Había una vez... un niño llamado Alejandro

Había una vez... un niño llamado Alejandro
Fecha de publicación: 
23 Enero 2021
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Este es un cuento de la vida real. Alejandro nació en una ciudad atravesada por tres rios, en un país pequeño, rodado por el mar. Desde que vino al mundo lo tenía todo: afectos, inteligencia, alegría, solo se demoraron en llegar las palabras. 

Así podría comenzar un cuento sobre este pequeño matancero que,  apenas comenzando el segundo grado, tuvo que dejar una vez más el aula, al igual que todos sus coterráneos, para protegerse del virus que enferma al mundo por estos días. Pero la detención temporal del curso escolar (al menos en la modalidad presencial) no detuvo sus ganas de aprender. 

Aunque todavía en clases no ha comenzado a redactar párrafos, Alejandro lo tiene decidido:"voy a escribir 10 cuentos para hacer un libro, para que todos los niños lean muy felices".

Y va en serio, en los primeros días de este nuevo confinamiento ya tiene listos cinco cuentos, así que podríamos esperar un libro mucho más extenso que el que ha prometido. Su mama, psiquiatra de profesión tiene la tarea de leerlos y descubrir la moraleja de cada uno, pues la idea de Ale es precisamente que "todos los niños del mundo y también los de América se sientan bien, por la Covid y para que todos aprendan más sobre esos cuentos".

Cada mañana, me cuenta, saca las ideas que van por su cabeza y hace esos cuentos porque quiere enseñarles a los niños sobre las moralejas y para que se entretengan mientras están en casa.

Alejandro y las palabras

Antes de convertirse en escritor, Alejandro tuvo una relación difícil con las palabras. Comenzó a hablar a los tres años de edad y desde entonces se estuvo atendiendo por especialistas con un diagnostico de dislalia múltiple.

Este trastorno ocurre más de lo que imaginamos y consiste en la dificultad para pronunciar varios fonemas. Aunque si recibe el tratamiento adecuado suele desaparecer con el crecimiento del niño o niña, también puede dejarles efectos como inseguridad, inquietud o desconfianza y retrasar su adaptación.

Hasta primer grado estuvo Alejandro atendiéndose con una logopeda. Liuba, su mamá, recuerda que se le hacía compleja la socialización porque no se le entendía, pero gracias a que siempre fue un niño muy inteligente conseguía relacionarse con sus amigos y, bien entrenada como esta para encontrar la moraleja nos resume la de esta primera parte del cuento que les cuento (valga la redundancia):

"A veces uno se enfoca en darles clases y la motivación, la creatividad para acompañar el aprendizaje es muy importante. El tiempo para que ellos hagan lo que los otros esperan de ellos es propio. No es la carrera, solamente hay que estimularlos, incentivarlos mucho".

Los talentos de Alejandro

Cuando le pidió que lo enseñara a usar el teclado de la computadora para escribir cuentos, ya Alejandro había incursionado en otras artes: el dibujo y la historieta: "las hacia solamente graficadas, sin texto, imbrica incluso cuestiones de historia, por ejemplo, hay una que se llama Pollos vs jutia, donde los pollos son los cubanos y las jutias los españoles"

Por supuesto que Liuba está orgullosa de su hijo, sin embargo, no pretende compartir su historia desde la vanidad, ella quiere que sea útil, en medio de la situación epidemiológica que nos ha vuelto a mantener con los peques en casa, para "que los padres se sientan un poco tranquilos, esta situación genera tensión en los padres y los niños reaccionan a lo que los rodea , a nuestras ansiedades, pero si es bien manejado, ellos crean, producen, se inspiran...hay algo siempre en un niño que está dormido esperando despertar y si a esa chispa uno tiene le da oxigeno, se convierta en llama".

Los talentos de Alejandro pueden estar calladitos en cualquiera de nuestros hijos e hijas. La infancia tiene dones insospechados y donde nosotros vemos un gran obstáculo ellos pueden encontrar una oportunidad. Liuba Rodríguez y su niño, Alejandro Tamayo, nos invitan a confiar en los más pequeños de casa y aprender de ellos.

Por ahora, Alejandro tiene cinco cuentos y un consejo: "yo estoy en mi casita muy bien y les aconsejo a todos los niños del mundo y de Cuba que hagan sus tareas, que lean y que escriban todos los días y también que jueguen con sus mascotas después. Yo tengo una mascota, su pelo es de color negro como la noche y tiene las patas cortas".
 

Comentarios

Felicidades a este hermoso niño matancero, soy maestra de profesión y ojalá muchos niños siguieran los pasos de Alejandro, tenemos en ese niño de apenas nueve años un futuro escritor, felicidades mi amor

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