un güiro, una maraca. No, simplemente con un formato de drums, de batería, bajo eléctrico y tres, vamos a hacer son.
«Está también la balada. Uno de los temas que más me place en el disco es Ojo de la noche, una canción trovadoresca que dialoga con la balada, quizá hasta el pop.
«El tema Naturaleza tiene gran influencia del jazz. En toda mi música está implícita la música de academia, el jazz y la música tradicional, que es la fuente de la que bebemos casi todos los trovadores.
«Hay una canción, que es de las que más quiero, y es precisamente donde invito a Yasel Muñoz y a Israel Domínguez, Renacimiento, dedicada a Matanzas. Todo ese movimiento de entrega que vivió Matanzas para el 325 aniversario, que tú caminabas por las calles y veías a los obreros desde bien temprano hasta tarde en la noche, a veces con lámparas; mucha gente empeñada en embellecer la ciudad y en despertarla, suscitó en mí el deseo de hacer esta canción. La ciudad estaba renaciendo. Por eso fue uno de los sencillos a los que les dimos prioridad».
En este material hay un trabajo también con la visualidad. ¿Nos cuentas?
«Cuando me propuse hacer el disco, pensé en la sala White por la acústica y porque es herméticamente insonorizada, pero estaba tan manido visualmente ese espacio, que a mí me quitaba el sueño. ¿Cómo transformar la sala para que no fuera lo mismo que presentaba todo el mundo? Pensé en mi amigo el pintor Adrián Socorro y escogimos unos cuadros maravillosos. Hay uno grandísimo que es el que cubre casi toda la escenografía de fondo, en el aparece Sonia, su esposa, despertando. Por ahí conectaba con la temática del disco: el despertar, el renacer… el discurso de los cuadros tiene mucho que ver con la música».
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