La vuelta al mundo en dibujos animados
especiales
El padre de la animación es el artista, ingeniero e inventor autodidacta francés Émile Reynaud. Desde 1830 comenzó a ensayar diferentes juguetes que lograban generar la impresión de movimiento a través de secuencias de imágenes que pasaban ante distintos tipos de obturadores. Pero fue su praxinoscopio, creado unos cuarenta años más tarde, lo que realmente dio el giro a la historia. Este invento eliminaba los cortes evidentes que sucedían entre una imagen y otra. A partir de ahí, la tecnología y el arte se aliaron para siempre hasta desarrollar las sofisticadas técnicas de animación digital que conocemos hoy.
En su honor, la Asociación Internacional de Films de Animación (ASIFA), decidió en 2003 que, cada 28 de octubre, se celebre el Día Mundial de la Animación, para conmemorar la primera proyección pública de cine animado, la cual fue realizada por Reynaud en 1892 pen el Museo Grévin de París (Francia). Se proyectaron las Pantomimas Luminosas, programa que incluía las películas: Pauvre pierrot, Clown et seschiens y Un bon bock.
Pero ya que la fiesta está planteada vamos a dedicarle un espacio a la nostalgia repasando las producciones que la web rusa Sputnik propone las mejores producciones del país euroasiático, incluidas las de la etapa soviética. Apuesto a que varias generaciones de cubanos las habremos visto todas.
La selección comienza con El Caballito Jorobado, un animado de 1947 basado en el cuento infantil del mismo nombre, que incluye varios personajes de la mitología rusa como el pájaro de fuego. Más adelante encontramos algunos viejos conocidos nuestros, entre ellos Winnie Pooh... No me equivoco, existe una versión soviética de estos populares personajes. Veamos. También están, por supuesto, Me las pagarás, Los músicos de Bremen, ambas del año 1969 y Erizo en la Niebla, que se estrenó en el 75. Entre los últimos ejemplos se incluyó a esa chiquilla inquieta que no necesita hablar español para alborotar nuestras casas con sus travesuras: Masha y el oso.
Para atravesar el mundo y regresar a Cuba, si de animación se trata, no necesitamos un avión, sino "un caballo de guerra" como Palmiche. Y es que Elpidio Valdés, ese pillo insurrecto maniguero mambí, creado por Juan Padrón en 1970, tiene el número uno indiscutible en cualquier reseña sobre los "muñequitos" cubanos de todos los tiempos. La alegre Chuncha, Cecilín y Coti, Matojo o Guaso y Carburo, también forman parte de nuestro patrimonio audiovisual. En los últimos años, los Estudios de Animación del ICAIC nos han entregado producciones valiosas como la serie Fernanda, la niña detective que protagoniza también el primer largometraje digital producido por el ICAIC: Fernanda y el extraño caso del Doctor X y Mister Jai. En el año 2014 los estudios estrenaron Meñique, la primera película de animación cubana en 3D, escrita y dirigida por Ernesto Padrón.
Claro que en una mirada a la animación a nivel mundial, no podemos olvidar la mega industria de Disney. Así que les cuento algunas curiosidades: el mega famoso Mickey Mouse nació en un momento casi desesperado de su creador. Resulta que Walt acababa de conocer que había perdido los derechos de autor de Oswald, el conejo de la suerte y en un tren, de camino a Los Ángeles, bocetó al ratón que se convertiría en la súper estrella hasta el día de hoy. Walt Disney se llevó a casa 26 estatuillas del Oscar, de las cuales cuatro fueron honoríficas, lo que lo convierte en el máximo ganador en los Oscar.
Otra nota sorprendente en la historia de esta empresa es que el pintor español Salvador Dalí colaboró con Walt Disney en el corto surrealista Destino, que se estrenó en 2003, pues su producción comenzó en los años cuarenta del Siglo pasado.
Pero si un estilo de animación se ha robado el show en los últimos años ha sido, sin dudas, el ánime japonés. Distinguirlo se hace fácil por sus figuras de ojos grandes y ovalados, dibujados con líneas exquisitamente definidas. Se caracterizan por tramas complejas y personajes con un diseño profundo de personalidad.
Aunque tienen un público infantil, muchas veces las historias que cuentan se adentran en temáticas más propias de la adolescencia o la juventud, el significado de la amistad, las aventuras, una visión menos básica del amor, las emociones, la ideología y hasta la política. Anualmente, se celebran grandes convenciones a las que asisten realizadores y fanáticos del ánime. Los participantes se cuentan por cientos de miles y el término que emplean para autodefinirse los grandes fanáticos de este estilo de animación en todo el mundo es la palabra japonesa Otaku.
El cine de animación ha superado con creces el mito de que es un trabajo para niños. Varios ejemplos lo demuestran, entre mis preferidos está la serie animada que protagoniza una de las familias más famosas del mundo. Con Homero a la cabeza, ellos son una sátira total de la sociedad norteamericana y no solo han conquistado al público de medio mundo, sino también a los jurados de importantes festivales y a la crítica, baste recordar que en 1999 la Revista Time calificó a Los Simpson como la mejor serie del Siglo Veinte.
Otra que todo el tiempo nos lleva de la risa a la reflexión y viceversa es South Park. Las situaciones surrealistas que protagonizan Kyle, Stan, Cartman y Kenny en su imaginario pueblo de Colorado, son otra crítica social, en este caso desde el humor negro.
Y el broche de oro no podría ser otro que la Habana poblada por Vampiros en los largometrajes de Juan Padrón, cargados de costumbrismo y ese choteo cubanísimo, pero donde tampoco faltan pinceladas de historia y buena música cubana.
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