¿Qué harás, Dina Boluarte?
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Fotografía tomada de https://fmlatribu.com
Desde todas partes de Perú llega el rechazo a la presidenta Dina Boluarte. Recordemos que comenzando diciembre de 2022 la nación andina azuzó jornadas de agitación política luego de que Pedro Castillo fuera destituido del poder e inmediatamente encarcelado y acusado de varios delitos. En seguida asumió la hasta entonces vicepresidenta.
Llama la atención que, aunque teóricamente se encargaba de un gobierno con tendencia a la izquierda, Dina Boluarte no siguió la gestión de su antecesor, tampoco trató de modificarla. Por el contrario, se vinculó con la derecha, y el resto del cuento sin final, ya lo sabemos.
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Los hay quienes protestan desde sus localidades y, los más osados se trasladan hasta la capital Lima. Dejan sus rutinas, sus estudios o trabajos, para ejercer su derecho a manifestarse y llevar su descontento hacia las puertas de su mandataria, esa que no aceptan y de quien esperan dimisión, o, cuando menos, acciones urgentes que resuelvan las demandas del pueblo. Sin embargo, no reciben más que represión, negativas o resoluciones tibias que no calman la sed de reformas que tienen los peruanos.
Por eso los ánimos se encuentran exacerbados en las calles, y de las manifestaciones se reportan altercados entre policía y manifestantes que van desde lo verbal hasta lo físico, con importante saldo de muertos y heridos.
Ha pasado ya casi mes y medio desde que Pedro Castillo fue removido de la presidencia y Perú no consigue enrutarse. Continúan los enfrentamientos, mientras las inconformidades se mantienen latentes por solucionar. Demandas que consisten en cambios radicales, movimientos en el tablero político que vinculan a la cúpula peruana, al Congreso y el poder ejecutivo.
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Ciudadanos de todo el país exigen la renuncia de Dina Boluarte. Solicitan atención, primero de forma pacífica y ahora, cerrando carreteras. El gobierno ha respondido negando si quiera conversar sobre las peticiones políticas, por el momento solo considerarán las quejas sociales. Asimismo, a ratos también se paraliza la cotidianidad, los comercios, las escuelas, la vida se queda en stand by mientras pueblo y administración no se sientan a la mesa a resolver cómo hacer la nación de todos.
Las tensiones no merman. Poco a poco se han sumado sectores a las protestas sociales; por ejemplo, comunidades originarias, y los campesinos que dejaron sus tierras para también pedir adelantar las elecciones generales, se unen al reclamo de nuevo presidente y Congreso renovado. La espera hasta 2026, para cuando estaban previstos los comicios según el calendario oficial, resulta demasiado lejano ante el fuerte descontento público; y tampoco es alternativa la propuesta de celebrarlas en un año y tres meses, lo necesitan ya.
Resumiendo los recientes acontecimientos, no parece que los ánimos se vayan a calmar tan pronto. Gran cantidad de peruanos no reconoce a Dina Boluarte como presidenta y se muestran insubordinados con sus llamados a la calma. Al inicio eran solo partidarios de Pedro Castillo, pero hoy las protestas ya no solo son para restituir al expresidente, sino más profundas. ¿Y el resultado? Las exigencias no han sido mínimamente atendidas, y Perú se encuentra sumergido en una espiral de violencia que muchos comparan con la dictadura de Alberto Fujimori.
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