OPINIÓN: Regresos en la pelota cubana

Yo por lo menos estaba cansado de que todos los movimientos en nuestras Series Nacionales de Béisbol fueran hacia fuera, ya sea por deserciones o por contratos vinculados o no con la Federación cubana.

Por suerte hace un par de años la tendencia no es solo esa, y hemos sido testigos de regresos importantes a nuestro principal espectáculo, que se resentía por la falta de figuras.

Fue Matanzas el precursor con Erisbel Arruebarruena, quien incluso integra la selección nacional luego de regresar por un periplo internacional extenso que lo llevó hasta Grandes Ligas, pero afortunadamente ya se vuelven a ver rostros conocidos en más planteles.

El más reciente es el del pinareño Alexei Ramírez, quien llevaba 17 años sin jugar en el clásico cubano de las bolas y los strikes y está de vuelta para la Serie 63 con sus amados Vegueros.

El ahora inicialista ha respondido al impacto mediático de su retorno con un rendimiento excepcional, tanto en la primera subserie ante Artemisa como en la segunda frente a Industriales, pero ahora viene lo mejor, porque podrá deleitar al público de la más occidental de las provincias cubanas esta semana en el estadio Capitán San Luis.

A sus 42 años, y seis sin vestirse de pelotero, Alexei llega con el aval de nueve temporadas en Grandes Ligas, con dos Bates de Plata y participación en un Juego de Estrellas.

La larga ovación que recibió en el semivacío estadio Latinoamericano se multiplicará varias veces en su terruño.

Pese a estar tanto tiempo lejos, regresó para integrarse como uno más en el campo y cumplir una promesa a un familiar cercano, que lo quería ver de nuevo con el uniforme verde.

Lo que pasa es que este tipo de peloteros vale mucho más que por su rendimiento, porque arenga a sus compañeros, los felicita cuando hacen una acción positiva y es un apoyo invaluable para el cuerpo de dirección, porque ha visto la mejor pelota del mundo y sabe de lo que habla.

Porque tal como él mismo ha dicho en varias entrevistas, llega a los clásicos nacionales con la disposición de compartir sus experiencias y ayudar en lo que pueda.

La mejor prueba fue que el capitán de la escuadra, Juan Carlos Arencibia, no dudó un segundo en cederle su número 2 para que no se sintiera extraño en otro uniforme.

Solo nos queda desearle que se mantenga con la salud necesaria para que pueda aportar el equipo y seguir llevando aficionados a todos los estadios, más allá de su rol clave rumbo a la posible clasificación a la postemporada de Pinar del Río, este año más asequible gracias a su presencia.