Para Pinar, un abrazo que sale por el este, como el sol
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Hay muchas formas de abrazar, eso la vida nos lo va enseñando. Hay ese abrazo piel con piel, apretado, y este otro, el que llega con acciones no menos alentadoras. Este es el abrazo que viajó desde Holguín con una brigada de operarios de ETECSA tras el paso devastador de Ian por Pinar del Río, y que duró aproximadamente un mes. Un abrazo colectivo y tan estrecho como cualquiera que salga del alma.
Los brazos que se estrechan...
Yunior Díaz Torres tiene 33 años y ya sabía de qué se trataba cuando lo llamaron para incorporarse a la recuperación en la otra esquina de la isla, pues, aunque era su primera experiencia con ETECSA, como trabajador de la Empresa Eléctrica estuvo en Baracoa y Villa Clara: «en Pinar no tenemos queja, en cuanto al trabajo, la atención y la población; para mí son la gente más buena que hemos conocido», afirmó.
Con apenas tres décadas de vida, Yasmani Gómez Riverón sí se ha estrenado en este tipo de tareas y reconoce: «el trabajo ha sido intenso, pero bien organizado. A nivel de jefatura se han priorizado las labores que son más complejas, para tratar de llevar el servicio con la mayor prontitud a la población, pero desde todas las aristas, a nivel de logística, a nivel humano, todo excelente.
«El proceso de trabajar durante tanto tiempo lejos de casa, como un colectivo, nutre a la brigada y nos lleva a una relación más personal: nosotros somos compañeros de trabajo, pero también somos amigos. Este proceso, todo este tiempo que estás en el carro, en la calle, en la habitación con las mismas personas, que viven contigo cuando estás cansado, cuando estás feliz, cuando estás triste, cuando estás extrañando a tu familia, son las personas que están al lado tuyo y te están diciendo: ánimo, ya falta poco, vamos para alante, vamos por más...»
Junto a ellos (o viceversa), hacen cátedra de solidaridad, sacrificio y experticia en la tarea Enrique Muket y Rigoberto Murguía Heredia, fundadores de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba. También Rigoberto Suárez, quien antes había estado en Mantua, Cortés, Laguna Grande, en el 2002, así que ya se siente un poco pinareño y sigue ahí, «batallando con los muchachos nuevos».
Así de diverso y entrañable es este abrazo que, después del temporal, sale como el sol, por el este: de Holguín a Pinar.
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