Inflando como el pez globo
especiales
Foto: Pinterest
Fue el calor, las horas de espera… lo cierto es que la señora perdió la compostura al ver que se había formado un enredo en la cola, aprovechado por algún que otro pillo.
Y mientras la mujer gritaba, amenazaba y dispersaba como surtidor muchas palabras desagradables, al final de la fila se escuchó una voz intencionalmente afinada:
“¡Oyeee, tas’ como el pez globo mi’jaaa!”
Aquello se vino abajo de la risa. Esos animales, como son lentos nadando, para impresionar a los depredadores tragan agua hasta inflarse y multiplicar varias veces su tamaño.
Pero la señora, evidentemente, no representaba un peligro mayor, como sí lo encarnan esos singulares peces, los cuales, además de inflarse son portadores de una neurotoxina mortal y para la que no hay antídoto.
Es la tetrodotoxina, tan letal, sobre todo a partir de su ingesta, que la contenida en un solo pez globo es suficiente para enviar al más allá a 30 personas adultas.
Sin embargo, hay quienes gustan de consumir ese plato, considerado una exquisitez pero que ha costado la vida a no pocos. De ahí que sobre todo en Japón, donde fundamentalmente existe esa costumbre culinaria, se exija que solo cocineros especialmente adiestrados entre tres y cinco años, y luego certificados, puedan acometer tal preparación llamada llamada Fugu, como igual denominan los japoneses a ese pez.
En Cuba se han registrado algunas especies de pez globo, pero, felizmente, a nadie le ha dado por intentar prepararlo para el almuerzo.
Lo que sí se acostumbró en un tiempo fue a disecarlo y solía vérsele en determinadas tiendas, sobre todo de suvenires, junto a cocodrilos pequeños y hasta jicoteas también inmortalizadas por taxidermistas.
Parece que llegaron a ser abundantes los peces globo disecados y tuve un amigo que cada vez que salía al exterior en misiones oficiales, le entregaban uno para que lo diera de regalo.
Tanto fue así, me contó, que olvidó haber ya entregado uno a cierta autoridad de otro país, y en su segunda visita allí volvió a aparecerse con el dichoso animalito espinoso.
Solo cuando vio la cara de extrañeza de su anfitrión cayó en la cuenta de la confusión, pero, cubano al fin, se anticipó a la casi obligada pregunta y explicó: “es que es el pez nacional”
Añadir nuevo comentario