Pilar Boyero encantada por los aplausos cubanos
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Fotos: Ramsés Ruiz
Se enamoró de un cubano y también, definitivamente, de Cuba. Aquí ha cantado y se ha sentido como en casa: «si hay dos lugares en el mundo donde yo me siento libre son mi pueblo, Salorino, y La Habana», afirma.
Además, confiesa que es muy seguidora del cantautor granadino Carlos Cano y fue justamente él quien le abrió las puertas a la escena cubana. Agradece también «la suerte de que se cruzara la Sinfónica Nacional en el camino», con la cual se presentó en una edición del mismo certamen Cubadisco que recientemente le otorgó su Premio Internacional.
El primer fonograma que grabó en la isla fue Cuba con coplas. Al respecto, destaca: «ahí yo volvía a traer a este lugar canciones que ya habían traído mujeres como Sara Montiel, Lola Flores, Rocío Jurado y una larguísima lista de artistas que se dedican al mundo de las coplas, que vinieron a cantarlas y se las llevaron mucho más ricas, porque las endulzaron con ese son cubano, con ese mundo del bolero y con todos esos ritmos maravillosos que ustedes y nosotros hemos hermanado».
Pilar es una artista completa, un espectáculo en sí misma, pero sabe apreciar y aprovechar el aporte de sus colegas de Cuba. Hay algo de lo que se muestra absolutamente convencida: «Este país sigue pariendo cada día músicos y artistas para el mundo entero. Ese es el sello de Cuba y no podemos perderlo jamás».
En los conciertos que ha estado ofreciendo por estos días compartió con músicos como el maestro Joaquín Betancourt con su Big Band y el pianista y compositor Alejandro Falcón. En el disco por el cual mereció el premio Cubadisco, Homenaje a Carlos Cano, cuenta con la colaboración del cantautor Israel Rojas.
Tras su presentación en el Teatro Sauto, de Matanzas, la española calificó de muy buena su interacción con los músicos cubanos: «Conocí al maestro Joaquín Betancourt en el Festival San Remo, y desde ese momento surgió la idea de hacer este montaje. Yo me traje al director musical, Jaime Reyes, y a algunos músicos de España. Ellos lo han disfrutado mucho, desde los ensayos en los estudios Abdala... de repente aparecía por allí Fernando, del Septeto Santiaguero, o cualquier otro músico de esos que ustedes tienen por aquí que son maravillosos. Hemos compartido mucho con Haila, que es nuestra hermana del alma, y están siendo unos días muy bonitos».
Pero hay una valoración que Pilar Boyero repite constantemente: «De todo lo que yo he vivido en este país, sin lugar a dudas, lo mejor ha sido ese contacto con el pueblo, con la gente, y ese saber que nuestra unión es de siempre y para siempre, y que ustedes tienen esa capacidad de entender la música de una manera diferente. Yo cuento en España que cuando una conoce los aplausos cubanos, todos los demás ya le saben a poco».
Fue su primera vez en la Atenas de Cuba: «La verdad es que he escuchado hablar mucho de Matanzas, pero cada vez que vengo, voy a La Habana. Me parece una ciudad espectacularmente bella, lo poquito que he visto, y el teatro es una joya. El público ha sido excepcional, he sentido su calor desde el minuto cero, y me llevo la sensación de querer volver ya, porque, además, conocían el repertorio perfectamente. Han sido unos días maravillosos, con este repertorio que tanto quiero y defiendo. Cuando uno prueba los aplausos del público cubano, todos los demás le parecen descafeinados», insiste.
Y es que no solo a la artista se recibe en esta isla de la música con los brazos abiertos, también su música y la tradición que representa:
«Yo eso lo vi por primera vez en una escuela, cantando Pena, penita, pena ante niños, y no me podía creer que se acercaran a felicitarme y a decirme que les encantaba porque esa música la cantaban sus abuelos. Yo te diría que la reacción del público es incluso mejor que la que tienen los jóvenes en España. Me di cuenta de que, evidentemente, hay un repertorio que subyace en el pueblo cubano».
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