Palabras que el viento se llevó
especiales
Imagen: pixabay
En el variopinto y rico tapiz del idioma español, ciertos vocablos que una vez resonaron en conversaciones cotidianas en boca de nuestros abuelos y bisabuelos, hoy resultan ecos del pasado.
Sin pretender ninguna aproximación de carácter científico al tema, solo con cierto espíritu de remembranza y hasta de homenaje, valdría mencionar vocablos como zarrapastroso, achantado, titingó, buscapleitos , chévere; saludos como "quiúbole" o colores como punzó, cuyos significados quizás hasta sean desconocidos por los más jóvenes.
Los mismos jóvenes cuyo lenguaje coloquial probablemente resulte muchas veces indescifrable a sus mayores y para el que los tatarabuelos necesitarían de un traductor.
Barbarismos y otras malas hierbas aparte, todo ello es resultado de un idioma que sigue vivo, alentando con cada tiempo y que, a la vez que se refunda continúa conservando tesoros lingüísticos que han resistido el paso de los almanaques para conectarnos con nuestra historia e identidad.
Es así que en riqueza el español resulta el segundo idioma más utilizado en el planeta y se habla en todos los continentes, aunque, claro, no con igual presencia en todos.
Hasta en la Antártida se habla español. Aun cuando no existe allí un idioma oficial por no haber población nativa, si se consideran los asentamientos humanos en estaciones de investigación científica, entonces puede afirmarse que allí sobre todo se habla ruso, inglés, francés, alemán, chino y el español en los pequeños poblados de Fortín Sargento Cabral y Villa Las Estrellas, vinculados respectivamente a Argentina y Chile.
Entre sus singularidades se apuntan que las vocales E, A y O, y las consonantes L y S son las más empleadas por los hispanohablantes.
En particular, la vocal E se lleva las palmas y es también la que más veces aparece en Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, inigualable ejemplo de nuestra lengua en la literatura.
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