Israel Rojas y la necedad de asumir al enemigo
especiales
Cuando escriban la vida los buenos
al final vencedores,
se sabrá que no usamos veneno
como aroma de flores
(Silvio Rodríguez)
Fotos: Facebbok Buena Fe
En el durísimo mes de julio, navegando en las redes sociales, vi alarmada como muchos artistas se sumaban a la etiqueta SOSMatanzas. Dudando de la autenticidad de la misma y preocupada por la situación real de mis familiares y coterráneos, me tropecé en Facebook con una publicación que me hizo recobrar la fe en nuestro pueblo y la esperanza de que saldremos de esta pandemia. La publicación de Ernesto Cisneros, pianista de Buena Fe, anunciaba que el grupo recogería donaciones para enviar a los hospitales y centros de aislamiento en Matanzas.
Leyéndola recordé la primera vez que fui a un concierto de Buena Fe sin una persona mayor y mi obligación de regresar a las 12:30, al amigo que me ayudaba siempre a pagar la entrada, a quienes conocí en un concierto y nos convertimos en amigos avisadores y perseguidores de Buena Fe. Recordé que muchas veces lloré mientras cantaba. Leyendo esta publicación me volví a emocionar y entre tantos SOS inútiles, tuve la certeza de que Buena Fe no decepciona.
«La colaboración con Matanzas, durante el pico pandémico tan fuerte que se dio en todo el país y que tuvo su principal brote en esa provincia, ya la veníamos haciendo desde antes. Nosotros hemos tenido una estrecha relación con entidades como la sociedad cultural José Martí y el Centro Marting Luther King. Lo que pasa es que no somos muy dados a vincular esto con la propaganda.
«Yo creo que la mejor manera de ayudar siempre ha sido la participación callada y desinteresada, y cuando se dio la situación de Matanzas, a nosotros, que tenemos un público ahí que siempre ha sido tan fiel y tan bonito y que nos ha acompañado durante tanto tiempo, nos pareció que lo menos que podíamos hacer era movilizarnos y ayudar en lo que se pudiera.
«Así surgió la idea. A Yoel se le ocurrió lanzar la convocatoria, y Cisneros armó la logística. Terminamos llevando una importante donación para Matanzas que ya hoy podemos develar sin ninguna vergüenza. En su momento también tuvo algo de promoción en las redes sociales, pero lo hicimos sobre todo con el fin de sumar a más personas, no de darnos golpes en el pecho ni nada por el estilo».
—La pandemia nos ha obligado a reinventarnos. En el caso de Israel y de Buena Fe, han incursionado primero en las transmisiones en vivo por Facebook y después en la radio. ¿Cómo surgió este programa en la radio y qué te ha aportado esta experiencia? ¿Crees que alguna de estas prácticas logre quedarse para una etapa post Covid?
—Nosotros teníamos un trabajo sostenido y coherente en las redes sociales y las plataformas digitales, y cuando llegó la pandemia esto nos permitió reinventarnos para llegar a nuestro público de una manera más directa, hasta donde se pudiera.
«Yo comencé con las transmisiones de martes como una forma de tener un contacto con nuestro público. A Yoel García, subdirector del periódico Trabajadores y muy buen amigo, se le ocurrió la idea de sacar el programa no solamente como un unipersonal mío metiendo muela o en casa de Yoel cantando una canción, sino que fuera como una especie de espacio para redes sociales. Así nos fuimos para La Fela, en Luyanó, un pequeño emprendimiento gastronómico privado donde empezamos a hacer las transmisiones.
«El pico pandémico interrumpió esa actividad. Volví otra vez a hacerlo con el teléfono desde la casa. Entonces Magda Resik, que había visto algunas de esas transmisiones, me propuso llevarlas a la radio. Uno de los reclamos que teníamos en redes sociales era que había muchas personas a las que la barrera económica no les permitía acceder a estas transmisiones, y la posibilidad de poder salir en la radio, totalmente gratuita, me pareció redonda.
«Yo nunca había hecho radio de esa manera. La única exigencia que le puse a Magda fue que, independientemente de que, por supuesto, iba a cumplir y a ser responsable con los requerimientos establecidos para la radio, el programa no perdiera esa naturalidad que permiten las redes y que no me inventaría un personaje, haría el programa desde la espontaneidad de lo personal, lo íntimo.
«Así se ha mantenido el programa, y ha sido súper para poder abordar temáticas diversas sobre la realidad cubana, cosa que hemos hecho a través de las canciones, pero en este caso, socializamos con el público muchas de las cosas que luego serán canciones.
«Eran algunas de las cosas que hacíamos antes, porque yo para hacer las canciones casi siempre busco especialistas, gente que sabe; profundizo, indago, me informo, me documento, y luego me someto a la creación. Esto mismo es lo que hacemos en el programa, es como una especie de peña en vivo, pero no peña de cantadera, sino peña-encuentro con gente que sabe sobre su vaina, y ahí debatimos.
«Yo creo que ha sido bueno también para el público que sigue nuestro trabajo. El principal medidor es que ha sido un espacio que las plataformas del odio han tenido que mencionar dos o tres veces, lo cual significa que parece que no lo estamos haciendo tan mal».
—También en la pandemia explotaste una nueva faceta como cronista con el libro Mar adentro. ¿Cómo fue que te atreviste a escribir prosa? ¿Era, tal vez, alguna deuda pendiente?
—Lo que terminó siendo el libro Mar adentro, unas crónicas totalmente sinceras, fue un proceso de escribir lo que he vivido de la mejor manera posible. No pensé ni que fueran a ser crónicas. Gabriel Dávalos y Silvana Garriga, la editora, fueron quienes me dijeron que eran crónicas y que estaban bastante bien escritas.
«Yo lo que quería era contar cómo surgieron las canciones, darles contexto. Se me ocurrió que eso podía ser un pretexto para ir contando la historia de Buena Fe en estos veinte años, ir enlazando las crónicas con una cierta coherencia para que la gente pudiera pegarse el viaje, de cierta manera, a través de las crónicas y de las versiones instrumentales.
«La verdad es que me embullé y luego he escrito otras que no sé si se publicarán algún día. Le he tomado el gusto y voy a hacer todo lo posible porque, a partir de ahora, cada una de esas nuevas canciones venga, de ser posible, con ese contexto, porque yo creo que también es algo que a la gente le puede resultar interesante, sobre todo al público que gusta de nuestro trabajo: saber el por qué la historia.
«Yo no soy un creador que asume la canción porque me guste el juego de palabras o porque me parece interesante una sonoridad determinada, sino porque casi siempre la canción nace de un motivo, de una necesidad de expresar algo, de una realidad estudiada y analizada. Yo no soy un creador que vive esperando si la inspiración me visita. Si la inspiración me visita, felicidades, pero que me encuentre en medio de un tormento, buscando la canción, que está en las heridas, los sufrimientos, las pedradas que te da la vida, en las causas que te implican, las cosas que te importan, que te logran tocar la sensibilidad, y eso como único se da es volándole paʼ arriba a la vida, a la caliente, a los problemas, tanto a los íntimos de la vida personal como andar atento para que las cosas que pasen en tu entorno también te afecten y te conmuevan.
«Al ser yo así, medio kamikaze en ese sentido, me parece que no siempre, pero puede haber historias colaterales a la canción que pueden ser interesantes. Sí ha sido un descubrimiento para mí que esto sea de interés para el público y creo que, humildemente, yo lo puedo narrar con cierta coherencia».
—Sobre Mar adentro, el disco... ¿Qué inspiró a Buena Fe a hacer un disco instrumental, cuando son las letras de sus canciones lo más valorado por su público?
—Lo que inspiró a Yoel a producir un disco como Mar adentro fue la sorpresa de ver que un grupo de jóvenes creadores hizo una versión de un tema nuestro, y en esa reinterpretación había una riqueza bien bonita.
«A uno le parece que no, pero han pasado veinte años y no se puede sustraer que alguna de esas canciones o parte de esa obra haya acompañado a los jóvenes músicos cubanos de hoy y a otros que no son tan jóvenes y que les parece que algunas canciones tienen valores musicales como para ser versionadas.
«Una de las fortalezas que ha tenido el trabajo de Buena Fe es la manera en que yo compongo los textos, pero sería un error pensar que todo lo que hay detrás, la música y los arreglos, no tiene valor. Nosotros, en muchos de nuestros trabajos, buscando que las temáticas logren un mayor alcance, no hemos tenido ninguna vergüenza en incursionar en el pop.
«El pop, por desgracia, es mal visto muchas veces, con razón, porque es un género que cuando la gran industria lo utiliza para destripar y descorazonar géneros auténticos, cumple una función muy mala, parásita. Cuando nosotros llegamos a la trova, nos dimos cuenta de que el propio lenguaje de la trova por sí mismo apunta hacia una espiritualidad mucho más elaborada, hacia una sociedad con valores humanos que en este momento ya no es esta sociedad, porque no estamos ajenos al resto de los cambios que pasan en la economía, la política, en el mundo que nos tocó vivir. Esa era maravillosa de los años 70 y 80 responde también a un contexto, a un público, a una sociedad que abrazaba el paquete completo.
«Luego, dolorosamente, con todos los cambios que vinieron después del derrumbe del campo socialista y la introducción en Cuba de elementos de liberalismo o de otro tipo de manera de gestionarse la vida, quizás apuntando un poco más al egoísmo y a otras dinámicas económicas del mundo capitalista del cual Cuba no puede sustraerse, definitivamente cambió esa subjetividad, y digamos que los grandes públicos, y sobre todo las nuevas generaciones, buscaban desentenderse de temáticas comprometidas con la vida.
«Yo no soy exactamente un músico. En mi proceso de crecimiento me di cuenta de dos cosas: ya era muy tarde para volverme un músico de grandes dotes, de dominio profundo de la música, como arte y como teoría y, por otro lado, era un comunicador queriéndole decir a la gente mis versos, melodías… Entonces siempre buscamos vincular ese mundo que nos tocó vivir con una cultura pop que permitiese pasar ese puente, a veces demasiado largo, donde lo que queríamos decir y lo que la gente quería escuchar podían estar de espaldas.
«Eso mismo hizo que quizás algunos sectores no lo valoraran del todo, fuesen reticentes a nuestra música o la crítica no fuera tan favorable, lo cual provocó un cierto demérito del aspecto musical; también de lo textual, por supuesto, pero lo textual llenaba las plazas de gente cantando versos complicados, canciones textosas; se quedó flojo que las canciones eran una mierda porque el texto era una mierda. A lo mejor fue una mierda, pero algo bueno tenía que tener cuando tanta gente se aprendía canciones tan complejas en su texto como Quién es, por ejemplo.
«Todavía quedaba como que la música no era tan buena. Entonces apareció un grupo de muchachos que no creía eso y que quería hacer sus propias versiones instrumentales. Esto sorprendió un poco a Yoel, pero lo entusiasmó y propició que todos estos amigos hicieran versiones de algunas de estas canciones, y así fue como surgió.
«Estoy contentísimo porque la verdad es que hay algunas versiones que son estupendas, muy agradables de escuchar. Creo que es un disco con una onda medio chill out, pero tiene un swing muy bonito y estoy satisfecho con el resultado del disco Mar adentro».
—Israel: usted, como muchos otros, ha sido víctima de ataques de odio «por pensar diferente», como dicen los propios odiadores. ¿Cómo ha sobrellevado Israel estos días tan hostiles?
—Estamos en una época muy compleja. Todas las épocas en Cuba han sido complejas. Tenemos una cultura de resistencia que siempre ha tenido que lidiar con grandes desafíos externos y también, por supuesto, con nuestros propios errores y nuestras propias falencias y carencias. Entonces, atrapados entre estas situaciones, yo creo que nunca Cuba ha tenido una etapa de paz total, íntegra. Siempre ha tenido que estar con un ojo abierto a todos los peligros.
«Esta es una etapa mucho más compleja, sobre todo porque estamos en medio de lo que se llama hoy la cuarta revolución industrial, que es el desarrollo de las tecnologías de las comunicaciones e informáticas, y que ha impactado también en la vida del cubano. Esta revolución no tiene por qué ser negativa, trae sin dudas mucho bien, pero también tiene una parte menos amable, y es que dolorosamente se presta también para el encono, las miserias humanas, las agresiones, los irrespetos, todo lo que hemos visto en varios libros que se han publicado sobre este tema, documentales, como The Social Dilema, donde vemos que algunos de los mismos ingenieros que iinventaron estas plataformas y algoritmos, hoy se quejan de los problemas de división y de polarización que están trayendo en otras sociedades, imagínate tú en Cuba, donde se intenciona por nuestros enemigos externos este encono y esta conflictividad social.
«¿Cómo lo llevo? Realmente lo llevo bastante bien, ya creo que aprendí a lidiar con todas estas problemáticas. Hasta cierto punto, también lo agradezco, porque me ha obligado a estudiar más, a aprender más. También yo tengo la suerte de que no es la primera vez. Yo soy de los pioneros en estar metido en balaceras, problemas, el qué dirán. Desde que empezó Buena Fe ha sido así, y creo que la vida me fue preparando para estas batallas y hoy me coge con 48 años, siendo un hombre hecho y derecho; creo que, incluso, mucho mejor desde el punto de vista intelectual porque realmente estudio bastante, me preparo bastante, trato de consumir mucha información y de hacer algo con esa información, o sea, ponerla a disposición de la creación.
«Lo llevo bastante bien. Me alcanza con una madurez también desde el punto de vista de la personalidad y —por qué no decirlo— una madurez económica y familiar que me permite afrontar esto con dignidad. La pandemia me demostró que mi obra, la que he grabado en estos años, es capaz de sostenerme. Mis derechos de autor y editoriales, que además, es mi obra, no se la pedí prestada a nadie, no se la robé a nadie, no le hice daño a nadie con eso.
«Lo puedo decir sin ningún tipo de bochorno que mi obra me sostiene, lo cual me da esa independencia de saber que no vivo como millonario ni como rey, pero me permite mantener a mi familia, por lo menos bastante estable.
«Por otro lado, ya yo viví las grandes multitudes, los grandes aplausos, toda esta historia... Si vuelven, felicidades; si no vuelven, pues ya lo viví, fue bonito. Yo no vivo detrás de la alabanza ni la aceptación todo el tiempo. Yo creo que es necesario también tener oposición, gente que te discrepe y que no te quiera, para poder vivir, crecer, y seguir teniendo motivaciones, para hacer canciones y no pasar a ser un jubilado mental.
«Yo creo que un artista tiene que estar todo el tiempo pensando cómo reinventa las ideas y la realidad para ser un poco más útil. Entonces lo llevo así, productivamente; trato de ser lo más artista posible y que mi trabajo esté vinculado al ser humano que soy, al arquetipo de artista que me gustaría ser, que es un tipo comprometido con su sociedad, que su obra se parezca a la sociedad que canta y en la que intenta incidir. Me atrapa muy con los pies en la tierra.
«Como diría Silvio, yo asumo al enemigo, no tengo ningún problema con asumir al enemigo y con entender que no tengo ninguna aspiración de grandes premios internacionales ni nada de eso. Yo lo único que quiero es que el próximo disco y las próximas canciones encuentren al público que los merezca y que le hagan sentir bien y crecer, y si es posible, que le entretengan, además.
«Preocupado estaría si todos estos conflictos me hubieran matado la creatividad, la motivación para hacer canciones, y creo que, al contrario, me han hecho mucho bien, en ese sentido.
«Me preocupa un poco mi familia, me lastima que algunos amigos se hayan alejado, me entristece que haya personas que tengan un criterio de mí preconcebido por estas plataformas del odio y preelaborado, pero confío en mí, en mi capacidad de ser un buen padre, de ser un buen amigo, compañero de mis compañeros que llevan casi 20 años trabajando conmigo, y confío también en esa parte del público que se siente a gusto con lo que hemos hecho, y que se ha sentido feliz, incluso ahora despreciándome como ser humano y ser social, todavía de vez en cuando, cuando ponga una canción nuestra, recuerde a sus amigos, al que fue, recuerde una época en la que vivió feliz. Ya con eso voy a estar contento. ¿Cuál es el reto? Seguir haciendo canciones que permitan a la gente repetir esas experiencias. Eso creo y así llevo estos días».
—Hace unos días vi en una de las tantas publicaciones donde te atacan que utilizaban el fragmento de la canción Fuera que dice: y si por un azar de la vida usted se encuentra a salvo, no se olvide al vecino que almuerza una soga de barco. ¿Acaso se ha olvidado Israel de ese vecino o mantiene la piel rasgada junto al venturoso?
—Soy un hombre totalmente comprometido con mi tiempo, con mi realidad, mi barrio, mis vecinos, mi familia. Lo que yo digo en esos versos no será esta entrevista quien lo confirme. Lo confirmará la vida, la historia, la huella que iré dejando en mi día a día.
«Yo creo que cuando se haga la historia de lo que hicimos nosotros durante la pandemia, se sabrá de qué lado nos pusimos, con quién estuvimos echando la suerte, por quién pusimos el pecho. Cuando pase toda esta historia, quedará la huella de por qué nos fuimos a la batalla y con quién.
—
«En este proceso hubo victorias y derrotas, no todo ha sido alegría y virtudes; también guardo hematomas, traiciones, problemas, conflictos, errores que cometí; pero ahí he estado, al lado de la gente que yo creo que valía la pena estar.
«Probablemente no podamos mantener los lives de martes —me lo habías preguntado anteriormente—, porque nosotros, si todo sigue como va, a pesar de los augurios de los odiadores que dicen que nos vamos a quedar solos cantando en teatros vacíos, lo que parece indicar que esta primera etapa no será así porque tenemos una agenda muy tupida de solicitudes nacionales e internacionales.
«Si eso sucediera y toda esa programación se concretara, realmente no vamos a tener mucho tiempo para hacer los lives, pero quedará lo que hemos hecho en estos años, los discos que están por venir, las causas en las que nos hemos implicado, los artistas con los que vamos a colaborar, cada una de las cosas que hicimos en el pasado, lo que estamos haciendo ahora y lo que haremos en el futuro.
«Ahí se verá si me olvidé de los que viven a mi lado, los jóvenes creadores, los venturosos, los vecinos que puedan estar pasando trabajo, de toda la gente que humanamente pueda alcanzar, porque yo no soy Dios, ni soy una casa de cultura, ni un centro de bienestar social; no soy más que un creador que trata de ayudar a todo el que puede hasta donde puede.
«Yo sé que quedará la huella de lo bien hecho. No debo ser yo quien salga en redes sociales a darme brillo de ¡Oh!, cuán preocupado estoy por la realidad social; ¡Oh!, cuánto me duelen los niños sin amparo filial; ¡Oh!, cuánto me duelen los ancianitos, pobrecitos los artistas que no tienen visibilidad… No es así. Es participando, transformando, elaborando proyectos, metiéndose en la caliente, ayudando a las instituciones públicas que tienen el deber social de transformar la realidad a través de leyes y disposiciones jurídicas y de proyectos y planes que concreten una política cultural mucho más justa.
«Quedará la huella de mi militancia con la vida, mi militancia política, que no la niego, al contrario, vivo muy orgulloso de ella.
«Quedará la huella de lo que sea capaz de hacer o quedará el reguero de mierda de haber sido un inconsecuente, y ese reguero de mierda es el que espero no darle jamás como trofeo a mis enemigos. Muy por el contrario, espero que cuando ya haya pasado el tiempo y la gente que estuvo a mi lado mire hacia atrás, sepa que yo fui un hombre de bien. Todos estamos al final frente a la historia, es la única que tiene la última palabra».
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