La guerra farmacéutica contra la COVID-19 (DATOS)

La guerra farmacéutica contra la COVID-19 (DATOS)
Fecha de publicación: 
18 Marzo 2020
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Mientras las cifras de infectados por el nuevo coronavirus causante de la COVID-19 aumentan en el mundo, los investigadores y las compañías farmacéuticas han comenzado una carrera por encontrar la solución definitiva que evite el contagio, o los medicamentos que ayuden a eliminar los síntomas de la enfermedad.

Países desarrollados como Estados Unidos o China han aportado desde su saber y sus potencialidades tecnológicas un conjunto de medicamentos y pruebas que por el momento se utilizan para tratar a los pacientes ya diagnosticados, mientras que algunos laboratorios se han dedicado a desarrollar la esperada vacuna.

Hasta ahora, unas 22 empresas farmacéuticas, entre las que destacan la cubana BioCubaFarma ya ha ofrecido sus medicamentos para el tratamiento de otras afecciones, para que otros países del mundo los prueben en sus pacientes. Y ello, a pesar de las limitaciones que impone el bloqueo del gobierno estadounidense contra La Habana.
 

 

El uso de algunos medicamentos como el Interferón cubano parece efectivo frente a algunos síntomas, mientras que las pruebas para la detección del virus ya están en su mayoría en uso, y algunas de las tiras diagnósticas pueden dar hasta mil resultados en un día.

 

 

 

 

Cuba garantiza la producción y acceso a los medicamentos que forman parte del protocolo establecido por el sistema de salud pública para el tratamiento directo de la COVID-19, el cual contempla el uso de 22 productos farmacéuticos, fue diseñado por expertos del Ministerio de Salud Pública y de otros centros, entre los que se incluyen varios de BioCubaFarma, quienes tuvieron en cuenta experiencias en países como China y han seguido su guía para la prevención y tratamiento del virus.

Entre los medicamentos de producción nacional aparecen Biomodulina T, que aumenta las defensas de los pacientes con eficacia y seguridad; CIGB 210, un inhibidor antiviral contra el virus del Sida, y el CIGB 300, que se estudia para usar contra el cáncer, pero que se espera que tenga también capacidad inhibidora para el coronavirus.

Además, se les ha propuesto a las autoridades chinas un proyecto de vacuna desarrollada en el CIGB, que se administra vía nasal y se basa en la experiencia de vacunas contra la Hepatitis B.

Por ahora, cuatro naciones están por delante en la creación de medicamentos, y dos de ellos, Estados Unidos y China, ya han anunciado la primera fase de vacunas que podrían ser definitivas para en el futuro prever el contagio.

Sin embargo, las vacunas son productos de uso masivo en comunidades sanas, por lo que no solo deben prevenir las enfermedades, sino también estar libres de efectos secundarios, y si las fases iniciales de prueba resultan efectivas, estarán disponibles en 12 meses como mínimo.

Por ahora, queda seguir intentando el tratamiento sintomático, y acelerar de manera segura el desarrollo de la cura definitiva.

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