A los héroes...

No hay víctimas ni culpables entre quienes le pusieron el pecho al fuego, el pecho y los sueños y todos sus mañanas. Entre ellos solo hay héroes, unos sobrevivientes, otros eternamente vivos en el alma de una ciudad que se sintió amenazada de convertirse en cenizas, de un país que nunca le soltó la mano.

Si buscan desesperadamente a los culpables, me propongo. Yo, que llegué cuando los que nos faltan ya no estaban. Yo, que fui prudente, que no estuve allí, corriendo el riesgo de dejar huérfanos a mis hijos y a mi madre muerta en vida, mientras ellos evitaban que todos, mis hijos, mi madre, yo, nos convirtiéramos en víctimas.

Miro a los rostros de los más jóvenes y se me agolpan en la mente historias de mi infancia: el pequeño vigía lombardo; los niños héroes de Chapultepec; Dé, la que cayó de la luna.

Se me aprietan en la garganta Paquito González Cueto, Frank, Abel... el niño Martí de 17 años soportando el grillete del presidio... 

No se me parecen a las víctimas de nadie, ni de nada, sino a los niños que se hicieron hombres en el ejercicio apasionado de la voluntad y el valor, a los héroes de todos los tiempos.

Llegué tarde, pero a tiempo para abrazar a algunos que estuvieron allí los primeros y se quedaron hasta el último día. Aquella casi noche, cuando las ruinas ennegrecidas y el acero doblado me dejó muda, vi llorar a un hombre sin soltar el timón de su carro de bomberos. Un jefe que se negó al relevo como se niega un padre. 

Mi colega Yirmara Torres Hernández tomó la foto que he guardado hasta hoy. Hay mucho símbolo en ella. Es el vehículo de la Escuela Nacional de Bomberos. A bordo van varios de los valientes que estuvieron en el accidente del avión hace unos años, en la reciente explosión del Hotel Saratoga, y ahora volvieron al terreno. Coraje, mucho coraje sobre esas ruedas. 

No hay victoria en la batalla tremenda que le ganaron al fuego. Se impone, eso sí, el homenaje a todos y todas: a los sobrevivientes y a los eternamente vivos; a ellos, a los héroes, agradecimiento y tributo.