Los pasos bien dados por Heras León
especiales
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Escribe desde el pueblo que defendió conquistas y futuro al enfrentar la invasión mercenaria. Eduardo Heras León, artillero contra el invasor, necesitaba compartir sus recuerdos. A los lectores les hacen mucha falta. El amor y el dolor recorren las páginas. Sin esconder o encoger ni falsear. Es su verdad cual la vivió y la siente. Tan cerca de la realidad, de la vida sobre el corcel de lo ético y lo estético. La magia del arte vibra en Los pasos en la hierba
Un intelectual de la talla de Ambrosio Fornet califica el libro como “...un pequeño clásico de la cuentística revolucionaria por la minuciosa pasión con que logra captar el torbellino de una época y la terca lucidez con que afirma.- en medio de inaplazables exigencias históricas -, aquellos valores individuales y sociales que trascienden la época”. Allá los que temieron- y dañaron- tanta realidad indispensable. Creíble y creadora. Vivencias e imaginación entretejidas que el periodista magnífico nos ofrece en su madurez como escritor, asomadas en un libro anterior, La guerra tuvo seis nombres, donde asombró y marcó pautas con andar promisorio en forma y contenido.
En Los pasos...,a pesar de aquel duro y absurdo conflicto que termina mal entre dos hombres buenos, en el vehículo que conduce hacia el combate están “...los Tirsos que protestaban y ahora no protestan,... los Mario que robaban y ahora no roban,... los Alberto que bebían hasta emborracharse y ahora van sobre este camión, dispuestos a combatir por algo que los ha cambiado para siempre; con los Brindis que hablaban de la guerra y de los hombres y ahora vienen a defender lo que siempre han defendido.”
Han pasado los años. Joven, cerca de ti está algún Tirso que añora la algarabía que forma al pegarse en las ruidosas partidas de dominó de su cuadra, aplazadas por la pandemia, mientras Mario o Alberto no se quedan atrás al rememorar sus gritos de alegría o tristeza, en el Latino, por la labor de su equipo. Al menos pudieron ver por la televisión la Serie Nacional 60 y siguieron las batallas futbolísticas. Se cuidan como gallos finos porque mucho me queda por hacer. Así que anden derechitos para que me cuiden también. Con esas palabas comentan con sus descendientes, después de preocuparse por el seguimiento a las clases por la pequeña pantalla, y enseñarles varios golpes boxísticos.
No te quedes ahí.... María no puede llevar a los nietos al parque, las manos bien cogidas porque la calle es peligrosa. Ahora los ayuda con las libretas, se ocupa de la atención que presten a los maestros que salen por la TV, les prepara el desayuno, el almuerzo, la comida; fortalece la higiene... Los padres, trabajadores de la salud, andan batallando en la primera línea contra este maldito virus. Se le ha triplicado el trabajo a la María.
La ves tan tierna, vaya..., cuando los tipejos invadieron, encabezó el Cdr de su barrio para detener a los desafectos que intentaban sabotear, agredir, matar. Una vez le dijo a un reportero: “ No dejamos actuar a los gusanos. Mira, les encontramos armas, explosivos, papeluchos que mandaban a jo...; perdón, compañero, a fastidiarnos”.
No todos se compartan así, es cierto. Pero prefiero darte a estos sobrevivientes de la epopeya que no olvidan la virtud ni a quienes deben la permanencia. Defendíamos el triunfo del humanismo real: el socialismo- ya había mostrado caminos y conquistas-, proclamado por el Comandante en Jefe en el sepelio de las víctimas del preludio criminal: los bombardeos. Lo magno fue el ascenso sobre las debilidades para imponer la dignidad, avivada por la etapa fidelista, salvadora de toda la grandeza.
Lo confirman dos obras literarias que dignifican la primera gran victoria militar sobre el imperialismo en América. El dogmatismo, la incomprensión, el mandonismo, la mediocridad atacaron a Los pasos...El error no venció a Heras. Lo enfrentó con su crear. Desde la fábrica de acero, cantó a los trabajadores: trompadas contra los girovagantes. Su texto llevaba honestidad y belleza. Sus obreros no son inmaculados aunque, a pesar de las flaquezas -¿quién no las tiene?-ocupan sus puestos. A su lado, los intelectuales surgidos de ese seno o que han jurado serles fieles al hacer y al decir.
Mi amigo enseñó y enseña desde las aulas también. Sacrifica la creación propia para alimentar las de las de los pinos nuevos. Con ellos crece aún más. Alma de ese hogar forjador llamado Onelio Jorge Cardoso que impide morir al cuentero mayor.
Cuando lo galardonaron con el Premio Nacional de Literatura en su pecho - ya tenía el de Edición- y le dedicaron una Feria Internacional del Libro, se ampliaba el de quienes lo amamos y admiramos, especialmente el de los que siempre hemos estado junto a él en la batalla, sin dejarnos derrotar por el desencanto porque por Martí sabemos hace mucho tiempo que“… si hay miserias y pequeñeces en la tierra propia, desertarlas es simplemente una infamia, y la verdadera superioridad no consiste en huir de ellas, ¡sino en ponerse a vencerlas!”
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