Mujeres, más que belleza en la historia olímpica cubana
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Cirilo, de las continuadoras de la tradición femenina.Foto: Federación Internacional de Piragüismo
Aunque llegaron con un injusto retraso, las mujeres supieron ganarse desde el primer momento un espacio hasta conseguir que los Juegos Olímpicos de París 2024 sean los primeros en que primará la equidad de género en sus competiciones.
La historia de las deportistas cubanas ha sido ejemplo de este merecido ascenso, aunque hubo que esperar el triunfo de la Revolución para el necesario despegue. Desde entonces, y a pasos agigantados, comenzaron a dejar su impronta en estas lides, aun cuando —en lo cuantitativo— su aporte siga siendo inferior al de los hombres.
La corredora Bertha Díaz —apodada la Gacela de Cuba— marcó el debut de las mujeres de la Isla en la edición de Melbourne 1956. No obstante, el punto de partida de la verdadera transformación llegó junto a la voluntad política de impulsar la inclusión en todos los sectores de la sociedad, decisión que en el deporte comenzaría a dar sus mayores frutos en la siguiente década.
En el concierto olímpico tocó otra vez a las atletas asumir el protagonismo, por intermedio de la cuarteta del relevo 4x100 metros que con un segundo lugar en la edición de México 1968 nos regaló la primera medalla con aroma de mujer.
El esfuerzo conjunto de Miguelina Cobián, Marlene Elejarde, Violeta Quesada y Fulgencia Romay destapó el júbilo que cuatro años después se repetiría por partida doble sobre la pista de la ciudad alemana de Múnich.
Entonces Silvia Chivás, una guantanamera de apenas 17 años de edad, firmó la primera presea individual al terminar tercera en el hectómetro, además de conformar junto a Fulgencia, Marlene y Carmen Valdés la posta de 4x100 metros que se apoderó del metal bronceado.
Sin embargo, el más espectacular y esperado asalto a la gloria llegó con los Juegos de Moscú 1980, cuando una joven también nacida en el extremo más oriental del archipiélago se encargó de poner a Cuba en lo alto del olimpo y convertirse en la primera latinoamericana en llegar a esa cima.
No por conocido —y repetido— deja de emocionar el recuerdo de aquel disparo dorado de María Caridad Colón. Su grito estremeció todo lo que separa el estadio Luzhniki de la mayor isla del Caribe, pero sobre todo a Baracoa, cuna de aquella sencilla muchacha que hoy representa a las deportistas de todo el planeta en el Comité Olímpico Internacional (COI).
Aquel 25 de julio le bastó apenas un lanzamiento ejecutado con precisión para hacer volar la jabalina hasta los 68,40 metros, suficientes para destrozar los pronósticos que situaban como gran favorita a la alemana Ruth Fuchs.
Si bien el atletismo se mantuvo como el deporte de mayor éxito para las cubanas, en la cita de Barcelona 1992 llegaron las alegrías desde más frentes. A la cosecha dorada extendida por la discóbola Maritza Martén se unió el judo por intermedio de Odalys Revé (66 kg), al tiempo que el voleibol femenino iniciaba una dinastía que convertirían en leyenda bajo los cinco aros a las espectaculares Morenas del Caribe.
Pocos podían imaginar entonces que aquellas muchachas dirigidas con precisión quirúrgica —dentro y fuera de la cancha— por Eugenio George, mantendrían su hegemonía durante tres ediciones consecutivas.
Al triunfo en la Ciudad Condal le sucedieron los conseguidos en Atlanta 1996 y Sídney 2000, este último matizado por dramáticos y emocionantes momentos que tuvieron en vilo a todo el país. La cosecha de metales la completarían con un tercer puesto en Atenas 2004.
Desde su exitosa irrupción en los podios olímpicos la trayectoria de las judocas ha ido en constante ascenso, al punto de desplazar al atletismo como el deporte con mayor aporte de premios en el medalleros de Cuba en esos certámenes.
Sobre los tatamis ellas han llevado la voz cantante, pues de las 37 preseas olímpicas conquistadas, solo 11 llevan el sello masculino. En el plano individual, marcan la pauta las extraordinarias incursiones de Driulis González e Idalys Ortiz, ambas campeonas y dueñas de cuatro medallas olímpicas.
La guantanamera Driulis acarició la gloria en Atlanta 1996, y extendió su leyenda conquistando la presea de plata en Sídney 2000 y las de bronce en Barcelona 1992 y Atenas 2004.
Para la artemiseña Idalys, quien inició su palmarés olímpico con un tercer puesto en Pekín 2008, el momento de mayor esplendor le llegó en Londres 2012. Luego cosechó subtítulos en Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020, pero llegará ahora a la capital francesa con la oportunidad de inmortalizar aún más su legado con un nuevo premio.
Afortunadamente, gracias al talento de valiosas mujeres Cuba ha logrado sumar medallas olímpicas en más deportes. Para la historia han quedado los ejemplos de la tiradora Eglys de la Cruz, la ciclista Yoanka González y la taekwondoca Urbia Meléndez.
De cara a París 2024 las féminas volverán a asumir un gran compromiso con la posibilidad de que la lista de medallistas continúe creciendo. Junto a Idalys, nuevos nombres como los de las triplistas Leyanis Pérez y Liadagmis Povea, así como el de la canoísta Yarisleidys Cirilo, aparecen en listados de candidatas al podio.
De que lo consigan no dependerá el orgullo que por ellas siente un pueblo que le ha visto superar cada obstáculo para cumplir sus sueños, como antes lo hicieron Yumisleidi Cumbá, Ana Fidelia Quirós, Legna Verdecia, Estela Rodríguez, entre otras.
Todas, premiadas o no, forman parte importante de la rica historia escrita por los deportistas cubanos en las magnas citas multideportivas y son ejemplo de la entereza y pujanza de las mujeres nacidas en esta Isla.
Medallas de mujeres por deportes:
Deporte |
Oro |
Plata |
Bronce |
Total |
Judo |
5 |
11 |
10 |
26 |
Atletismo |
5 |
5 |
10 |
20 |
Voleibol |
3 |
0 |
1 |
4 |
Taekwondo |
0 |
2 |
1 |
3 |
Tiro |
0 |
1 |
0 |
1 |
Ciclismo |
0 |
1 |
0 |
1 |
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